
Por primera vez desde la década de los 60, la población migrante en Estados Unidos está experimentando una reducción significativa. Así lo señalan dos informes recientes del Pew Research Center, que destacan una caída de cerca de 1,5 millones de inmigrantes entre enero y junio de 2025. Este descenso representa un cambio radical en una tendencia demográfica que se mantuvo durante más de medio siglo.
Según los datos publicados, en enero de este año el país contaba con 53,3 millones de migrantes, mientras que en junio la cifra se redujo a 51,9 millones. Jeffrey Passel, demógrafo senior de Pew Research Center, calificó la situación de “cambio dramático” y enfatizó en la rareza del fenómeno: “esta es realmente la primera vez que vemos una baja como esta”.
Entre las causas principales del descenso figuran las modificaciones en la política migratoria impulsadas desde 2024 por la administración de Joe Biden, especialmente en el control de la frontera, y el endurecimiento de las medidas implementadas por el presidente Donald Trump desde su retorno a la Casa Blanca. Estos cambios han impactado tanto en el flujo de migrantes legales como en el de la población indocumentada.
Desde comienzos de 2025, la Casa Blanca intensificó los operativos de detención y deportación, incrementó los registros en domicilios y lugares de trabajo, y limitó la inmigración legal a través de restricciones para solicitantes de visas, suspensión de programas de refugio y mayores obstáculos en los procesos migratorios.
El endurecimiento generó temor e incertidumbre entre los migrantes. Ejemplo de ello es el caso de Lillian Divina Leite, trabajadora doméstica brasileña, quien optó por acogerse al nuevo programa de auto-deportación administrado por el gobierno. “Me dio mucho miedo ver que migrantes eran cazados como criminales peligrosos”, describió Leite tras decidir retornar voluntariamente a su país. “Pensé: no he hecho nada malo, pero de repente podía ser encarcelada”.
El impacto también se refleja en el mercado laboral estadounidense. Según Pew, desde enero se perdieron más de 750,000 trabajadores inmigrantes, una cifra que pone en tensión sectores que históricamente dependen de este grupo, como la agricultura, la restauración y los servicios de cuidado. “La única forma de que la fuerza laboral crezca es con la llegada de nuevos inmigrantes. Si la fuerza laboral no está creciendo, será más difícil para la economía”, advirtió Passel.

Expertos en demografía y economía advierten sobre repercusiones negativas a largo plazo, en un contexto en que la población estadounidense está envejeciendo y la tasa de natalidad permanece baja.
Dowell Myers, profesor de demografía en la Universidad del Sur de California, subraya la gravedad del fenómeno: “si se golpea a la fuerza laboral recortando el flujo de inmigrantes, veremos consecuencias en la vida cotidiana”, dijo en entrevista con The New York Times.
Las políticas de deportación acelerada y la finalización de programas de protección temporal afectan a cientos de miles de personas. Una proporción significativa de los inmigrantes indocumentados –alrededor del 50% de los 14 millones contabilizados en 2023– lleva más de una década en el país. Además, numerosas familias están optando por regresar por cuenta propia antes de ser expulsadas bajo custodia.
El fenómeno del auto-repatrio está acompañándose de nuevos sistemas desarrollados por el gobierno, que incluyen incentivos financieros y ayuda logística. “Algo que era raro se ha vuelto normal”, explica Patrick Garcia, director ejecutivo de Embrace Carolinas. “Mi predicción es que las salidas aumentarán a medida que se acerque el invierno”.

Otra característica del nuevo escenario es la diversificación del origen de los inmigrantes. Si bien México y Centroamérica eran las principales fuentes en el pasado, ahora más indocumentados llegan de Sudamérica.
California sigue siendo el estado con mayor cantidad de inmigrantes (2,3 millones), seguido de Texas (2,1 millones), aunque la brecha entre ambos ha disminuido considerablemente.
Activistas y organizaciones han reportado un clima generalizado de miedo, así como una tendencia a autoimponerse restricciones en la vida cotidiana por el temor a detenciones. “Ellos prefieren irse con algo, después de décadas de trabajo aquí, que ser detenidos y deportados con nada”, señaló Luz Gallegos, directora de TODEC en Riverside County.
Mientras tanto, las autoridades federales han celebrado públicamente el descenso migratorio. En un post en Truth Social, el presidente Trump manifestó: “promesas hechas. Promesas cumplidas. Migración neta negativa por primera vez en 50 años”.
A pesar de los argumentos políticos que vinculan la disminución migratoria con un supuesto alivio para los servicios públicos y el mercado laboral, economistas como Tara Watson advierten los riesgos: “un descenso rápido en la inmigración provocará daño económico”, sostiene la investigadora del Brookings Institution.