
El caballo de Przewalski, también conocido como caballo salvaje mongol o takhi (Equus ferus przewalskii), es el único linaje de caballo verdaderamente salvaje que aún existe.
Su historia se remonta a miles de años, y aunque en ocasiones se le ha calificado de asilvestrado, investigaciones recientes muestran que no hay evidencia concluyente de domesticación respecto a los caballos de Botai, por lo que sigue considerándose el último caballo salvaje.
A mediados del siglo XX, la especie estuvo al borde de la extinción, pero gracias a la intervención de naturalistas y programas de conservación, logró sobrevivir. Hoy, se encuentra principalmente en reservas de Mongolia y China, así como en zoológicos especializados en distintas partes del mundo, incluyendo Europa y América, donde participan en programas de reproducción y conservación.
Los especialistas destacan que, aunque la población ha aumentado en décadas recientes, sigue siendo escasa y requiere monitoreo constante. Además, su comportamiento salvaje y su carácter reservado ante los humanos representan un desafío para quienes trabajan en su preservación, ya que los ejemplares mantienen cierta distancia incluso con cuidadores que los crían en cautividad.

De acuerdo con la Alianza de Conservación del Zoológico de Denver, los Przewalski originalmente vagaban por las estepas de Eurasia, pero las últimas manadas salvajes se retiraron a regiones desérticas y montañosas.
Actualmente, las principales poblaciones se concentran en el parque nacional Hustai en Mongolia, el parque nacional Kalamery en China y la reserva natural de Oremburgo en Rusia. Algunos ejemplares se encuentran en zoológicos y programas de cría especializados alrededor del mundo.
Esta especie de equinos se caracteriza por ser robusta y compacta, con patas cortas, cabeza grande y orejas erguidas que le dan un aspecto alerta. La altura al hombro oscila entre 120 y 146 cm, y el pelaje varía de marrón claro a rojizo con el vientre blanco, patas con franjas y una melena rígida oscura.
Peter Schlichting, investigador de conservación, destaca que su estructura física le permite moverse eficazmente por terrenos pedregosos y defenderse de depredadores naturales.
El caballo de Przewalski tiene una esperanza de vida cercana a los 30 años. Su carácter salvaje se refleja en la defensa agresiva de los sementales sobre la manada y en la interacción brusca entre ejemplares, aunque pueden resolver conflictos de manera pacífica según la situación. A diferencia de otras razas domésticas, mantienen distancia de los humanos, incluso cuando nacen en cautiverio.
El pelaje de estos caballos presenta variaciones de arena a marrón grisáceo, con una franja dorsal oscura que puede desvanecerse con la edad. Su cola y melena muestran un tono más oscuro, y experimentan muda estacional.
Una característica anatómica única es que poseen una vértebra torácica más que los caballos domesticados. Estas particularidades refuerzan su identidad como el último caballo verdaderamente salvaje del planeta, adaptado a la estepa virgen de Asia Central y protegido gracias a esfuerzos internacionales de conservación.