
Un niño de tres años encontró una granada activa de la Segunda Guerra Mundial en el jardín delantero de su vivienda en Hartline, un pequeño poblado de Washington, el lunes por la tarde. El menor llevó el artefacto al interior de su casa, situación que llevó a los padres a llamar al 911 aproximadamente a las 18:45 horas, según el Departamento del Sheriff del Condado de Grant. Cuando los agentes llegaron al lugar, solicitaron la colaboración de la Unidad de Eliminación de Explosivos de la Policía Estatal de Washington para asegurar el dispositivo.
Los técnicos especializados confirmaron que la granada hallada por el niño era un artefacto real y activo. Posteriormente, el equipo trasladó el dispositivo a una zona rural al norte de Hartline, donde fue eliminado de manera segura, precisaron las autoridades. No se reportaron personas heridas o daños materiales durante la intervención.
La granada fue descrita por los especialistas como un modelo empleado durante la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo con los reportes, el artefacto estaba en “estado envejecido” y mostraba signos de haber estado expuesto a la intemperie por un periodo prolongado. La procedencia del objeto y el tiempo que permaneció en el jardín son datos que las autoridades aún desconocen. El hallazgo causó sorpresa en la comunidad, aunque ninguno de los medios reportó la existencia de antecedentes similares recientes en la zona.

Las municiones sin explotar (MUSE), como proyectiles de artillería, bombas, granadas y minas que no detonan al impactar o después de ser lanzadas, representan un riesgo significativo en zonas afectadas por conflictos armados, de acuerdo con el Manual de Concienciación sobre Minas de las Naciones Unidas. Estas municiones, a menudo ubicadas en áreas urbanas, campos o carreteras, pueden permanecer peligrosas durante décadas tras el fin de hostilidades.
El documento de las Naciones Unidas señala que la manipulación de materiales explosivos abandonados constituye una de las principales causas de accidentes entre civiles, especialmente niños y trabajadores agrícolas. Se advierte de manera clara que cualquier contacto, movimiento o golpe a estos objetos puede desencadenar su detonación inesperada. Por ello, las directrices internacionales recomiendan mantener una distancia segura, marcar el lugar de hallazgo y alertar a las autoridades especializadas, evitando categorizar ni intentar identificar la munición por cuenta propia.

El manual recogido por la Oficina de las Naciones Unidas de Servicio de Actividades relativas a las Minas (UNMAS) desmiente varios mitos comúnmente difundidos sobre las municiones sin explotar. En primer lugar, aclara que no existe un periodo de “caducidad” que haga que estos artefactos sean menos peligrosos con el paso del tiempo. También se puntualiza que el tamaño del artefacto no corresponde a su nivel de amenaza, ya que las municiones de pequeño formato pueden producir lesiones graves o letales.
Otro mito recurrente sostiene que mover el objeto con cuidado evita el riesgo de explosión, un concepto erróneo puesto que muchas de estas municiones están diseñadas con mecanismos sensibles a la vibración, presión o manipulación mínima. Entre las recomendaciones se encuentra la importancia de programar campañas de sensibilización dirigidas a comunidades locales, enfatizando tanto en la identificación visual de objetos sospechosos como en el reporte inmediato a equipos de eliminación de artefactos explosivos.
Además, se recomienda fomentar la colaboración internacional en la remoción y destrucción segura de estas municiones, priorizando la protección de grupos vulnerables y la recuperación de territorios contaminados. Las Naciones Unidas recalcan, a través de este manual, la urgente necesidad de mantener la vigilancia y la educación continua en áreas de alto riesgo, debido a que las víctimas de las municiones sin explotar suelen ser habitantes que retornan a sus hogares o niños atraídos por la forma o el color de los artefactos.