
El consumo de jugo de manzana suele estar acompañado de dudas sobre su impacto en la salud bucal, especialmente por su condición ácida.
Recientes hallazgos científicos aportan una perspectiva diferente: la saliva posee mecanismos de defensa sumamente eficaces, capaces de restaurar la protección de dientes y encías en minutos, incluso después de experimentar alteraciones momentáneas.
Una investigación de la Universidad de Portsmouth, realizada con la colaboración de la Universidad de Leeds, analizó el efecto inmediato del jugo de manzana y del agua de la canilla sobre la saliva.

Treinta y dos personas adultas, en su mayoría mujeres de entre 18 y 56 años, participaron en pruebas que consistieron en enjuagarse la boca durante un minuto, en una sesión con agua de Portsmouth y en otra con jugo de manzana cien por ciento natural. Antes y después de cada procedimiento, se recogieron muestras de saliva para su análisis.
Los resultados evidenciaron que la fricción dentro de la cavidad bucal se incrementa de forma transitoria tanto tras el enjuague con jugo de manzana como con agua de la canilla. A pesar de este aumento inicial, la saliva restauró su capacidad lubricante en aproximadamente diez minutos.
De manera llamativa, el agua de Portsmouth produjo alteraciones incluso más notorias que las observadas con el jugo, un fenómeno atribuido a la alta concentración de minerales presentes en el agua que pueden alterar temporalmente la acción de las mucinas salivales, responsables de la lubricación.
El análisis detallado mostró que, tras la exposición al jugo de manzana, se produjo una reducción en las concentraciones de inmunoglobulinas, cistatinas y anhidrasa carbónica, proteínas relacionadas con la defensa inmunitaria y la protección oral.

Sin embargo, los niveles de mucina permanecieron inalterados, factor clave para explicar la rápida recuperación funcional de la saliva frente a agresiones externas. Este comportamiento fue validado por pruebas tribológicas y de medición de película salival.
El autor principal del estudio, Mahdi Mutahar, señaló que la ingesta breve de jugo de manzana no genera efectos nocivos inmediatos: la lubricación regresa a la normalidad y las proteínas protectoras de la saliva mantienen su función.
Además, se observó que los minerales presentes en el agua de la canilla pueden provocar más incomodidad inicial que el propio jugo en términos de fricción, debido a su interacción con las proteínas salivales.
La profesora Anwesha Sarkar, especialista en la interacción entre alimentos y saliva de la Universidad de Leeds, destacó el valor de los enfoques multidisciplinares para comprender en mayor profundidad la relación entre dieta y función bucal.

A partir de las observaciones, se recomendó emplear algunas medidas prácticas para reducir los posibles efectos adversos del jugo de manzana sobre la salud de dientes y encías.
- Se sugiere beber el jugo rápidamente y evitar los sorbos prolongados.
- Enjuagar la boca con agua tras su consumo.
- Utilizar pajillas para reducir el contacto con los dientes.
- Permitir un intervalo antes de ingerir nuevas bebidas ácidas.
Estas estrategias contribuyen a que la saliva recupere su función protectora y disminuyen la exposición dental a ácidos y azúcares.
El estudio propuso realizar investigaciones futuras para examinar los efectos del consumo repetido de bebidas ácidas en el transcurso del día, así como para analizar el impacto directo sobre el esmalte dental y comparar este comportamiento con el de otras fuentes de agua.

También se sugirió explorar la adición de proteínas protectoras en bebidas como posible refuerzo para las defensas naturales bucales.
Los expertos indican que la ingesta ocasional y en cantidades moderadas de jugo de manzana no representa un riesgo inmediato para la salud bucal, en virtud de la rápida acción reparadora de la saliva.
Se advierte, no obstante, que una exposición frecuente o prolongada a agentes ácidos podría exceder los sistemas naturales de defensa, por lo que se respalda la conveniencia de mantener hábitos de consumo responsables y respetar los intervalos de recuperación para conservar la protección oral.
La saliva, a menudo subestimada, actúa como un escudo eficaz frente a los cambios repentinos derivados de la dieta diaria.