Cómo impacta el auge de la IA en el resto de la economía estadounidense

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El Digital Realty Data CenterEl Digital Realty Data Center en Ashburn, Virginia, Estados Unidos. REUTERS/Leah Millis/File Photo

Las afueras de Washington DC en Ashburn, Virginia, se han transformado en el epicentro de la inteligencia artificial en Estados Unidos. Una concentración de centros de datos, reconocibles desde el aire por sus techos blancos y su cercanía a zonas residenciales, consume más de una cuarta parte de la energía suministrada por la principal compañía eléctrica estatal, según The Economist. Este fenómeno, impulsado por las grandes empresas tecnológicas, está redefiniendo el crecimiento económico y generando tensiones en sectores como la energía y la vivienda.

Ashburn cuenta con el mayor conjunto de centros de datos del mundo, infraestructura esencial para el funcionamiento de los modelos de IA. El volumen de este consumo es ilustrativo: existen proyectos de centros de datos de escalas impresionantes, con demandas eléctricas equiparables a las de una ciudad pequeña. Esta realidad ha convertido a la región en símbolo del avance tecnológico, pero también ha puesto de relieve los desafíos en el suministro energético y la sostenibilidad.

El impacto económico es visible. Estimaciones citadas por The Economist sugieren que hasta un 40% del crecimiento reciente del Producto Interno Bruto (PIB) real de Estados Unidos proviene de inversiones en equipos informáticos, comunicaciones, centros de datos, mejoras en la red eléctrica e innovaciones en software de IA. Aunque el sector representa solo una pequeña fracción del PIB, su contribución al crecimiento es desproporcionada. Esta situación evoca el auge de internet en los 90, en el fenómeno conocido como “burbuja puntocom”, etapa en la que la expansión digital impulsó con fuerza el PIB. Ahora la expectativa es mayor, ya que predomina la creencia de que la automatización masiva traerá un crecimiento económico sin precedentes.

El modelo de financiación de esta infraestructura también ha cambiado. Al principio, las grandes tecnológicas financiaban la construcción de centros de datos y la adquisición de chips con recursos propios y reservas de efectivo. Sin embargo, el crecimiento acelerado ha llevado a estas compañías a recurrir al endeudamiento para ampliar su capacidad. La apuesta es grande, pero también los potenciales beneficios, tratándose de un juego donde el ganador se lleva todo. En este contexto, los costos de la deuda y de la electricidad han dejado de ser prioritarios para las empresas líderes, que buscan afianzar su posición en este mercado.

El avance de la IA genera efectos colaterales palpables en la economía. El auge de los centros de datos ha contribuido a mantener elevados los precios de la energía, reflejados en un aumento promedio del 7% en las facturas eléctricas de los hogares estadounidenses en 2025, según The Economist. Sectores sensibles a los tipos de interés, como la construcción de viviendas, enfrentan ahora dificultades para acceder a recursos y financiación. Mientras las tecnológicas pueden ignorar los costos crecientes, constructores de viviendas y otros sectores tradicionales no disponen de la misma flexibilidad, lo que amplifica la presión sobre el mercado inmobiliario.

El financiamiento de centros deEl financiamiento de centros de datos ha pasado del uso de reservas propias al endeudamiento, con grandes tecnológicas priorizando la expansión sobre los costos. (libertex.org)

El resto de la economía estadounidense presenta indicios de estancamiento. El consumo real se ha mantenido estable desde diciembre, y tanto la construcción de viviendas como la inversión empresarial fuera del sector IA han retrocedido. Estos sectores, más vulnerables a las variaciones de los tipos de interés, han reducido su aporte al crecimiento, dejando la inversión en IA con un rol cada vez más central en la economía. Esto implica que la continuidad del dinamismo económico depende en gran medida de que las grandes tecnológicas sostengan o incrementen su gasto en infraestructura de IA.

El modelo presenta riesgos claros. Si la disponibilidad de energía o chips limite la expansión, o las compañías optan por recortar inversiones, el crecimiento podría verse afectado. Una desaceleración en la inversión en IA podría aliviar la presión sobre los precios de la energía y los tipos de interés, pero la experiencia reciente sirve de advertencia: tras el auge de las puntocom en los noventa, se produjo un colapso severo. Un descenso similar en la inversión en IA eliminaría la principal fuente de crecimiento justo cuando otros sectores muestran fragilidad.

El futuro de la economía estadounidense aparece cada vez más ligado a la inteligencia artificial y su infraestructura. Si el entusiasmo por los centros de datos decae, las consecuencias podrían sentirse mucho más allá de Ashburn.

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