
Una nueva investigación liderada por la NASA reveló que una extensa pluma de aguas residuales mexicanas que fluye hacia el océano Pacífico desde el río Tijuana es visible desde el espacio.
Las imágenes satelitales fueron tomadas por un instrumento a bordo de la Estación Espacial Internacional, lo que confirma la magnitud de un problema ambiental y sanitario que lleva años afectando la región fronteriza entre México y Estados Unidos.
El descubrimiento fue realizado por el sistema Investigación de fuentes de polvo mineral en la superficie terrestre (EMIT), una herramienta de la NASA diseñada originalmente para estudiar minerales en zonas desérticas. Sin embargo, en esta ocasión fue utilizada para detectar signos de contaminación en cuerpos de agua.
El instrumento identificó la presencia de ficocianina, un pigmento que se encuentra en cianobacterias, dentro de una gran pluma de aguas negras cerca de la desembocadura del río Tijuana.

Las cianobacterias son organismos capaces de producir toxinas peligrosas para humanos y animales. Según la NASA, el contacto con estas bacterias puede generar enfermedades tanto por ingestión como por inhalación. La presencia de ficocianina fue confirmada al comparar las señales espectrales captadas desde el espacio con muestras tomadas en tierra.
El río Tijuana, que cruza la frontera entre Baja California y el sur de California, transporta millones de galones de aguas residuales sin tratar cada año.
Estas aguas desembocan en el Pacífico y afectan directamente a las playas de San Diego, muchas de las cuales han sido cerradas durante más de 1.000 días acumulados en los últimos años, según las autoridades del condado.
El problema no solo impacta a residentes y turistas. Un informe de la Oficina del Inspector General del Departamento de Defensa de Estados Unidos documentó 1.100 casos de enfermedades entre miembros de la Marina, incluidos Navy SEALs, quienes estuvieron expuestos al agua contaminada durante entrenamientos.

“Desde la órbita se puede ver claramente que una pluma de aguas residuales se extiende hacia zonas donde nunca antes se habían tomado muestras”, afirmó Christine Lee, científica del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA y coautora del estudio. “Es como un diagnóstico médico que te dice: ‘Hey, aquí hay algo que requiere más atención’”, explicó.
Por su parte, Eva Scrivner, investigadora de la Universidad de Connecticut y autora principal del estudio, señaló que el hallazgo representa una especie de “arma humeante” que confirma de manera definitiva la presencia de contaminación por aguas negras en la zona.
Ante la creciente presión pública y el deterioro ambiental, Lee Zeldin, administrador de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), anunció en mayo una expansión urgente de la Planta Internacional de Tratamiento de Aguas Residuales de South Bay, ubicada en el sur de California. La ampliación permitirá procesar 10 millones de galones adicionales por día de aguas residuales provenientes de Tijuana.

Esta planta forma parte de los esfuerzos binacionales para contener un problema que ha persistido durante décadas. Sin embargo, diversos expertos han advertido que el sistema actual está desbordado y que las inversiones en infraestructura no han sido suficientes para frenar la descarga continua de aguas contaminadas.
El flujo constante de contaminación transfronteriza no solo revela una falla técnica, sino también una brecha en la coordinación entre ambos países.
Aunque hay acuerdos de cooperación entre Estados Unidos y México, la infraestructura del lado mexicano continúa operando por debajo de la capacidad necesaria para atender el crecimiento urbano e industrial de Tijuana.
Mientras tanto, organizaciones civiles y autoridades locales en California han intensificado sus llamados a acciones inmediatas que incluyan no solo mejoras en las plantas de tratamiento, sino también monitoreos constantes desde tierra y ahora, también, desde el espacio.