
Un reciente estudio de Cambridge University Press publicado en la British Journal of Political Science reveló que la manera en que se estructura la comunicación puede influir directamente en la moderación de posturas extremas, especialmente durante periodos de polarización social elevada, como los vividos durante la pandemia de COVID-19.
Experimentos efectuados en Alemania y Austria indicaron que adaptar el modo de interacción al contexto favorece la disposición de las personas a reconsiderar opiniones, pero solo la comunicación abierta logró una reducción significativa de la polarización.

El equipo dirigido por Simon Stocker y André Bächtiger, junto a Bernhard Kittel y Marco Steenbergen de la Universidad de Stuttgart y otras instituciones, llevó a cabo dos experimentos de encuesta con más de 4.000 personas.
En Alemania, el estudio se realizó en marzo de 2021, en plena discusión sobre el equilibrio entre protección sanitaria y libertades civiles. En Austria, la investigación se desarrolló entre noviembre y diciembre de 2021, cuando el debate sobre la vacunación obligatoria generaba fuertes tensiones sociales.

Los investigadores distinguieron entre tres modos de comunicación: contestatario, colaborativo y abierto. El modo contestatario replicó el debate enfrentando a los participantes a argumentos contrarios. El modo colaborativo estimuló la búsqueda de puntos en común entre posiciones opuestas, favoreciendo el diálogo constructivo. Por su parte, el modo abierto permitió que los participantes expresaran su opinión sin enfrentamientos ni objetivos de consenso predefinidos.
La metodología consistió en exponer a los voluntarios a argumentos equilibrados a favor y en contra de los temas tratados, para luego asignarlos aleatoriamente a uno de los tres modos de comunicación o a un grupo de control. Las intervenciones fueron mínimas: bastaba con redactar un comentario breve a partir del estímulo recibido, lo que hizo posible aislar el efecto particular de cada modo sobre la calidad del razonamiento, la aparición de propuestas constructivas y el cambio de opinión.

En el caso alemán, donde la polarización era moderada, tanto el modo contestatario como el abierto fomentaron un razonamiento más profundo, reflejado en la calidad de las justificaciones aportadas. El modo colaborativo sobresalió al incentivar la elaboración de propuestas integradoras. La simple exposición a información equilibrada propició cambios de opinión: el 42,1% de los participantes modificó su posición al menos en un punto de la escala, y el 25,1% mostró indicios de reducción de polarización.
Los tres modos de comunicación y la condición informativa contribuyeron a moderar opiniones, sin diferencias significativas entre ellos en este contexto. Sin embargo, los defensores de las libertades civiles, que eran minoría, resistieron cualquier disminución de polarización, lo que evidenció una mayor firmeza ante intentos de persuasión en ciertos grupos.

El experimento en Austria, desarrollado durante un clima de alta polarización, arrojó un panorama diferente: el 69,5% de los participantes mantenía opiniones extremas. Solo el modo abierto indujo movimientos hacia la moderación; los modos contestatario y colaborativo no solo fracasaron en reducir la polarización, sino que frecuentemente la reforzaron.
Simon Stocker explicó que, en situaciones de máxima polarización, confrontar o motivar la búsqueda de consensos se percibió como una amenaza a la propia postura: “En contextos de alta polarización, confrontar a los participantes con posiciones opuestas o pedirles buscar puntos en común resultó contraproducente y se percibió como un desafío a la propia postura”. Ante ello, intervenciones mínimas como una pregunta abierta lograron el mayor impacto positivo.
Además, el estudio analizó los efectos en personas con creencias conspirativas. También en este grupo, la comunicación abierta fue la única vía que provocó algún grado de despolarización, aunque el efecto resultó limitado.

Los resultados del equipo de Cambridge University Press aportaron información clara para la formulación de estrategias de comunicación política, particularmente en medios digitales donde la polarización y el debate destructivo son frecuentes. André Bächtiger, coautor del estudio, recalcó la importancia de ajustar la comunicación al nivel de polarización: “Presenciamos una disminución en la complejidad argumentativa y en la disposición a escuchar respetuosamente a quienes piensan diferente, a menudo junto con una polarización de opiniones”.
El estudio sugirió que, en contextos poco polarizados, proporcionar información equilibrada bastó para fomentar cambios. Cuando la polarización es alta, solo la comunicación abierta, que invita a la reflexión sin buscar confrontaciones ni consensos artificiales, resulta eficaz para mitigar posturas extremas. Asimismo, la investigación reconoció la dificultad de influir en grupos minoritarios muy firmes o en quienes sostienen creencias conspirativas; sin embargo, la vía abierta sigue mostrando cierto potencial incluso en estos casos.