Emporio Armani realizó el jueves 25 de septiembre su primer desfile después del fallecimiento de Giorgio Armani, fundador de la casa italiana. El evento se realizó, durante la Milan Fashion Week, en el teatro de Via Bergognone.
Este fue el primer reencuentro público de la casa italiana con su audiencia desde la pérdida de su fundador, que falleció el 4 de septiembre a los 91 años. El espacio del desfile, utilizado semanas antes como capilla ardiente de Armani, acentuó el carácter emotivo de la jornada.
La dinámica del espectáculo se alejó de las convenciones habituales, sin discursos, sin la aparición del equipo creativo y con el protagonismo absoluto de un aplauso espontáneo y prolongado.
Las modelos, al finalizar la presentación, encabezaron una ovación que rápidamente fue seguida por el resto de los asistentes. Este tributo colectivo reemplazó cualquier formalidad, con un homenaje silencioso al legado del llamado “rey de la moda italiana” y al recordar su figura por medio de un gesto compartido.
La colección presentada fue concebida antes de su partida. Así, mantener el calendario original bajo la dirección de su fundador representó un modo de honrar su memoria y convicciones.
La colección Primavera-Verano 2026 fue la última en la que participó personalmente Giorgio Armani y sirvió como manifiesto de su visión creativa. El concepto de “regreso” guió la propuesta, que ahondó en los códigos clásicos de la firma y los reinterpretó con matices renovados.

En la elección de tejidos predominó la ligereza, con el uso extendido de organza, gasa y seda. Las transparencias se impusieron como hilo conductor tanto en vestidos, blusas y capas, y ofrecer juegos superpuestos de telas que dejaron entrever el cuerpo sin perder sofisticación ni discreción.
La colección amplió su paleta cromática desde los tonos naturales, arena, perla, beige, hacia matices vibrantes pero sutiles como melocotón, celeste, azul profundo, fucsia y negro.
La transición de colores se logró mediante degradados y estampados desvaídos, principalmente en capas ligeras, polleras y pantalones, y generar una atmósfera de suavidad visual.
Entre las prendas más emblemáticas destacaron los vestidos vaporosos de gasa, con largos hasta el suelo, aberturas laterales y sencillos drapeados que favorecían una caída fluida.
Otros looks presentaron minivestidos arrugados de tejido brillante en tonos gris claro y perla, combinados con cintillos negros en la cintura para realzar la silueta. Los vestidos strapless en gris perla aportaron una nota sobria, con acabados pulidos y volantes mínimos.
Sobresalieron también las capas ultraligeras con estampados geométricos en azul oscuro y blanco, que se usaron sobre pantalones rectos y tops de seda, con el carácter moderno y urbano de la colección.
Las camperas o blazers oversize semitransparentes se llevaron cruzadas sobre los hombros, al sumar volumen sin restar delicadeza.
El diseño de pantalones fue deliberadamente recto y algo holgado, al aportar comodidad y un aire desenfadado, en contraposición a blusas de gasa ajustadas y estructuradas en la parte superior del cuerpo.
Entre los conjuntos más innovadores se observaron mezclas de prendas masculinas y femeninas: camperas amplias sobre conjuntos delicados, pantalones de vestir junto a tops drapeados y chalecos transparentes.
Los detalles translúcidos y las texturas satinadas proporcionaron efecto etéreo, al reforzar por aplicaciones de tejidos brillantes y acabados metálicos, principalmente en faldas midi y algunos pantalones.
Las prendas sin mangas y los lazos anchos, ubicados en la cintura o a modo de cinturón en colores vivos como fucsia y rojo, acentuaron la verticalidad, mientras los escotes horizontales y los cortes rectos aportaron sobriedad.
El desfile incluyó bikinis brillantes azules, con tirantes delgados y formas geométricas, junto a vestidos midi traslúcidos y prendas con inserciones metálicas que reflejaban la luz. Las combinaciones entre elementos rígidos y suaves buscaron crear una dualidad contemporánea y clásica a la vez.
El estilismo complementó la propuesta con accesorios cuidadosamente seleccionados: gafas de sol redondas y rectangulares, pañuelos anudados al cuello, grandes bolsos de tejido blando y detalles de nudos o tiras.
Los bolsos estructurados, en tonos oscuros y pastel, se combinaron con zapatos planos frecuentemente metalizados, al favorecer la comodidad y la sofisticación.
Las sandalias planas y mules reforzaron la apuesta por la funcionalidad, mientras que los bolsos de gran tamaño, con formas flexibles y colores suaves, reflejaron el enfoque práctico y decorativo de la colección.
La colección ofreció un recorrido completo por el repertorio estilístico de Armani, al reunir códigos fundamentales de la casa, como la neutralidad cromática, los tejidos nobles y el diálogo entre lo masculino y lo femenino. Una propuesta cargada de matices, sutilezas estructurales y equilibrio entre ligereza y potencia visual.
Asistieron figuras centrales en la historia y presente de la casa Armani, al reforzar el tono emotivo del evento. Leo Dell’Orco, compañero personal y mano derecha de Armani durante las últimas dos décadas, ocupó un lugar destacado en primera fila.
Su presencia simbolizó la transición y continuidad al frente del grupo, tal como dispuso Armani en su testamento. También estuvo Silvana Armani, sobrina del fundador, quien optó por la discreción y evitó el protagonismo o declaraciones públicas.
Simultáneamente, la casa Armani inauguró una exposición conmemorativa por sus 50 años en la Pinacoteca di Brera de Milán, institución que dedicó por primera vez sus salas a una muestra de moda.
La exposición estableció un diálogo entre los diseños más icónicos de Armani y obras maestras del arte italiano, desde la Edad Media hasta el siglo XIX.
La muestra incluyó 150 conjuntos provenientes del ARMANI/Archivio, con el fin de ilustrar la evolución y los principales códigos de la firma: reinterpretación de la sastrería, sentido decorativo propio, preferencia por tonos neutros, riqueza técnica y bordados, y una creatividad genuina que combina sobriedad e innovación.
El homenaje consolidó la vinculación de Armani con el barrio de Brera, donde vivió y encontró inspiración esencial.
La Academia de Bellas Artes ya había distinguido a Armani en 1993 por su coherencia estilística, vínculo que hoy se extiende en este tributo museístico, inédito hasta la fecha en la Pinacoteca.
La expectativa giró en torno al homenaje oficial previsto para la gala final del domingo 28 de septiembre, donde se presentará la última colección de la línea Giorgio Armani en el patio de honor del Palazzo Brera.
La Cámara Nacional de la Moda Italiana, presidida por Carlo Capasa, anticipó que la gala serviría para rendir tributo a uno de los grandes fundadores de la moda italiana, al destacar su valor creativo, empresarial y humano.
Tanto el desfile como la exposición fueron organizados antes de su muerte y respetados según el deseo del diseñador, al destacar su impronta personal en la marca y en la ciudad de Milán.