
La adicción al celular se convirtió en una preocupación central para muchas familias, y expertos advierten sobre sus consecuencias en la convivencia diaria y la salud mental.
La autora superventas del New York Times y conductora de pódcast, Mel Robbins, compartió una serie de recomendaciones en Nueva York para promover lo que denomina “equilibrio entre la vida y el teléfono” (“phone-life balance”), especialmente dirigido a padres y madres interesados en cambiar los hábitos digitales dentro de sus hogares.
En entrevista con ABC News, Robbins se refirió a los errores más comunes que cometen los padres al intentar controlar el uso de dispositivos por parte de sus hijos.
“Queremos culpar a nuestros hijos. Queremos quejarnos de los adolescentes, pero hay que mirarse en el espejo”, enfatizó la autora, señalando la importancia de que los adultos reconozcan y modifiquen primero sus propias conductas si aspiran a que sus hijos hagan lo mismo.

Para Robbins, el celular puede ser una herramienta positiva de trabajo y de conexión, pero advierte que “la atención y el tiempo son los recursos más valiosos que tenemos, tanto para nosotros como para nuestros hijos”. Sostiene que uno de los desafíos principales es establecer límites claros en el hogar, de manera que las tecnologías estén al servicio de la familia y no al revés.
Robbins alertó que la adicción al celular afecta la calidad del tiempo familiar. Cuando los padres revisan sus teléfonos constantemente en presencia de sus hijos, el mensaje que transmiten es que la prioridad está en el dispositivo y no en la interacción. “Los chicos entienden perfectamente cuando sienten que el celular importa más que las personas”, señaló la especialista.
Como estrategia, recomendó generar pequeños espacios libres de teléfonos durante actividades cotidianas, como esperar en la fila del supermercado o compartir la cena. Además, propuso quitar el celular del entorno inmediato y colocarlo en una estación de carga específica, en lugar de llevarlo todo el tiempo encima.

“El tiempo en familia se ve afectado directamente por la presencia de los teléfonos. La clave está en poner barreras claras y en dar el ejemplo desde el rol de padres”, expresó Robbins. Subrayó la necesidad de convertir la hora de la comida en un espacio completamente libre de pantallas para todos los integrantes del hogar.
Uno de los consejos más enfáticos de Robbins tiene que ver con el uso del celular por la noche. “Nunca, nunca, jamás duermas con el teléfono”, subrayó, advirtiendo que la presencia del dispositivo en el dormitorio puede afectar la calidad del sueño, tanto en niños como en adultos.
Apoyada en investigaciones sobre salud mental y descanso, explicó que dormir junto al celular puede quedar asociado a interrupciones en el sueño, lo que repercute en el bienestar físico y psicológico.
Insistió en la importancia de que los dispositivos de los niños queden fuera de las habitaciones a la hora de dormir, preferentemente en una zona común del hogar.

Robbins también propuso que los padres expliquen cuando excepcionalmente necesitan usar el teléfono por cuestiones laborales, especificando por cuánto tiempo lo harán y asegurando que, terminado el compromiso, el celular vuelve a quedar guardado.
Durante el encuentro en Nueva York, Robbins animó a los padres a replantear sus vínculos con la tecnología y a implementar los siguientes pasos para fortalecer el equilibrio digital en el hogar:
- Delimitar espacios y momentos libres de celular, identificando en qué situaciones se evitan las pantallas, como las comidas o reuniones familiares.
- Crear una estación de carga comunitaria, donde todos los integrantes depositen sus teléfonos al llegar a casa, ayudando a reducir el uso compulsivo.
- Comunicar las expectativas y dar ejemplo, mostrando de manera transparente el uso intencional del dispositivo y destacando la prioridad del tiempo compartido.
- Educación mutua en familia, dialogando acerca de los beneficios y riesgos del uso del celular, y consensuando reglas claras para todos.
Según Robbins, “el desafío es usar la tecnología a nuestro favor, sin permitir que nos domine”, y para lograrlo considera imprescindible la participación activa de los adultos en la autocrítica y el cambio de hábitos.
La experta concluyó que solo con límites claros, diálogo y corresponsabilidad se podrá reducir el impacto negativo de la adicción al celular y fortalecer la salud y los vínculos familiares.