
Amanda Knox, la joven estadounidense condenada y luego exonerada por el asesinato de su compañera de piso en Italia, vuelve al centro de la conversación pública. En una entrevista en el pódcast Armchair Expert with Dax Shepard, compartió detalles inéditos sobre su experiencia en el sistema judicial italiano, el impacto mediático y su proceso de reconstrucción personal.
“Aunque ahora soy conocida por extraños, estoy experimentando los aspectos positivos de la fama: alguien me escribe y me dice que no se suicidó porque me escuchó en un pódcast. Eso es una buena sensación. Es conexión humana. Es lo que me fue arrebatado y que nunca pensé que recuperaría, y ahora lo estoy recuperando de formas nuevas y sorprendentes”, señaló Amanda Knox en Armchair Expert with Dax Shepard.
La conversación coincide con el estreno de una serie limitada en Hulu inspirada en su historia, con el objetivo de ofrecer perspectiva sobre uno de los casos judiciales más mediáticos de las últimas décadas.

El nombre de Amanda Knox se volvió conocido mundialmente en 2007, cuando la estudiante de Seattle fue acusada en Perugia, Italia, del asesinato de su compañera de piso, Meredith Kercher.
El proceso judicial se prolongó hasta 2015, inundado de atención mediática y polémicas sobre la actuación policial y judicial. Knox estuvo cuatro años en prisión y otros cuatro bajo amenaza de extradición, hasta que fue exonerada. Su relato, símbolo de los riesgos de los juicios mediáticos y de los errores judiciales, sigue generando debate.
Durante la entrevista, Knox habló sobre el estigma que persiste desde su regreso a Estados Unidos. “Siento que toda mi vida adulta la gente ha intentado encontrar algo malo en mí”, explicó, subrayando la presión de la opinión pública y los medios, que buscaban una explicación a su supuesta culpabilidad.

Relató la sensación de ser demonizada y convertida en objeto de especulación: “Si no hay nada malo en mí, entonces cualquiera podría ser vulnerable a lo que me pasó”.
El estreno de la serie en Hulu, basada en el libro de memorias de Knox, Waiting To Be Heard, implica un intento de narrar su historia desde su propia voz. El proyecto, con Monica Lewinsky como productora ejecutiva y K.J. Steinberg como creadora, ofrece una mirada empática y rigurosa.
“No es solo un drama judicial; empieza y termina con lo personal”, explicó Knox, quien resaltó que la serie muestra su regreso a Italia en 2022 para reunirse con el fiscal que llevó la acusación en su contra. Grace Van Patten interpreta a Knox, mientras Sharon Horgan encarna a su madre. El reparto, según la joven, captura la complejidad emocional de los hechos.

Knox describió cómo el trauma de la prisión y el proceso legal la llevó a rehacer su vida desde cero. Tras su exoneración, tuvo que enfrentar la dificultad de adaptarse a una nueva normalidad, en un entorno donde la fama no deseada y las amenazas eran constantes.
“Intenté actuar como si pudiera tener una vida normal, pero era imposible”, confesó. Relató que uno de los momentos más significativos en su proceso de sanación fue el regreso a Italia para encontrarse con su fiscal, una decisión destinada a comprender cómo ocurrió una condena injusta. “Quería entender cómo alguien, convencido de actuar con integridad, pudo estar tan equivocado”, explicó.
Knox criticó la diferencia entre entrevista e interrogatorio en los procedimientos policiales, diferencia que, según comentó, permite negar derechos fundamentales a los sospechosos. “Nunca me informaron que era sospechosa ni me permitieron tener un abogado presente”, denunció.

Describió que, tras más de 50 horas de interrogatorios en cinco días, firmó una confesión en italiano bajo presión y agotamiento, creyendo haber perdido el control de su realidad. “Me hicieron creer que había presenciado el crimen y lo había olvidado”, recordó, poniendo el foco en la facilidad con la que las técnicas policiales pueden inducir confesiones falsas.
La cobertura mediática sobre Knox fue blanco de duras críticas. Describió cómo los medios construyeron una imagen distorsionada, recurriendo a estereotipos de género y al sesgo implícito: “Me llamaron ‘Luciferina’ en el tribunal y me retrataron como una femme fatale”, expresó, recalcando que la narrativa mediática eclipsó a la víctima y alimentó teorías infundadas sobre motivos y personalidades.
La fama que la rodeó tras su exoneración no trajo alivio, sino una nueva carga. “Ahora estoy vinculada para siempre a la muerte de mi compañera”, admitió, describiendo la dificultad de hallar su lugar más allá de la narrativa pública y el peso de la culpa del sobreviviente.

Su proceso de sanación incluyó participar en conferencias de exonerados y encontrar apoyo en quienes vivieron experiencias similares. “Encontré propósito al conectar con otros que entendían mi situación sin explicaciones”, afirmó.
Pese a la dureza de su historia, Knox indicó que ha conseguido encontrar un nuevo sentido de propósito. La colaboración con Monica Lewinsky y el equipo le permitió “procesar el duelo a través del arte” y recuperar parte de la humanidad perdida durante años.
“No elegí la fama, pero ahora, tras haber pasado por lo peor, empiezo a experimentar sus aspectos positivos”, reflexionó.
Su historia continúa evolucionando como un testimonio sobre la resiliencia, la búsqueda de justicia y la capacidad de transformar el dolor en empatía y sentido vital. Sin radares, ni comunicación por radio, la travesía mediática y personal de Amanda Knox muestra cómo transformar el dolor en una nueva forma de propósito.