
Un brote de Ébola en la provincia de Kasai, al centro de la República Democrática del Congo (RDC), provocó 47 casos confirmados y 25 fallecimientos, según la última información brindada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un comunicado.
En ese sentido, el máximo ente sanitario internacional destacó que, además de los señalados, existen 10 casos aún en estudio y otros 10 fallecimientos que no fueron atribuidos, hasta el momento, a esta patología, con una tasa de letalidad aproximada del 61,4 % en la Zona Sanitaria de Bulape.
“Los casos se presentan en edades comprendidas entre los 0 y los 65 años, siendo el grupo de edad de 0 a 9 años el más afectado, con el 23% del total. Las mujeres representan el 61% de los casos. La tasa de letalidad en mujeres es del 56%, en comparación con el 73% en hombres. Los niños, las amas de casa y los agricultores son los grupos más afectados”, enumeró el ente sanitario.
Según la OMS, la cepa responsable pertenece al Zaire ebolavirus, el tipo más peligroso y común de los virus de Ébola. Esta variante ya había causado la epidemia de 2014 a 2016 en África occidental, la más extensa en la historia de la enfermedad. El Ministerio de Salud de la RDC confirmó el involucramiento de esta cepa el 4 de septiembre.

Vale destacar que el brote actual es el decimosexto en la República Democrática del Congo desde que se identificó la enfermedad en 1976, siendo que el más reciente ocurrió en 2022 en Beni, en la provincia de Kivu del Norte.
De acuerdo con la OMS, el organismo internacional solicitó un presupuesto de USD 21 millones para apoyar la respuesta nacional. Entre las prioridades se encuentran el envío de personal sanitario a las áreas afectadas, la detección precoz de casos, la intervención en las comunidades, la provisión de tratamiento y la disminución de la circulación del virus.
Según la revista Nature, el epicentro del brote involucra cuatro regiones de la provincia de Kasai: Bulape, Mweka, Mushenge y Kakenge. Estas localidades tienen un acceso limitado a infraestructuras y servicios básicos de salud. Las dificultades logísticas impiden una respuesta ágil y coordinada en la atención de los casos, lo que agrava la capacidad de control local.
De acuerdo con especialistas, la fuente exacta del actual brote no se conoce, pero la evidencia sugiere un salto zoonótico, donde el virus pasa de un animal a personas. Normalmente, murciélagos u otros mamíferos pequeños actúan como reservorios naturales. Este patrón también se observó en epidemias previas, aunque en este evento la secuenciación viral mostró diferencias respecto de cepas anteriores.

Peter Horby, epidemiólogo del Pandemic Sciences Institute de la Universidad de Oxford, ratificó que el brote no corresponde exactamente a variantes conocidas, lo que refuerza la hipótesis de un nuevo salto zoonótico.
Según Horby, la situación se complica por el aislamiento de la zona y por la demora en la llegada de los pacientes a centros de salud. La falta de acceso temprano a atención y la precariedad de las instalaciones médicas elevan las tasas de mortalidad. La mayoría de las personas afectadas llegan con cuadros avanzados, lo que reduce las posibilidades de éxito terapéutico.
De acuerdo con Henry Kyobe Bosa, responsable de la respuesta en Uganda frente al Ébola, la lejanía de las regiones afectadas contribuye tanto a la gravedad del brote como a su contención relativa. La distancia geográfica podría dificultar una expansión rápida del virus a zonas urbanas o transfronterizas, pero, al mismo tiempo, obstaculiza la labor de los equipos sanitarios.

El Zaire ebolavirus tiene una alta tasa de letalidad, que oscila entre el 60% y el 90% en brotes registrados desde su identificación inicial. El virus se transmite a través del contacto con fluidos corporales de una persona infectada o de animales reservorios.
La transmisión dentro de las comunidades se acelera ante la escasez de equipos de protección, la falta de formación adecuada y la circulación tardía del personal médico.
Según la OMS, la estrategia para controlar la emergencia incluye el rastreo de contactos, la vigilancia epidemiológica intensiva, el refuerzo del sistema de salud local y la distribución de vacunas. Las organizaciones no gubernamentales mantienen una presencia limitada por el contexto de seguridad y por la inestabilidad política que caracteriza la región.
De acuerdo con los datos, la población de Kasai enfrenta diversas barreras culturales y sociales que dificultan la cooperación con las brigadas sanitarias. El temor, el desconocimiento y la desconfianza hacia las instituciones retrasan el diagnóstico y la correcta atención de nuevos casos. Las campañas de comunicación buscan mejorar la comprensión local sobre el riesgo de contagio y la necesidad de detección precoz.

La experiencia acumulada desde el gran brote en África occidental favorece una mejor coordinación regional. Según expertos, la mayor disponibilidad de vacunas y la mejora de los protocolos de aislamiento ofrecen herramientas más eficaces que en crisis previas. Sin embargo, la infraestructura sigue con limitaciones. En varios puntos, los centros carecen de capacidad para pruebas rápidas, aislamiento oportuno y suministros médicos básicos.
El cumplimiento de las prácticas funerarias seguras es otro elemento central. La transmisión del Ébola resulta muy alta durante los sepelios no controlados, en los que el contacto con cadáveres infectados multiplica el riesgo para familiares y sanitarios. Las autoridades trabajan para fortalecer las medidas preventivas en este aspecto.
El brote de Ébola actual en la RDC expone una combinación de factores clínicos, sociales y operativos que explican la alta letalidad. Según especialistas, la rapidez para identificar casos, el acceso inmediato a atención y la mejora de la confianza con las comunidades representan los desafíos clave para evitar una catástrofe regional.
La OMS, junto a socios técnicos y financieros, sigue el avance de la epidemia y ajusta su respuesta con base en la evolución epidemiológica. La situación demanda apoyo internacional, recursos económicos adecuados y esfuerzos sostenidos de sensibilización para contener al virus en áreas remotas y proteger al resto del continente africano.