Donald Trump se encuentra en una intersección con dos posibles caminos. Uno de ellos es apoyar a Vladimir Putin y tratar de convencer a Zelenski de que entregue los territorios ocupados. El otro es ponerse del lado del ucraniano y ayudar en su ofensiva. Si opta por el segundo, hay una herramienta que podría ser clave: el misil Tomahawk.
Hace unas horas, el líder ucraniano se reunió con el republicano en la Casa Blanca, donde este le dijo que ojalá haya una forma de conseguir la paz “sin pensar” en emplear los misiles. Poco antes de su encuentro, Trump habló por vía telefónica con su homólogo ruso, con el que está ultimando una reunión en Budapest la semana que viene.
El Tomahawk es un misil de crucero de diseño estadounidense, conocido por su precisión y capacidad para atacar objetivos a gran distancia. Desde hace semanas, el presidente estadounidense ha amenazado a Putin con ofrecérselos a su rival si no acerca posturas para lograr un acuerdo de paz. Kiev es consciente de que contar con este arma podría ser determinante en su futuro en la guerra.

Un misil de crucero utiliza un motor a reacción de pequeño tamaño y alas que le proporcionan sustentación, lo que le da la capacidad de dirigirse de manera autónoma hasta su objetivo. El Tomahawk puede lanzarse desde barcos, submarinos y plataformas terrestres, y posee un alcance efectivo de hasta 1.600 kilómetros, permitiendo realizar ataques a gran distancia.
Su característica que lo hace muy especial es que su rendimiento no se ve afectado por la presencia de sistemas de defensa aérea modernos. Tiene una gran capacidad de esquivar tecnologías de seguridad. La variante más reciente, denominada Tomahawk Táctico Bloque IV (TACTOM), incluye un enlace de datos que permite modificar su trayectoria o cambiar de objetivo durante el trayecto.
A partir de 2020, la Marina de Estados Unidos y su fabricante, Raytheon, comenzó a modernizar estos misiles mediante la incorporación del Bloque V, aumentando su vida útil en 15 años. Este nuevo modelo introduce mejoras en navegación y comunicación y amplía sus capacidades operativas. Su velocidad alcanza los 885 km.
Dentro de este avance, la versión Va es capaz de atacar blancos móviles en el mar y la Vb incorpora se centra en los objetivos terrestres. Hasta la fecha, el Tomahawk ha superado las 550 pruebas de vuelo y se ha utilizado operativamente en más de 2.350 ocasiones. Uno de sus últimos usos han sido los ataques contra los Hutíes en Yemen.
El Tomahawk tiene un gran impacto y puede emplearse en una gran cantidad de contextos. Además, como dice el propio Trump, EEUU “tiene muchos Tomahawks”. La preocupación de Rusia por tener en su contra estos misiles responde a la efectividad que han demostrado en otros conflictos. Irak, Siria o Afganistán conocen las consecuencias de recibir uno de estos misiles.
Kiev se encuentra a 800 kilómetros de Moscú. Esto hace que sea perfectamente factible lanzar uno de estos misiles de crucero desde una capital a la otra, pues su capacidad de distancia duplica a la que separa a ambas ciudades. Por ello, la simple amenaza de poder emplearlos es un temor para Rusia con el que puede jugar Trump.