Un centenar de niños y adolescentes baleados llegaron a hospitales públicos de Uruguay en casi dos años

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La entrada de emergencia delLa entrada de emergencia del hospital pediátrico de Uruguay Pereira Rosell (Presidencia)

​​Los hospitales públicos de Uruguay recibieron entre el 1° de enero de 2024 y el 31 de octubre de 2025 a 98 menores de 18 años heridos de bala. Estos casos han aumentado con el paso del tiempo y muchas situaciones se deben a que ellos han sido “escudo de los narcotraficantes”. Los profesionales advierten que este tipo de episodios cambia para siempre la vida de los niños y adolescentes.

Los datos fueron informados por el diario El País y surgen de una respuesta de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), el prestador de salud estatal de Uruguay. Si bien en ese período de tiempo se registraron casos en franjas etarias más cercanas a los 18 años, los registros evidencian que hubo casos de niños de dos años que resultaron baleados y que hubo 10 que eran menores de cinco años.

Los adolescentes de 17 años que llegaron a hospitales públicos de Uruguay en casi dos años fueron 25; lo siguen quienes tienen 14 años (16); 16 años (13); 12 años (nueve); 13 años (ocho); 15 años (siete); 2 años (tres); 3 años (tres); y 8 años (tres). Además, hubo dos baleados de cuatro años, la misma cantidad de niños con siete, nueve y 10 años. Hubo un herido de bala de tres años, uno de seis años y otro de 11.

El hospital pediátrico Pereira RosellEl hospital pediátrico Pereira Rosell registra un aumento en la cantidad de niños baleados (Presidencia)

Después de cerrado el período oficial del listado, se registró otro episodio en el que una adolescente de 14 años fue herida de bala en el cuello tras un episodio confuso en el barrio periférico Flor de Maroñas de Montevideo.

El presidente de la Sociedad Uruguaya de Cirugía Pediátrica, Carlos Kierszenbaum, declaró al diario El País que este tipo de episodios son frecuentes para el personal de la salud. Y lamentó que se trata de situaciones que cambian la vida para siempre de un niño. “Antes era una situación anecdótica. Ahora, no solo es habitual sino frecuente”, lamentó.

Lo que sucede es que el daño que genera una bala en la masa corporal de un niño es “mucho mayor” al que le puede provocar a un adulto. En muchos casos, deben estar internados en cuidados intensivos durante un tiempo o quedan cuadripléjicos por las heridas.

La Policía de Uruguay haciendoLa Policía de Uruguay haciendo pericias luego de que un niño de 8 años fuera asesinado (@miguelchagas)

Las características de las armas con que están siendo heridos los niños son de muy alto impacto, lo que genera muchísimo más daño que los adultos”, dijo Kierszenbaum. Detalló que hubo un aumento del calibre y de la potencia del armamento que se utiliza.

Los números que se ven en centros como el hospital pediátrico Pereira Rossell de Montevideo “rompen los ojos”, lamentó el profesional.

El drama que se vive en los hospitales públicos por este tipo de situaciones no es nuevo. El hospital pediátrico Pereira Rossell de Uruguay se ha tenido que adaptar en los últimos años a atender niños que llegan baleados. Hasta hace un tiempo, los heridos por arma de fuego que ingresaban a ese centro de salud eran accidentales, pero ahora son producto de la violencia directa. Sus heridas son una consecuencia del avance del narcotráfico en el país: los niños muchas veces son usados de rehenes de las luchas territoriales entre grupos delictivos.

En agosto, el diputado uruguayo Luis Gallo –que es cirujano pediátrico– dijo al mismo diario que el aumento de los niños baleados muestran un “estado de degradación” de la sociedad. “Creo que los niños baleados, en general, han sido escudo de narcotraficantes”, expresó.

Un diagnóstico similar había esbozado tiempo atrás el director del Pereira Rossell, Gustavo Giachetto. “Es un problema nuevo que está creciendo. Antes los heridos por arma eran accidentales, ahora son producto de la violencia directa; los niños son usados de rehenes en las luchas territoriales”, expresó. Giachetto criticó los protocolos de seguridad que existen porque, para él, tiene “agujeros por todos lados”.

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