El domingo 22 de junio de 2025, los bombarderos B-2 Spirit de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que habían participado en ataques contra instalaciones nucleares iraníes comenzaron su regreso a su base de operaciones en Whiteman Air Force Base, ubicada a unos 117 kilómetros al sureste de Kansas City, Misuri. La cuenta de la Casa Blanca en X compartió el video del aterrizaje de las aeronaves. El primer grupo, compuesto por cuatro aeronaves, realizó un giro sobre la base antes de enfilarse hacia la pista desde el norte; minutos después, un segundo grupo de tres hizo su aproximación final e inició el procedimiento de aterrizaje. Whiteman Air Force Base es sede del 509th Bomb Wing, la única unidad militar estadounidense que opera el modelo B-2 Spirit, un bombardero furtivo.
La misión de los bombarderos formó parte de la Operación Midnight Hammer, un golpe aéreo llevado a cabo durante la madrugada del domingo, hora local iraní, contra tres sitios considerados clave en el programa nuclear de Irán. De acuerdo con información oficial confirmada por el presidente Donald Trump a través de su cuenta en Truth Social, el objetivo fue atacar instalaciones subterráneas de almacenamiento y procesamiento de uranio en los complejos de Fordo, Natanz e Isfahan.
El presidente Trump agradeció públicamente a las tripulaciones por su regreso, señalando que los bombardeos lograron un daño “monumental” y mostrando su reconocimiento por la precisión de la operación. En mensajes publicados el domingo, el mandatario estadounidense expresó: “¡Gracias por un trabajo bien hecho!” y añadió: “Los impactos fueron duros y precisos. Nuestra fuerza militar demostró gran habilidad”.

Según el general Dan Caine, presidente del Estado Mayor Conjunto, el contingente principal se conformó por siete B-2 Spirit que volaron hacia el este desde la base en el centro de Estados Unidos, con destino a los blancos designados en Irán. Cada aeronave transportó dos bombas GBU-57 Massive Ordnance Penetrator (MOP), especializadas en penetrar fortificaciones subterráneas. Durante la operación, que se extendió por aproximadamente 25 minutos, se lanzaron un total de 14 bombas MOP sobre los complejos de Fordo y Natanz, mientras que misiles Tomahawk disparados desde un submarino estadounidense estaban dirigidos contra la instalación de Isfahan, de acuerdo con las declaraciones ofrecidas por Caine en un informe ante el Pentágono.
Simultáneamente, otro grupo de bombarderos B-2 realizó un vuelo hacia el oeste, sobre el Pacífico, cumpliendo funciones de señuelo, indicaron los voceros militares. Más de 125 aeronaves estadounidenses participaron en diferentes capacidades, incluyendo cazas de escolta, aviones cisterna para reabastecimiento en vuelo y plataformas de vigilancia electrónica. Las fuerzas involucradas utilizaron más de 75 armas de precisión durante la ofensiva aérea. Según los funcionarios del Pentágono, la misión representó la mayor operación de combate de B-2 Spirit en la historia militar de Estados Unidos.
Un grupo de B-2 Spirit partió hacia el oeste para crear confusión, mientras la formación principal voló en dirección contraria para llevar a cabo la misión real. La operación también involucró una flota de aviones de reabastecimiento y de combate, así como la coordinación con fuerzas navales para el lanzamiento de misiles desde un submarino. El ataque sorprendió a las fuerzas de Irán, quienes no anticiparon la ofensiva ni detectaron el avance de los bombarderos estadounidenses. La operación se llevó a cabo con el objetivo de afectar de forma significativa la infraestructura nuclear iraní.

Las imágenes satelitales tomadas al día siguiente del ataque muestran cráteres de gran diámetro en la cima de la montaña donde se localiza el complejo subterráneo de Fordo. Fotografías proporcionadas por Maxar Technologies revelan daños extensos en edificios ubicados en Natanz y Isfahan, incluida la planta de enriquecimiento de combustible. Estas evidencias visuales reflejan el alcance del impacto en dos de los centros más importantes del programa nuclear iraní.
Tras el ataque, el gobierno iraní negó la existencia de daños sustanciales en las instalaciones nucleares y advirtió que se reserva el derecho de responder. Funcionarios del régimen persa han manifestado su intención de llevar a cabo una evaluación propia en los sitios afectados antes de emitir un reporte detallado, al tiempo que la República Islámica reiteró su condena a la operación y prometió represalias ante lo que califican como un acto de agresión.