
Después de la crisis provocada por la influenza aviar y la consecuente destrucción de aves de corral en Estados Unidos, el sector agropecuario enfrenta una nueva amenaza: el avance del gusano barrenador del ganado (New World screwworm) hacia la frontera entre Texas y México.
El riesgo de un brote de esta mosca parasitaria, erradicada en Estados Unidos desde los años 60, preocupa a productores y autoridades, quienes advierten sobre su posible impacto devastador en la ganadería y los precios de la carne.
“No podemos esperar, sería perderlo todo”, advirtió Stephen Diebel, vicepresidente de la Asociación de Ganaderos de Texas y el Suroeste, durante una audiencia reciente con legisladores estatales.

El avance del gusano barrenador —cuyo nombre científico significa “devorador de carne”— representa una amenaza real tanto para el ganado como para el costo de vida de los consumidores de carne en el país.
El gusano barrenador fue virtualmente eliminado del territorio estadounidense tras un gran esfuerzo federal iniciado luego de que la ciencia descubriera, en la década de 1950, que la radiación esteriliza eficazmente a estos insectos.
Sin embargo, la especie sigue siendo endémica en grandes regiones de Sudamérica y ha sido detectada en los últimos meses a unos 600 kilómetros de la frontera texana, impulsada por el desplazamiento masivo de animales a través del Tapón del Darién, entre Sudamérica y Centroamérica.
Según Shelbie Pippenger, productora ganadera en Texas, la llegada del barrenador resulta catastrófica para establecimientos pequeños. “Para quienes tenemos hatos reducidos, podría ser nuestro fin”, afirmó.

La gravedad del problema radica en el ciclo reproductivo del insecto: las hembras ponen hasta 400 huevos sobre heridas frescas de animales, las larvas penetran y se alimentan del tejido vivo, agravando las lesiones y multiplicando la infestación. Si no se trata, el animal puede morir en menos de dos semanas.
“No exagero si digo que parece salido de una película de terror”, aseguró Sid Miller, comisionado de Agricultura de Texas, rememorando brotes sufridos en los años 60.
En junio, la secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, anunció un presupuesto de 8,5 millones de dólares para instalar en Texas una planta piloto de reproducción de machos estériles de la mosca, siguiendo la técnica que logró frenar el insecto en el pasado. El objetivo es lanzar estos machos en áreas afectadas para cortar el ciclo reproductivo, ya que las hembras solo se aparean una vez en la vida.
Rollins comprometió además 21 millones de dólares para modernizar una planta en México, con el desafío de producir entre 60 y 100 millones de machos estériles semanalmente antes de finales de año.

Sin embargo, expertos reconocen que esta cifra solo cubre aproximadamente el 20% de lo que sería necesario ante un ingreso masivo del parásito. “Estamos desesperadamente cortos de producción de moscas estériles”, admitió Stephen Diebel. En los años 60 llegaron a liberarse 600 millones de esos insectos cada semana.
Frente a esta urgencia, el senador John Cornyn propuso una ley para asignar 300 millones de dólares a la construcción de una planta estadounidense capaz de producir el volumen necesario. No obstante, la votación quedó suspendida por el receso legislativo en la Cámara de Representantes.
Antes de la erradicación, los ganaderos de Estados Unidos sufrían pérdidas de hasta 20 millones de dólares anuales por muertes de animales, caída de la productividad y mayores costos veterinarios, según datos oficiales.
Ahora, el contexto es más complejo: la sequía y el precio elevado de los insumos han reducido el hato nacional al nivel más bajo desde 1952. Como resultado, el precio promedio de la carne molida alcanzó en mayo los USD 5,98 por libra. Si el gusano barrenador se establece, advierten los productores, los precios podrían aumentar aún más.

Además, la inseguridad sanitaria llevó al Departamento de Agricultura a suspender en varias ocasiones la importación de ganado mexicano, que representa cerca del 3% del stock estadounidense, debido a detecciones del parasito en Veracruz y Oaxaca.
El gobernador Greg Abbott ordenó a las autoridades estatales crear un equipo de respuesta ante la amenaza, aunque por ahora no ha confirmado si Texas financiará la construcción de su propia fábrica de moscas estériles.
“Como cuando Texas actuó solo en seguridad fronteriza, el estado puede y debe intervenir”, sostuvo Charles Maley, representante de la Asociación de Derechos de Propiedad de los Tejanos del Sur.
Por lo pronto, según cifras oficiales y proyecciones de las autoridades, el gusano barrenador podría llegar a Texas en menos de cuatro meses. Mientras tanto, ganaderos y autoridades claman por una respuesta rápida y recursos suficientes para evitar una nueva crisis en el sector cárnico norteamericano.