Azucena Coudeu, más conocida como Zuzu, es una creadora de contenido y modelo argentina reconocida por su presencia en Instagram y TikTok. Nació en una familia vinculada al mundo de la moda: es hija de la exmodelo y empresaria Sol Acuña. A sus 21 años, combina su actividad en redes con trabajos como modelo y colabora en la empresa familiar Rapsodia, donde se desempeñó en el área de marketing y desarrolló una cápsula propia.
En redes, Zuzu produce vlogs, realiza colaboraciones con marcas y participa en campañas. Su estilo, frescura y capacidad de comunicación la convirtieron en una figura muy buscada por las marcas. En 2024, ganó el Premio Martín Fierro de la Moda en la categoría Mejor Influencer de Moda. Este año también fue nominada a los Premios Ídolo Argentina.
La influencer Zuzu Coudeu relató cómo buscó diferenciarse de su madre, fundadora de Rapsodia, para forjar su propio camino profesionalLuli: —Si viene una persona que no te conoce y le tenés que contar quién sos, ¿qué le decís?
Zuzu: —Me llamo Azucena, me dicen Zuzu, tengo 21 años, arranqué con redes a los 14 y soy hija de Sol Acuña, que fue modelo, fundadora de Rapsodia y desde que arranqué con mis redes me quise desligar de eso porque quería ser Zuzu, no “la hija de” Entonces, por unos años yo no contaba nada de eso, de mi lado familiar. Creo que hasta los 19 años, estuve musa (risas). A Rapsodia ni lo mostraba en mis redes. Yo quería ser solo Zuzu.
Luli: —Es increíble, porque cualquier otra persona quizás dice: “Uso esto porque me sirve, me ayuda”. Y en tu caso había como una rebelión.
Zuzu: —Sí, dije: “Quiero ser Zuzu, no la hija de” Una vuelta mamá se va al sur y van unas chicas y le dicen: “¡Ay! Vos sos la mamá de Zuzu”. Mamá me cuenta esto y ahí dije: “Listo. Ahora puedo puedo incluir a Rapsodia, ahora puedo incluir a todos” (risas). Fue algo más interno mío. Pero una vez que pasó esto dije: “¡Qué placer! Me saqué el peso de ‘la hija de’" Obvio que para la gente más grande que conoce a mi mamá, siempre voy a ser la hija de, pero para las nuevas generaciones es la mamá de… (risas). Yo lo que quería hacer era tener mi propio nombre y no arrancar siendo: “‘La hija de’ subió un video, ‘la hija de’ quiere ser influencer...” Y de repente fue al revés: “¡Ah! ¿Es la hija de...? Mirá qué loco”. Surgió como algo natural, ¿viste? No me relacionaron desde cero sino que se sorprendieron después.
Luli: —Y en ese punto vos decís: “Inicio las redes sociales”. Pero, sin dudas, había una unión de caminos, porque vos trabajaste para la marca y seguís vinculada de alguna manera con tus cápsulas. O sea que el mundo de Sol también te gustaba...
Zuzu: —Sí, obvio. Fanática. De chiquita el programa de todas las noches era ir al vestidor y usar toda la ropa de ella, ponerme cualquier cosa.
Luli: —Imagino que el vestidor de tu madre es espectacular. Porque es hiper ecléctico.
Zuzu: —Sí. Aparte tenemos los mismos talles de todo, vivimos juntas, entonces tengo doble vestidor. ¡Es bárbaro!
Luli: —¿Y cómo te involucrás en el proceso de crear tus cápsulas o de influir en la marca desde el lado creativo? Entendiendo la impronta original de tu mamá y la identidad de la marca, pero sumándole también tu propio sello.
Zuzu: —Bueno, la primera cápsula que hacemos, que se llamó Zuzu Edit, fue editada por mí. Pero claro, diseñan con tanta anticipación que la cápsula la hice dos años antes de que salga, ¿entendés? Entonces es como que van tan adelantadas que tampoco sabés qué va a pasar en dos años. Capaz la campera la ves y decís: “Che, al final esto no me gustó”. Por suerte, lo que hicimos es como bastante atemporal. En realidad, edité prendas que ya estaban diseñadas. Con lo que estaba, le puse mi toque y después las últimas ediciones se llamaron Zuzu Favs, que eran como mis favoritos dentro de la colección...
Luli: —Tu curaduría dentro de la marca.
Zuzu: —Sí. Hicimos el cambio de Zuzu Favs por un tema de tiempos de diseño y producción...
Luli: —Mencionás: “Vinimos con esta idea, funcionó y el equipo de diseño ya tenía su propia dinámica de trabajo”. ¿Cómo fue eso para vos? Porque ahora hacés esto, pero en algún momento trabajaste dentro de la empresa. ¿Cómo fue esa transición y por qué decidiste irte?
Zuzu: —Me pasó que yo termino el colegio, no quería estudiar, no quería ir a la facultad. Muy rebelde. Me termino metiendo y estudio un semestre de comunicación de moda. Pero me pasaba que yo ya estaba en redes y estaba aprendiendo mucho más haciendo que estudiándolo. Entonces, ahí fue cuando le digo a mamá: “No voy a estudiar. Pinché”. Papá me decía: “Terminá el año, lo tenés que terminar. Es lo único que tenés que hacer”. Esa frase la odio. Finalmente, la dejo y mis papás me decían: “¿Qué vas a hacer?" Y yo respondía: “Tengo mis redes”. Pero en ese momento mi mamá y papá no entendían qué hacía. De repente me pedía fotos a una chica en la calle y mi papá me decía: ¿Es una amiga tuya?” (risas) “No, pa, es una chica que me sigue en redes”. “¿Y por qué te pide una foto?” “No sé, porque le gusta lo que hago”.
Luli: —Claro. Era cómo: “¿Qué hacés en concreto?”
Zuzu: —Claro, no entendían. Entonces, ahí les dije: “Voy a hacer redes”. Y era como ¿y qué más? Acompañalo con algo. Y ahí fue cuando me meto en marketing en Rapsodia. Al principio lo metí como pasantía mientras estudiaba y después una vez que dejé la facultad, me metí más full.
Luli: —Ahí está buenísimo ser “la hija de”.
Zuzu: —Re. Pero en la facultad yo no decía que era la hija de. No decía nada. Pero me pasó que cuando entro en marketing, capaz tenía un montón de ideas. Pero no quería decirlas, no quería meter bocado porque tenía miedo de lo que vaya a pensar la mesa de marketing. Como que me daba miedo el prejuicio, que no estaba, pero yo misma me comía la cabeza. Entonces, íbamos a reuniones creativas y no tiraba una idea, me quedaba callada y de repente le dije a mamá: “Estoy perdiendo el tiempo. Me están pagando un sueldo y no está rindiendo porque no te estoy dando una idea”. Sentía que era medio en vano.
Luli: —Como que eras parte, pero no pertenecías.
Zuzu: —Sí. Pero por prejuicio propio, en realidad, porque nadie me decía nada. Además, me pasaba que Jose, la socia de mamá, cuando yo decía: “Mu” y ella decía: “¡Hagamos mu!”. Porque pensaba que, con mi mirada joven, todo lo que decía iba a estar bien...
Luli: —Y es una súper responsabilidad.
Zuzu: —Claro. De repente me quedaba en silencio porque pensaba: mirá si digo algo, se embarcan en eso y no funciona.
Luli: —¿Y cómo lograste abordar todos esos temores?
Zuzu: —Terapia (risas). Me termino yendo más que nada porque hablo con mamá y papá y era un momento la empresa estaba con cambios y yo tampoco estaba tan enfocada. Así que fue una decisión en conjunto y firme la renuncia.
Luli: —La mañana siguiente, café de por medio, ¿le volviste a decir a mamá y papá: “Me dedico a las redes” o papá seguía pretendiendo otra respuesta?
Zuzu: —No, porque esto fue un año después. Ellos ya veían que yo hacía mucho más con las redes que en la empresa y ahí fue cuando me dijeron: “Hacé lo que quieras”.
Luli: —Hace tu camino. ¿Y nunca tuviste temores con respecto a eso?
Zuzu: —No, porque mi papá me dijo: “Mientras no te levantes a las doce del mediodía todos los días, hacé lo que quieras”.
Luli: —¿Y desde ese momento concretamente directo tu camino a las redes?
Zuzu: —Arranqué como modelo, en realidad. Después muté a redes y después me quedé más en redes que de modelo. Pero fue recién el año pasado que dije: “Acá le tengo que poner sexta porque hay mucho más para hacer de lo que estoy haciendo”. En su momento subía una foto por semana. Ahí fue cuando le metí ritmo y todo empezó a crecer.
Luli: —¿Sentís que hay como un “y qué más” en esta generación de veinteañeros que viene mucho más libre?
Zuzu: —A mí me pasa que yo soy bastante estructurada igual, muy autoexigente, igual que mi mamá. El otro día en redes salía por ejemplo el debate de qué van a hacer el día de mañana las influencers, dentro de 10 años, qué vas a hacer, ¿vas a seguir siendo influencer? Y ojalá que siga existiendo, pero capaz que no existe más o hay una cosa nueva. Hoy va todo tan rápido que, no sé, el año que viene capaz ninguna marca contrata influencers para nada. Y yo lo que hago es ahorrar y pensar en proyectos a largo plazo.
La historia de Zuzu está marcada por la pérdida de su hermana y el posterior nacimiento de su hermano Lucio, considerado un milagro para su familiaLuli: —Te escuchaba hablar de cómo te marcó tu mamá en lo profesional y creativo. Pero al ser hija de una figura reconocida en la moda, también te habrán llegado cosas de rebote. ¿Cómo te manejaste con eso? ¿De chica te afectaba o te molestaba?
Zuzu: —Yo no viví tanto a mi mamá pública, conocida o dando entrevistas... Siempre la vi como muy tranca. Es más, me acuerdo la primera vez que la vi que le pidieron una foto en la playa, estábamos en Punta del Este, yo tenía, no sé, 6 años y le vinieron a pedir una foto. Yo tipo: ¡Mi mamá es famosa! (risas). ¿Por qué le piden una foto a mi mamá?
Luli: —¿Se lo preguntaste?
Zuzu: —Sí. Pero ella siempre la palabra que me dijo es: “Era conocida”. Ella nunca dijo famosa, tampoco sé si fue tan famosa. Bueno, no sé, capaz que sí (risas).
Luli: —Te lo pregunto porque, naturalmente, cuando una persona es del medio hay cuestiones que suceden, se visibilizan y se amplifican. Recuerdo dos situaciones puntuales, un accidente que hubo en tu familia, el hermano de tu madre y en su momento el titular era el nombre que todos conocíamos, que era el de tu mamá.
Zuzu: —Bueno, de chiquita me remetía en YouTube a ver esos videos de ella. Mamá nunca tuvo tabú con esas cosas, pero de repente quizás no la quería incomodar preguntando, entonces buscaba en YouTube qué pasó.
Luli: —Pero es increíble eso. Porque cualquier persona que está del otro lado no busca a su mamá en Google o en YouTube.
Zuzu: —Claro, es verdad. Lo tengo tan naturalizado...
Luli: —Porque lo que tiene la parte pública es que uno está expuesto a la opinión de un tercero. Y a veces esas ideas no son amables, sobre todo cuando suceden situaciones complejas. También me acuerdo que fue público, la tragedia que les toca vivir con tu hermanita.
Zuzu: —Sí, eso me acuerdo algunas cosas. Yo era chica igual, tenía 6 años, no sé qué tan público fue. Pero algunas cosas me contaron.
Luli: —Trascendió un poquito, pero fue muy fuerte. Tu madre, para quienes no saben, estaba cursando un embarazo a término. Va a tener a su hija y el día del parto le hacen el último monitoreo y le dicen que la chiquita estaba fallecida.
Zuzu: —Sí y la tenía que parir porque sino se iba ella también. Fue gravísimo. Aparte fue un 24 de diciembre. Yo me acuerdo esa noche que pasé Navidad en lo de mis primas porque mi papá estaba en el hospital. Imaginate mi regalo de Navidad era mi hermanita. Yo todavía no sabía nada. Y cuando llego a casa me acuerdo patente, voy a la cocina y papá me dice: “Llevale un vaso de agua a tu mamá”. “¿Dónde está Ludivine?“, preguntaba yo. Quería conocer a mi hermanita, tenía una emoción... Y cuando llego al cuarto, abro la puerta, la veo a mamá y fue automático. Me di cuenta que no estaba, que se había ido. Me acuerdo que le digo: “¿Y Ludivine? Y ahí entendí todo. Tenía 6 años, pero me di cuenta. Lo primero que hice fue tirarme arriba de ella y llorar. Pero los niños también toman como la muerte o la partida de una manera muy natural. Mamá estaba preocupada por mí. Me lo contó que su psiquiatra me hacía dibujar y lo que dibujaba yo eran nubes, un ángel volando en el cielo con arcoíris y estrellas. Ella le decía: “Esta chica está bárbara. Se lo tomó de la manera más natural posible. Tiene su hermanita la extraña, pero la ve como que está ahí arriba”. Y me pasa que lo hablo con cero tabú y me encanta hablar de esto. Es más, me la tatué con mamá hace 3 años.
Luli: —O sea, en tu casa se siguió hablando. Se la tiene presente.
Zuzu: —Sí, re.
Luli: —Y años después, ¿qué pasó?
Zuzu: —Llega Lucio, mi hermano, que es un personaje divino.
Luli: —Esos son los milagros, esas son las historias que realmente pueden cambiarle la vida a alguien que las escuche. Porque lo que vos contás, más allá de la naturalidad con la que lo decís, fue una situación tremendamente dura para la familia. Y después sucede que ella tiene que ser intervenida.
Zuzu: —Sí, de repente mamá, no podía tener hijos.
Luli: —O sea, fue un doble duelo. Pero ella no se detuvo ahí.
Zuzu: —Y aparte yo estaba re pesada que quería un hermanito. Papá me llevaba al colegio y era: “Quiero un hermanito, un hermanito, un hermanito.” Y era cómo le explico a esa chica que su mamá no puede. No sé cómo vamos a hacer para dar un hermanito a esa chica. Y fue ahí cuando alquilamos un vientre en San Francisco… Pero de repente mi papá me dice: “Tengo una noticia, vas a tener un hermanito”. En ese momento vivíamos en Uruguay porque cuando pasa lo de mi hermana necesitamos un cambio en la vida y nos fuimos para allá. Mi mamá se había quedado en Buenos Aires porque se fue a hacer un chequeo médico y, cuando está por volver a Uruguay, la llama el médico y le dice: “Sol. No te puede ir a ningún lado, estás embarazada, tenés por delante 9 meses en cama”. Y ahí volvimos a vivir en Buenos Aires.
Luli: —Pero era imposible que suceda.
Zuzu: —Era imposible. Aparte el médico le dijo la posibilidad es una en un millón. Cuando queda embarazada volvemos a Buenos Aires y era todos los días volver del colegio y ver la mamá en cama.
Luli: —Fue reposo absoluto nueve meses.
Zuzu: —Absoluto. Era volver del colegio y decirle: “Ma, ¿qué hacés? Me voy a tenis”. “Hola, ma. Volví. Bueno, me voy a bañar”.
Luli: —Y ella estaba siempre en el mismo lugar.
Zuzu: —Sí. Comíamos todos en el cuarto, todas las noches para estar juntos. Era como un pijama party constante.
Luli: —¿Cuánto tiempo después de la pérdida de tu hermanita pasó esto?
Zuzu: —La pérdida fue en 2009 y esto fue 2012.
Luli: —¿Tuviste miedo en ese proceso?
Zuzu: —Sí. Me di cuenta haciendo terapia porque yo en ese momento tenía miedo, pero era inconscientemente. Con el tiempo me di cuenta.
Luli: —¿Y tu mamá?
Zuzu: —Aterrada. Hasta las patas, imagínate. Nunca me lo transmitió igual, ¿eh?
Luli: —Y finalmente nace tu hermano.
Zuzu: —Nace el 12/12/12.
Luli: —¡Ay! Dios mío, esta familia, por favor. Es una cosa tremenda.
Zuzu: —O sea, el día del fin del mundo nació Lucio. Increíble.
Luli: —Es que viste que con el paso del tiempo, después de mucha terapia y amor, uno aprende a mirar ese tipo de desgracias con cariño y hasta con cierto humor, para no quedarse en esa tristeza permanente...
Zuzu: —Es que yo también siento que, si mi hermana me viera triste hablando de ella, no le gustaría. Ni siquiera la conocí, pero yo siento que está cerca mío siempre, ¿entendés? Siento que es como la manera más sana y más linda de tenerla presente.
Luli: —Zuzu, sos muy jovencita y estás de novia. Me imagino que, por todo lo que contás —la terapia, los procesos que hiciste y demás—, con el tiempo algunas cosas se te fueron reordenando en la cabeza y pudiste compartirlas…
Zuzu: —Sí, yo empecé a hacer terapia hace un año y medio. Nunca había hecho. Aparte una terapia como bastante intensa, con homeopatía de traumas, ¿viste?
Luli: —¿Y por qué arrancaste?
Zuzu: —Porque tengo una amiga que me decía: “Vos tenés que hacer esto”. Yo le decía: “Estoy bárbaro, ¿qué voy a hacer?” Y de repente un día estábamos en una fiesta, nos pusimos a hablar y me dijo: “Escribile ya a esta chica”. Y le mandé un mensaje a las dos de la mañana. Le dije: “Perdón la hora, pero si no te escribo ahora, no te voy a escribir nunca más”. Y arranqué y me cambió la vida. Veo las cosas de otra manera.
Luli: —¿Y sentís que influyó en tu historia?
Zuzu: —Sï. Yo arranco esta terapia a los seis meses de ponerme de novia. Y con la homeopatía y con todo, lloraba todas las noches con una angustia... En un momento le digo a mi psicóloga: “¿Qué me pasa?” Y ella me dice: “Estás llorando lo que no lloraste en toda tu vida”. Entonces, claro, mi novio cada vez que nos íbamos a dormir, me decía: “Pochi, ¿estás bien? ¿Te pasa algo?” Y yo tipo llanto.
Luli: —Claro. Aparte salías hace seis meses, pobre flaco no entendía nada…
Zuzu: —Ni yo sabía lo que me pasaba, no sabía por qué lloraba. Y le tenía que explicar algo que no sabía. Era muy difícil. Después lo entendió y hoy él y mis amigos me dicen: “Sos otra persona de acá hace un año atrás”.
Luli: —Y cuando la terapeuta te decía: “Tranquila, porque estás sacando todo lo que no lloraste”, ¿coincidías? Porque viste que no siempre uno está de acuerdo con el terapeuta.
Zuzu: —Yo siempre me hice la fuerte. Pero soy re sensible. Re lloro. Pero siempre era como que como bueno, no me importaba. Y de repente fue como que me di cuenta que tenía una mochila enorme y explotó.
Luli: —¿Sentís que te transformó en una mejor versión o sentís que te transformó en una versión diferente?
Zuzu: —Es como que antes habían miles de Azucenas esparcidas. Ahora hay una. Como que se unieron. No se arreglaron, sino que se compensaron. Todas las azucenitas juntas para hacer una azucena.
Luli: —Para cerrar estas charlas me gusta hacer dos preguntas. La primera es: si pudieses recordar un momento de tu vida que te gustaría volver a vivir, ¿cuál sería?
Zuzu: —Yo creo que el nacimiento de Lucio. Me acuerdo perfecto. Yo estaba con mis tíos en su departamento y de repente levantan el teléfono y estaba aterrada. Decían: “Sí, no, sí, no”. Y de repente cortan el teléfono y me dicen: “Nació Lucio”. Un llanto me salió de adentro, de retenerlo durante tantos meses... Y me acuerdo de llegar al sanatorio y no poder creerlo. El hermanito que tanto quería lo tengo, ¿entendés?
Luli: —Sos muy jovencita, pero si pudieras tomarte un mate con esa Zuzu chiquita que tuvo aquel ataque de llanto, ese impacto tan fuerte al enterarse de que su hermanita ya no estaba, ¿qué le dirías?
Zuzu: —Me diría lo que hice. Fue como: agarralo y miralo de la manera más linda posible porque esto te va a traer otras cosas y ella va a estar siempre ahí.
hace 7 horas
1








English (US) ·
Spanish (ES) ·