El negocio de las subastas de coches llama la atención de potenciales emprendedores gracias a la promesa de crecimiento rápido y beneficio rápido de varios profesionales con experiencia en el sector, como es el caso de Christian Vidal, conocido en redes como Torete, aunque muchos advierten de que este tipo de éxito no es tan sencillo de replicar como podría parecer. El empresario y creador de contenido detalló las estrategias y los márgenes que alcanzan quienes se especializan en esta actividad en el canal de YouTube de Adrián Sáenz (@AdrianSaenz), otro influencer que se ha convertido en una figura popular en el mundo de la divulgación sobre emprendimiento e inversión en redes. Aunque el sector no garantiza una operación lineal ni exenta de desafíos, los sorprendentes resultados financieros evidencian su atractivo para quienes logran profesionalizarse.
El influencer relata que su estrategia consiste en adquirir automóviles que presentan daños superficiales o problemas menores de motor, que pueden ser reparados en un plazo breve y con pocos recursos: “Compro coches de subastas que a lo mejor están tocados, algún golpe de chapa de pintura o cosas de motor, pero cosas muy sencillas de reparar, que a lo mejor en dos semanas las tenemos reparadas”.
Lejos de ser una operación sencilla, Vidal explicó que la compra de coches por este sistema implica tanto oportunidades como inconvenientes administrativos: “Las subastas son un poco coñazo, porque no es ganar la puja. Hay coches que ganas la puja y te dan el coche y hay otras veces que ganas la puja y te dicen: No, ahora tienes un mes para que el tío acepte el dinero”, describió, ilustrando la complejidad de los plazos y la imprevisibilidad del proceso.

El volumen de vehículos adquiridos varía, y las decisiones sobre reparaciones o reventa rápida dependen tanto de la capacidad operativa como del contexto de cada ciclo de negocio: “Nosotros estamos pujando, a lo mejor, por 50 coches. Imagínate que nos entran 10 de golpe. A lo mejor decimos: Cinco los vendemos, le sacamos un pellizquito, y los otros cinco los reparamos”, sostuvo Vidal, haciendo énfasis en la flexibilidad y la adaptación como claves del sector.
El margen de beneficio que consiguen varía según el coche y el estado en el que se adquiere, pero la rentabilidad es clara. Según explica, es posible “comprar coches en 500 o 10.000 euros, depende lógicamente del coche, pero estos coches al final los podemos vender por tres, cuatro o cinco veces más”. Esta fórmula, combinando bajos costes iniciales y reparaciones rápidas, ha posibilitado el crecimiento sostenido del negocio, cuyo éxito reside en la correcta elección de las unidades y la capacidad de reacondicionarlas en tiempos reducidos.
Según Vidal, gracias a las subastas de coches y otros negocios puede ganar alrededor de un millón de euros al año. Este volumen corresponde a los beneficios netos que concentra en una de sus principales sociedades, libre de gastos empresariales y tributado en Andorra. La valoración global de sus empresas “puede llegar a valer 60 millones de euros”, asegura, mientras que su pocentaje se correspondería con unos 16 o 20 millones de euros, de acuerdo con sus cálculos.