Desde el 10 de noviembre y hasta el próximo viernes 21 se está llevando a cabo en Belém, Brasil, la ciudad considerada como la puerta al Amazonas, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) 2025. En ese marco, el cofundador y coordinador de la ong Jóvenes por el Clima, Eyal Weintraub, tras participar de las primeras jornadas de la cumbre, expuso las tensiones y contradicciones de la transición energética, el cambio global de los sistemas de energía basados en combustibles fósiles a fuentes renovables para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y combatir el cambio climático.
“No vamos a poder erradicar los combustibles fósiles mañana y tampoco sería positivo eso para la sociedad en su conjunto, porque generaría una crisis económica y social de una magnitud gigantesca”, sostuvo, aunque advirtió: “La ciencia indica que no podemos tardar en esta transición el mismo tiempo que se tardó en los procesos energéticos anteriores; el tiempo de actuar es ahora”.
Estas declaraciones fueron realizadas en diálogo con Infobae en Vivo, en el marco de la columna de la politóloga María Migliore, durante el programa de la mañana, que cuenta con la conducción de Gonzalo Sánchez, Maru Duffard, Ramón Indart y Cecilia Boufflet.
En este contexto, Weintraub analizó el papel de la Argentina ante los desafíos globales y el significado regional de la sede amazónica. Además, puso el foco en las contradicciones gubernamentales y empresariales en torno al desarrollo económico, la urgencia de una transición energética justa y la incorporación del ambientalismo a la política activa.
Eyal Weintraub, cofundador de Jóvenes por el Clima, expuso las tensiones y desafíos que enfrenta la transición energética justaDurante su participación, Weintraub fue claro al subrayar la complejidad de abandonar los combustibles fósiles. “Como cualquier proceso de transición, vamos a vivir muchas contradicciones”, dijo, y remarcó que la historia de los cambios energéticos —del carbón al gas o al petróleo— muestra que suelen llevar décadas. Pero esta vez el planeta no dispone de tanto margen. “Tenemos un desafío muy grande: antes, las transiciones energéticas podían tomar mucho tiempo. Hoy, el consenso científico es que el tiempo se acabó; si no actuamos con celeridad, las consecuencias ambientales, sociales y económicas serán mucho más graves”.
Weintraub resaltó que el desarrollo tecnológico está acercando soluciones: “Los paneles solares y los molinos eólicos ya son más baratos que muchos fósiles; la tendencia es que los combustibles tradicionales sean cada vez más caros y difíciles de extraer, mientras que la energía renovable baja sus costos”. Frente a ese escenario, subrayó también que la transición apresurada es inviable, ya que implicaría profundas crisis sociales, especialmente en países en desarrollo: “No podemos dar un salto al vacío”.
Durante su columna en Infobae en Vivi, la politóloga María Migliore analizó junto a Eyal Weintraub la COP30 y el impacto de las políticas ambientales. Los desafíos de la transición energética en la agenda globalPara Weintraub, la realización de la COP30 en Brasil marca un punto de inflexión en la visibilidad de las demandas y contextos sudamericanos: “Hace once años que una COP no se desarrollaba en Latinoamérica. Este año, Brasil llevó la sede a la selva amazónica, con la decisión política de [el presidente brasileño, Luiz Inácio] Lula da Silva de posicionar la agenda verde y exhibir una región clave en la absorción de carbono y la lucha contra la deforestación”.
Este gesto tuvo un impacto concreto: “Es la primera vez en mucho tiempo que la cumbre tiene una asistencia tan masiva de comunidades indígenas, actores fundamentales en el cuidado real del ambiente. La Amazonia, uno de los grandes sumideros de carbono globales, estuvo en el centro del debate”, relató.
La COP30 en Brasil reunió a líderes, activistas y comunidades indígenas para debatir el futuro de la transición energética global (AP Foto/Andre Penner)Weintraub mencionó que la presidencia de Brasil en la cumbre dio un cariz diferente a la agenda: “Según quién presida la COP, los temas prioritarios cambian. Este año, Latinoamérica puso en el debate sus problemáticas más urgentes, muchas de las cuales son compartidas por la Argentina”.
El activista de Jóvenes por el Clima relató cómo, en contraste con ediciones anteriores en países con regímenes autoritarios, la COP30 permitió expresiones masivas de la sociedad civil: “Hubo dos grandes protestas. Una, durante el fin de semana intermedio, con más de cincuenta mil personas reclamando compromisos más firmes. Hacía años que no se podía marchar en una COP por las restricciones en sedes como Azerbaiyán, Dubái o Egipto. Fue una movilización pacífica, con fuerza de partidos, ONGs y organizaciones indígenas”.
También hizo referencia a tensiones dentro de la zona azul, el espacio reservado a negociadores: “Varios intentaron ingresar sin credencial, protestando por la contradicción de que Brasil, mientras promueve la agenda ambiental, habilita exploraciones petrolíferas en la boca del Amazonas. Así son las contradicciones que atraviesan la política ambiental en la región”.
Weintraub coincidió en que las COPs suelen ser terreno fértil para los lobbies de la industria: “Es cierto que muchas veces las grandes petroleras logran que la discusión se desvíe; en las cumbres de Dubái y Egipto esto fue muy notorio. Hay una tensión viva entre quienes priorizan la defensa ambiental y quienes buscan preservar negocios fósiles”.
Las movilizaciones sociales y protestas en la COP30 marcaron el reclamo de compromisos más firmes frente a la crisis ambiental (AP Foto/Joshua A. Bickel)Pese a las presiones, la presencia ampliada de la sociedad civil y los movimientos juveniles marca un contrapunto. Como ejemplo, Weintraub destacó la participación argentina activa este año: “El Gobierno mostró mayor compromiso, no solo por la posición internacional, sino también por la necesidad de captar inversiones verdes y alinearse con el financiamiento global para adaptación y mitigación”.
Consultado sobre las prioridades argentinas en el contexto actual, Weintraub señaló la importancia estratégica de la energía nuclear: “Es un área donde Argentina tiene ventajas comparativas y experiencia tecnológica. Podemos cubrir buena parte de la cadena productiva nuclear, e incluso exportar desarrollos médicos. Sin embargo, hay preocupaciones por el desfinanciamiento de proyectos como el reactor CAREM, que representa el camino global hacia reactores modulares, más seguros y eficientes”.
Mencionó también que la transición energética argentina no debe prescindir de los desafíos económicos: “Muchas veces, el discurso va más rápido que la implementación. Hay que asegurar fondos, articulaciones público-privadas y garantizar que se continúe innovando”.
Weintraub puso el foco en la importancia de captar recursos internacionales mediante bonos de carbono y soluciones basadas en naturaleza. “Argentina puede acceder a financiamiento relevante si profundiza los mecanismos de certificación para bonos de carbono, aunque hoy el proceso demora hasta cinco años por la burocracia internacional. Sin una simplificación, el incentivo se diluye”, alertó.
Además puntualizó que existen procesos de certificación nacional incipientes: “Se está viendo una transición hacia modelos propios más ágiles; esto puede acelerar la captación de fondos y la conservación a escala, no solo en mantener, sino en restaurar ecosistemas”.
El activista no esquivó la crítica usual: el riesgo de que los países desarrollados usen la agenda ambiental para impedir el desarrollo de economías periféricas. “Hay una gran trampa: las potencias proponen que los países en desarrollo conserven lo que aún tienen a cambio de financiaciones, mientras ellos ya explotaron y devastaron sus territorios. Por eso, en la COP, desde América Latina, la estrategia es reclamar financiamiento para adaptación, no solo para mitigación”.
Weintraub explicó que el punto de fricción es que los beneficios locales no interesan a los donantes del Norte: “Los países desarrollados prefieren poner plata para reducir emisiones globales. Pero para Sudamérica, la adaptación al cambio climático —como la prevención de inundaciones— es vital y debe ser financiada”.
“Argentina seguramente deba expandir su minería para desarrollar la economía y sostener la transición energética global, especialmente en litio y cobre”, dijo Weintraub, aunque aclaró: “No cualquier minería, ni en cualquier contexto. Se requiere licencia social real, procesos transparentes, leyes debatidas. La minería es indispensable para energías renovables, pero con controles y consensos”.
Uno de los puntos centrales fue el análisis del papel de los movimientos juveniles y su paso de la protesta a la política institucional. “Tenemos que ambientalizar la política y politizar el ambiente. No alcanza con quedarse afuera movilizando; hace falta ingresar a los espacios de toma de decisiones”, sostuvo, al tiempo que reconoció que el recambio político ambiental aún es incipiente: “Hoy no tenemos representación parlamentaria, pero en el futuro este movimiento debe avanzar en ese sentido”.
Weintraub defendió la necesidad de diversidad de roles en un mismo ecosistema social: “Hace falta gente movilizando afuera para generar presión y también cuadros políticos que debatan, negocien, y aseguren que la transición incluya justicia ambiental y social”.
Representantes juveniles y de organizaciones civiles exigieron una transición energética justa que contemple inclusión social y justicia ambiental (Freepik)Durante la entrevista, también se abordó la percepción pública sobre la agenda ecológica. Los propios entrevistadores advirtieron un bajo interés en los temas ambientales en la actualidad y preguntaron si la sociedad los percibe como urgentes. Weintraub consideró que, si bien ocupa menos espacio mediático, el movimiento ganó terreno en la última década y se está profesionalizando: “Hoy no se trata de levantar solo el panfleto, sino de involucrarse en discusiones técnicas, políticas y económicas”.
En las palabras de Weintraub, el desafío de los próximos años será conciliar desarrollo e inclusión social sin resignar los avances ambientales. “Las oportunidades están; la Argentina tiene recursos, tecnología y masa crítica. Hace falta una visión estratégica, articulada con los actores industriales, estatales y la sociedad civil, para garantizar que la transición sea sostenible y que el país no quede marginado ni como mero proveedor de materias primas”.
El activista finalizó subrayando el objetivo de Jóvenes por el Clima: “No queremos quedarnos sólo con la protesta. Buscamos consolidar una voz política joven, que no solo reclame, sino que proponga y gestione políticas públicas para el ambiente”.
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