Accidentes domésticos en niños y adolescentes: cuáles son los más habituales y cómo evitarlos

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Dra Vanesa Fulco, los niños y los accidentes domésticos

Las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no dejan margen para la indiferencia: los accidentes domésticos son responsables de unas 950 mil muertes de niños y adolescentes al año en todo el mundo. En este escenario, la doctora Vanesa Fulco, intensivista pediátrica del Hospital de Clínicas, (MN 109.244), desglosó los factores que hacen de los hogares escenarios riesgosos para los menores de edad, desde los más pequeños hasta los adolescentes, y brindó recomendaciones para una prevención efectiva. La experta apuntó que muchos de estos episodios pueden evitarse con intervenciones puntuales, adaptadas a cada etapa del desarrollo infantil.

Estas declaraciones fueron realizadas en diálogo con Infobae en Vivo, durante el programa de la mañana, que hoy contó con la conducción de Gonzalo Sánchez, Ramón Indart, Cecilia Boufflet y la doctora Lucía Crivelli.

En este contexto, Fulco enfatizó que, en el caso de la adolescencia, “es la segunda oportunidad para los padres de estar bien pegados a sus hijos y así prevenir accidentes que pueden tener consecuencias devastadoras”. Subrayó la importancia de una supervisión estricta y de no confiarse solo porque los hijos alcanzan la pubertad: “Son atrevidos, audaces y no conocen mucho el miedo. Es una etapa de desafíos personales y búsqueda de identidad en la que no se debe relajar la atención”.

En diálogo con Infobae en Vivo, en el programa de la mañana, Fulco destacó que los traumatismos domésticos “predominan ampliamente entre los pacientes que llegan al hospital”. Las caídas en las escaleras son una de las formas más comunes y peligrosas de accidente doméstico. A esto se suman los incidentes en el baño, donde la combinación de superficies mojadas, poco espacio y la costumbre de estar descalzo aumenta las posibilidades de golpes severos, especialmente en la cabeza. “El baño es un lugar sumamente riesgoso. Al caerse, el menor golpea la cabeza contra artefactos sanitarios o la bañera, lo que puede ser muy grave”, explicó la médica.

La médica remarcó un aspecto alarmante: bastan tan solo “pequeñas cantidades de agua en una bañera o balde para que un bebé que aún no sostiene su cabeza pueda ahogarse”. Recomendó mantener siempre las puertas del baño cerradas y vigiladas, y nunca dejar restos de agua en bañeras o baldes. “Es fundamental que los adultos no descuiden detalles mínimos porque cualquier descuido puede tener consecuencias fatales”.

En cuanto a las intoxicaciones, Fulco subrayó que los niños más pequeños sienten una atracción irresistible por los productos de limpieza que suelen almacenarse en lugares de fácil acceso. “Los envases de colores resultan atractivos para los chicos, que intentan tomarlos o explorarlos. Si bien suelen ingerir pequeñas cantidades porque los sabores son desagradables, aun así el contacto es peligroso”. La médica recomendó efectuar un “lavado profuso solo con agua” si hay contacto o ingesta accidental y contactar urgentemente a centros de toxicología o al pediatra. Advirtió contra soluciones caseras y destacó la importancia de consultar a profesionales antes de tomar decisiones en situaciones de emergencia.

Las anécdotas compartidas durante el programa ilustraron la versatilidad de las amenazas domésticas: desde niños que mastican sin querer una tableta para mosquitos, hasta la irresistible tentación de trepar muebles para buscar objetos o tratar de manipular enchufes. “La curiosidad de los más chicos no conoce límites y no respetan el ‘no’; por eso la única herramienta efectiva es la supervisión constante”, señaló.

Consultada sobre el vínculo entre los chicos y las mascotas, Fulco puntualizó que la convivencia con animales puede ser saludable en muchos aspectos, pero demandó controles estrictos. “La mascota debe tener todas las vacunas y controles al día, pero además nunca debe dejarse a un niño sin supervisión frente a un perro, aunque sea de la familia”. Agregó que la verdadera supervisión “no es solo estar presente, sino atenta y activa, identificando posibles riesgos según la edad del menor”.

En la franja preescolar, la experta aconsejó particular vigilancia sobre los accidentes por caídas y el acceso seguro a escaleras —protegidas siempre con barandas y puertas— y al baño. Extiende estas pautas a los adultos mayores, otra población vulnerable dentro del hogar: “Las medidas de seguridad son universales y el hábito de revisar puertas, barandas y desagües puede prevenir tragedias”.

El programa abordó el tema de los accidentes durante el sueño de los bebés, un momento tan delicado como difícil de controlar. Fulco indicó que los menores de un año deben dormir “en lugares bien ventilados y sin objetos que puedan tapar su nariz y boca”, remarcando la importancia de cunas seguras y la distancia de mantas y otros elementos potencialmente peligrosos.

Consultada sobre los andadores, fue contundente: “No están aconsejados, no solo por las posibles deformidades en las caderas, sino porque los chicos toman velocidad y cualquier desnivel los puede volcar, generando traumatismos graves”.

Los relatos personales de los participantes sobre accidentes en su propia infancia llevaron a Fulco a un análisis sobre lo que implica para los padres anticipar cualquier peligro. La especialista aclaró que “los accidentes ocurren en segundos y muchas veces de forma inesperada, incluso cuando se piensa que el riesgo es mínimo”. Pero insistió en que la prevención permite ganar tiempo para educar a los chicos acerca de los riesgos dentro del hogar: “Los dispositivos de seguridad como redes en escaleras o balcones tienen que existir para dar el espacio necesario a la formación, no para evitar que los chicos aprendan a subir una escalera por sí mismos, sino para que lo hagan acompañados y protegidos”.

Sobre los adolescentes, Fulco explicó que los riesgos domésticos no desaparecen al crecer: “Muchos siguen experimentando con artefactos eléctricos, a menudo descalzos o con las manos húmedas, y realizan juegos peligrosos con elementos filosos o contundentes. Antes de los 12 años, los chicos aún no desarrollaron completamente el pensamiento abstracto, por lo que no prevén las consecuencias”. Por eso, la médica reiteró que se debe mantener la supervisión activa y buscar instancias de diálogo, “aunque a esa edad suelen elegir cuándo abrirse a la charla con los adultos”.

Fulco también abordó la importancia de escuchar a los adolescentes y de elegir el momento adecuado para transmitir advertencias. “Cuando te cuentan algo, hay que escuchar atentamente y esperar el mejor momento para intervenir sin imponer. Aprovechar la oportunidad de diálogo cuando se presenta puede ser clave para prevenir conductas riesgosas”, resumió.

Al cierre de la entrevista, la pediatra recomendó a las familias acudir a manuales y guías de prevención fiables, como los elaborados por la Sociedad Argentina de Pediatría: “La información está disponible y es responsabilidad de los adultos buscarla y aplicarla en el día a día del hogar”.

Las palabras de Fulco, sustentadas por los datos de la Organización Mundial de la Salud, resultaron un llamado urgente a reforzar los hábitos de seguridad, vigilancia y educación preventiva, en una época en la que el hogar puede ser simultáneamente el lugar más seguro y más peligroso para chicos y adolescentes. En diálogo con Infobae en Vivo, en el programa de la mañana, la especialista insistió: “La supervisión activa es insustituible y requiere atención, empatía y estrategias adecuadas a cada etapa del desarrollo”.

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