Antes de que Batman, el héroe de Ciudad Gótica, adoptara su imagen sombría y enigmática en pantalla, Hollywood consideró una versión inesperada: un proyecto para llevar al personaje a la comedia, con destacados nombres del cine y la música. La industria estuvo a punto de transformar por completo al icónico justiciero, aunque esa idea nunca superó el papel.
Según reveló Espinof, existió un proyecto real que contemplaba a Bill Murray como el Caballero Oscuro, acompañado por Eddie Murphy en el papel de Robin y con David Bowie como el villano principal.
La dirección recaería en Ivan Reitman, responsable del éxito de Los cazafantasmas, en una apuesta que mezclaba comedia, música y un enfoque irreverente para el icónico superhéroe.
La propuesta surgió en un momento en que Warner Bros. buscaba revitalizar la figura de Batman tras la popular serie televisiva de Adam West y varios intentos fallidos de relanzar al personaje en la gran pantalla.
Ivan Reitman, que acababa de consolidarse como uno de los directores más cotizados gracias a su dominio de la comedia, fue considerado por el estudio como la persona idónea para liderar este giro. La elección de Murray, conocido por su versatilidad y su capacidad para alternar entre el humor y el drama, respondía a la intención de alejarse del tono gótico tradicional y apostar por una versión más desenfadada y cómica del superhéroe, como detalló Espinof.
El auge de las comedias en los años 80, con títulos que marcaron época y actores que se convirtieron en referentes del género, influyó de manera decisiva en la concepción de este proyecto. Reitman y Murray representaban la vanguardia de una generación que redefinió el humor en el cine estadounidense, y su posible incursión en el universo de Batman prometía una ruptura total con la imagen oscura y solemne que caracterizaba al personaje en los cómics y en adaptaciones previas.
La inclusión de Eddie Murphy, una de las grandes estrellas del momento, y de David Bowie, icono de la música y el cine, completaba un reparto que, de haberse concretado, habría marcado un antes y un después en la historia del género.

Sin embargo, el desarrollo del proyecto no estuvo exento de tensiones internas, especialmente en lo que respecta al reparto. Bill Murray, en declaraciones recogidas por Espinof, relató que mantuvo conversaciones con Eddie Murphy sobre la posibilidad de compartir protagonismo, pero surgió una disputa sobre quién debía interpretar a Batman.
Murray explicó: “No quiero ser el Chico Maravilla para nadie. Quizás mucho antes, cuando era niño. Pero ya era demasiado tarde para eso en los 80. Además, no podía hacer el disfraz. Eddie se ve bien de morado, y yo también. De rojo y verde, parezco un elfo de Papá Noel. No iba a suceder”.
Estas diferencias de criterio en torno a los papeles principales reflejaron la dificultad de encajar las expectativas de los actores con la visión del director y del estudio.
A las disputas de casting se sumaron otros obstáculos que terminaron por frenar la producción. Según detalló Espinof, las diferencias creativas entre los implicados, los cambios de prioridades dentro de Warner Bros. —que apostó finalmente por Cazafantasmas— y la compleja dinámica de reescrituras y trámites habituales en los grandes estudios, contribuyeron a que el proyecto quedara en suspenso.
La suma de estos factores impidió que la versión de Batman ideada por Reitman, Murray, Murphy y Bowie llegara a materializarse, justo antes de que Tim Burton y Michael Keaton redefinieran el mito del superhéroe en 1989.

El impacto potencial de esta película, de haberse realizado, habría sido considerable. Un Batman con el sello de la comedia ochentera y un reparto tan singular podría haber alterado el rumbo de las adaptaciones de superhéroes, influyendo en el tono y la estética de las producciones posteriores.
Como subrayó Espinof, la historia de este proyecto fallido ilustra cómo las decisiones creativas y los vaivenes de la industria pueden cambiar el destino de personajes emblemáticos y de los géneros cinematográficos en su conjunto.
Hoy, la anécdota de aquel Batman que nunca fue, con Reitman, Murray, Murphy y Bowie al frente, permanece como una de las grandes historias alternativas del cine, evocando el universo de proyectos que rozaron la realidad y se convirtieron en leyenda dentro de la cultura pop.