
Científicos alertaron por una dispersión masiva de fragmentos microscópicos en todos los rincones del planeta. Se trata de microplásticos (de menos de 5mm) y nanoplásticos (menores a 1 micrómetro) que dejaron de estar restringidos a los océanos, al suelo y a productos de consumo: también circulan por el aire, incluso sobre zonas remotas como los polos y montañas inhóspitas. La presencia de estas partículas en la atmósfera plantea desafíos urgentes para la salud humana, la estabilidad de los ecosistemas y la investigación ambiental.
Un reciente estudio publicado en la revista Current Pollution Reports por un equipo internacional liderado por científicos de la Universidad de Manchester presenta un análisis exhaustivo sobre el ciclo de micro y nanoplásticos, que revela enormes lagunas de conocimiento. El trabajo subraya la necesidad de fortalecer la investigación y la cooperación global para comprender cómo estos contaminantes llegan a la atmósfera, de dónde provienen, cómo se transportan y cuál es su destino final.
El estudio identifica los micro y nanoplásticos atmosféricos (AMNPs, por sus siglas en inglés) como contaminantes emergentes con la capacidad de viajar miles de kilómetros en días y atravesar océanos, barreras montañosas hasta alcanzar zonas donde no existen fuentes locales. Según el equipo, la rápida y caótica naturaleza del transporte por aire facilita tanto el movimiento horizontal como vertical de estas partículas, lo que acelera su ciclo global y profundiza sus impactos.
La revisión destaca que el conocimiento actual sobre los AMNPs es limitado y presenta dos grandes áreas de incertidumbre: la magnitud real de las emisiones y la identificación de las principales fuentes responsables. Las estimaciones sobre la cantidad de plásticos que ingresan a la atmósfera muestran un rango extremadamente amplio, desde valores por debajo de 800 toneladas hasta cifras cercanas a los 9 millones de toneladas anuales, lo que dificulta establecer un alcance real.

Además, señala que falta claridad sobre si las fuentes terrestres como el desgaste de neumáticos y el tráfico vehicular, o bien marinas como la pulverización por olas marinas, son las que dominan este fenómeno.
Los autores advierten que las amplias dudas en los datos elevan la preocupación de que la presencia y la influencia de plásticos en la atmósfera podrían ser subestimadas. Las investigaciones recientes muestran la capacidad de los AMNPs para cruzar continentes y depositarse en glaciares, desiertos y regiones protegidas, lo que incrementa la probabilidad de impacto en la biodiversidad y expone a la sociedad a riesgos todavía no comprendidos en su totalidad.
El artículo señala que “la inhalación es considerada una vía primaria de exposición para los AMNPs, especialmente en zonas densamente pobladas e industrializadas”, ya que estas partículas pueden penetrar barreras biológicas y acumularse en diferentes órganos humanos.
Zhonghua Zheng, uno de los autores e investigador de la Universidad de Manchester, expresó en un comunicado oficial que “la incertidumbre sobre la cantidad de plástico que entra en nuestra atmósfera es alarmante. La contaminación por plástico puede tener graves consecuencias para la salud humana y los ecosistemas, por lo que, para evaluar los riesgos, necesitamos comprender mejor cómo se comportan estas partículas en la atmósfera. Si queremos proteger a las personas y al planeta, necesitamos mejores datos, mejores modelos y coordinación global”.

El análisis recogió e integró observaciones de campo, estudios de laboratorio y modelado numérico sobre AMNPs de los últimos años. Los autores revisaron cerca de 100 estudios globales que emplean diferentes técnicas de muestreo y análisis, desde mecanismos pasivos y activos hasta métodos de captura en superficies, y evaluaron los resultados obtenidos en localidades que incluyen áreas urbanas y rurales, regiones polares, montañas y desiertos.
Uno de los obstáculos más relevantes es la inconsistencia en las técnicas de medición de micro y nanoplásticos atmosféricos. La amplia variabilidad en los métodos de muestreo, las diferencias en la definición de tamaños de partículas y la ausencia de estándares dificultan la comparación y la creación de inventarios fiables.
Por ejemplo, un mismo lugar puede arrojar resultados dispares según el tipo de muestreador o la duración del experimento. Esto impacta de lleno sobre los modelos matemáticos que intentan estimar emisiones y prever escenarios futuros.
El equipo utilizó modelos de transporte atmosférico para reconstruir las trayectorias que siguen estas partículas y estimar cómo se depositan en distintos ecosistemas, pero los cálculos son muy sensibles a los supuestos iniciales y a la calidad de los datos de entrada. Actualmente, las simulaciones deben recurrir a datos incompletos o extrapolados por la falta de observaciones representativas, lo que obliga a simplificar los procesos físicos y químicos que se producen en la atmósfera y reduce la precisión de las proyecciones.

Además, los modelos actuales tienden a asumir que las partículas son esféricas y homogéneas, lo que no refleja la diversidad real de formas, composiciones, densidades y grados de envejecimiento ambiental de los AMNPs. El estudio apunta a la necesidad de realizar campañas de observación más extensas y normalizadas, así como de incluir inteligencia artificial para procesar datos masivos y simular el comportamiento de los plásticos en condiciones atmosféricas complejas.
Fei Jiang, coautora e investigadora de la Universidad de Manchester, afirma que “al adoptar este enfoque integrado, podemos transformar radicalmente nuestra comprensión y gestión de esta amenaza emergente. La IA puede desempeñar un papel fundamental en el análisis de datos y la simulación del movimiento del plástico, y puede ayudar a comprender conjuntos de datos fragmentados, detectar patrones ocultos e integrar información de múltiples fuentes; sin embargo, necesita datos de alta calidad con los que trabajar. Todas estas áreas deben trabajar en conjunto para gestionar esta amenaza emergente y diseñar estrategias globales eficaces contra la contaminación”.
El artículo presenta estrategias que permitirían avanzar en la comprensión y eliminación de las incertidumbres en torno a los AMNPs. En primer lugar, los autores recomiendan establecer una red global de monitoreo atmosférico basada en protocolos de muestreo y análisis estandarizados, con estaciones fijas y plataformas móviles. Ampliar la cobertura geográfica y temporal es vital para recopilar datos comparables y distinguir entre fuentes locales y transporte a larga distancia.

Además, proponen refinar los modelos atmosféricos con información precisa sobre las propiedades físicas y químicas de las partículas, incluyendo su tamaño, forma, densidad y grado de envejecimiento, así como con bases de datos actualizadas sobre variables meteorológicas y procesos de deposición. La integración de inteligencia artificial se perfila como una alternativa de gran potencial para procesar, analizar y modelar los grandes volúmenes de datos necesarios para caracterizar y prever el movimiento global de los AMNPs.
La coordinación internacional resulta fundamental. El equipo científico subraya que enfrentar el desafío de los plásticos atmosféricos exige cooperación interdisciplinaria, intercambio de información y políticas que fomenten una gestión sostenible y equitativa de los residuos plásticos.
El estudio ofrece una hoja de ruta clara para convertir el conocimiento emergente en herramientas de prevención y gestión. Los autores advierten que retrasar la acción podría acarrear consecuencias difíciles de revertir en los sistemas naturales y en la salud humana.