El 7 de octubre de 2023 Hamás asesinó a 1.139 personas, hirió alrededor de 1.000 y secuestró a 251 que fueron llevados como rehenes a Gaza, entre ellos 30 niños.
De las personas secuestradas, 48 permanecen aún en cautiverio sin prueba de vida.
Más de 40 países calificaron entonces de terrorismo el despiadado hecho, mientras otros culparon a la ocupación israelí de territorios palestinos como la causa fundamental de la agresión armada.
Israel desató una ofensiva militar contra Hamás tras el 7 de octubre que prácticamente inmovilizó la fuerza beligerante de los terroristas.
Decenas de túneles que conformaban el vasto laberinto subterráneo de Hamás, donde escondían armamentos y albergaban centros de mando, fueron destruidos.
También escuelas y hospitales fueron bombardeados, donde Israel asegura radicaban destacamentos terroristas.
Entretanto, el mundo mira sorprendido la destrucción y las muertes en Gaza.
Hasta la fecha, según datos no confirmados del gobierno de Hamás, que asumió el poder en la Franja tras un sonado golpe de Estado en 2007, hay más de 66.000 muertes, de los que Israel asegura unos 20.000 eran terroristas.
Dolor
Quienes tuvieron la oportunidad de visitar la zona asaltada por Hamás pudieron ver las imágenes dantescas que recogen las evidencias del fuego a viviendas, civiles que fueron quemados vivos y otros que fueron obligados a salir para ser asesinados sin piedad o ser secuestrados.
Y si vemos los vídeos de la matanza, que fueron grabados por los asaltantes y publicados en redes sociales, la sensación es aún peor. Espeluznante, al estilo de la Edad Media, que quita el sueño.
En la comuna agrícola israelí Be'eri, apenas a un kilómetro de Gaza, el aire aún huele a muerte.
En este lugar, adonde palestinos acudían a trabajar y ganarse el pan de cada día, 130 personas fueron asesinadas, incluyendo a la activista pacifista Vivian Silver, que clamaba por un entendimiento entre ambas partes.
Allí las pequeñas casas parecen narrar el horror del asalto. Viviendas calcinadas, manchas de sangre impregnadas en las paredes y restos de pertenencias yacen por doquier.
A un par de kilómetros de allí, en una explanada campestre, donde miles de israelíes acudían a un festival de música, 364 personas fueron asesinadas y cientos más heridas por soldados de Hamás.
Cientos de automóviles fueron asaltados, acribillados con metralletas o incendiados.
En Gaza, según recogen los vídeos grabados por Hamás, los asesinos y los secuestrados fueron recibidos con vítores.
“Ser la hermana de alguien asesinado aquel día es sentir que la vida se hace añicos en un instante, ver a la familia desmoronarse y saber que algo dentro de uno también muere”, comentó Hen Zander durante un acto de recordación en Tel Aviv.
“Cada uno de nosotros vive el duelo de forma diferente, lo afrontamos de forma distinta, pero todas intentamos mantenernos fuertes para preservar la familia que nos queda”, subrayó.
En la casa del palestino Mohammed Razeem, en Jerusalén Este, según informa The Jerusalem Times, la presencia de su hijo, Suhaib, es inevitable.
Suhaib, de 22 años, trabajaba como conductor de autobús y debía llevar a los asistentes del festival a casa desde la fiesta Nova aquella mañana de sábado hace dos años.
Sin embargo, fue secuestrado por terroristas de Hamás que atacaron el festival y llevado al kibutz Beeri, donde fue asesinado.
Por otra parte, en Gaza, donde las bombas han caído por doquier desde entonces, la imagen es desoladora. Cientos de casas y edificios destruidos y una multitud que busca qué comer porque la escasez rebosa las expectativas y lo poco que llega es mal repartido o simplemente la autoridad gazatí de Hamás no lo reparte.
Sea cuestionable o no, lo cierto es que existe cierto flujo de ayuda, y debe canalizarse a través del Gaza Humanitarian Foundation y la ONU, no personalmente, como una flota que zarpó de España a finales de agosto. Todos los barcos fueron incautados el 3 de octubre, y los activistas fueron repatriados poco después.
Expectativas
Desde los tiempos inmemoriales del Imperio romano, los judíos primero y los palestinos después, no logran prescindir del enfrentamiento o los prejuicios religiosos que culpan a uno y otro.
Más tarde, el Imperio otomano sucumbió ante la Primera Guerra Mundial y comenzó el inicio de un conflicto que, un siglo después continúa vivo.
Eretz Israel, la tierra prometida a los judíos desde tiempos bíblicos, es el territorio que los británicos propusieron repartir entre ambas partes y que la Organización de Naciones Unidas (ONU) adjudicó en 1947 para crear los dos estados.
Unas horas después de la proclamación del Estado de Israel, el naciente país fue atacado por sus vecinos árabes y puso a prueba su subsistencia.
La complejidad de posiciones es latente. De un lado están los que prácticamente acusan a Israel de todos los males. Los que opinan que Gran Bretaña y las Naciones Unidas (ONU) nunca debieron haber concebido la creación de un estado judío en el traspatio del dominio musulmán.
El viejo refranero popular afirma que "la esperanza es lo último que se pierde" y eso es lo que alimenta las almas de muchos: que palestinos e israelíes logren finalmente ponerse de acuerdo para vivir en paz.
Pero ello necesita primero que ambos se reconozcan como tales.
Conversaciones
La prensa israelí reporta que una delegación de Hamás, encabezada por el líder del grupo terrorista Khalil al-Hayya, está en Egipto para conversar sobre el plan de Estados Unidos para poner fin a la guerra en la Franja de Gaza y liberar a los 48 rehenes restantes —al menos 20 de ellos con vida— mientras el presidente estadounidense, Donald Trump, imploraba a todas las partes que avanzaran rápidamente hacia un acuerdo.
La delegación israelí también está en Egipto, mientras el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sigue tratando de convencer a sus aliados más radicales del ambicioso plan de 20 puntos de Trump e impedir que abandonen la alianza gubernamental y pongan así punto final al gobierno de coalición.
No obstante, la desaprobación del plan de Trump dentro de la coalición de Netanyahu no es el único obstáculo para alcanzar un acuerdo: Hamás ha declarado estar dispuesto a liberar a los rehenes que mantiene en su poder, sujeto a ciertas condiciones, pero se espera que presente exigencias adicionales, como la retirada primero del Ejército israelí de la Franja y la liberación de prisioneros de seguridad palestinos a cambio de los rehenes, entre otros asuntos.
Tal como expuso el especialista en asuntos del Medio Oriente y exfiscal de Israel Mookie Tenembaum, Hamás dijo “sí, pero” al plan de Trump.
“El ‘sí, pero’ de Hamás no es un accidente, es una herramienta. Un modo de administrar el dolor del otro como si fuera una palanca diplomática. Y ese ‘pero’ encierra el infierno: condiciones que saben que Israel no puede aceptar, exigencias que desvían, cronogramas que se estiran. El resultado es la devastación emocional de quienes esperaban que esta vez sí”.
Y subraya que quienes no se entrenan para entender el ‘sí, pero’, “no solo negocia mal, también arrastra con él a quienes no pueden permitirse la ilusión. Porque en estos contextos, confundir un ‘sí, pero’ con una oportunidad, puede no costar solo tiempo o dinero, cuesta vidas”.