
La comunidad de Grand Blanc Township, en Michigan, fue escenario de un ataque armado y un incendio en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días el domingo, dejando un saldo de al menos cuatro personas muertas y ocho heridas. El atacante, identificado como Thomas Jacob Sanford, un hombre de 40 años con antecedentes militares, fue abatido por la policía poco después de iniciado el ataque.
Sanford era residente de Burton, una ciudad a poco más de 10 kilómetros del lugar, y contaba con experiencia como sargento del Cuerpo de Marines de Estados Unidos, con servicio en Irak entre 2004 y 2008. El incidente comenzó cuando Sanford embistió la iglesia con una camioneta Chevy Silverado para luego descender del vehículo y disparar un fusil de asalto contra los asistentes al servicio dominical, donde se encontraban cientos de fieles.

La policía de Grand Blanc Township reportó que el autor portaba dos banderas estadounidenses en la parte trasera del vehículo y que, tras los disparos, fue visto utilizando un acelerante para provocar un incendio en el edificio. Un portavoz del Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) de Detroit, James Deir, indicó que se investigaron artefactos explosivos improvisados hallados en el lugar.
El tiroteo tuvo lugar unos minutos después de iniciado el servicio religioso dominical, cuando un fuerte estruendo alertó a los presentes. Versiones de testigos recogidas por medios locales sostienen que inicialmente se pensó que el choque del vehículo fue accidental, hasta que Sanford comenzó a disparar. Algunos feligreses intentaron ayudar al conductor, pero huyeron al percatarse de la amenaza armada. Al menos dos de las víctimas fallecieron abatidas por disparos, y otras perdieron la vida por heridas asociadas al incendio.
El Buró Federal de Investigaciones (FBI) asumió la investigación como un “acto de violencia dirigida”, según detalló Reuben Coleman, responsable de la oficina local del FBI en Detroit. Las autoridades no han establecido un motivo concreto para el ataque ni hallado indicios de conexiones con posturas políticas o la situación familiar del sospechoso. En los registros del Cuerpo de Marines, Sanford figuraba como mecánico automotriz organizacional y operador de recuperación de vehículos; obtuvo varias distinciones oficiales durante su servicio, incluida la Medalla de Buena Conducta del Cuerpo de Marines y la Medalla de la Campaña de Irak.
Durante el ataque, los servicios de emergencias desplegaron un operativo de bomberos y policía que enfrentó dificultades por la magnitud del incendio. Diversos videos mostraron cómo el edificio era completamente consumido por el fuego, lo que complicó la búsqueda de posibles víctimas adicionales y la preservación de evidencias en el sitio. Los investigadores también allanaron la vivienda de Sanford y aseguraron la revisión de otros artefactos sospechosos en el entorno inmediato.

Sanford, egresado de la Goodrich High School en 2003, residía con su esposa e hijo, un menor nacido con hiperinsulinismo congénito, una afección genética poco común relacionada con la sobreproducción de insulina. Campañas de recaudación de fondos en redes sociales evidencian que la familia había atravesado dificultades económicas debido al costo de los tratamientos médicos de su hijo. En entrevistas previas con medios de la región, el propio Sanford expresó el reto que vivía su familia y mencionó licencias laborales tomadas para acompañar a su hijo durante procedimientos médicos.
Testimonios recopilados por medios estadounidenses lo describen como una persona aficionada a la caza y a las actividades al aire libre. Imágenes en redes muestran a Sanford vestido con camisetas de propaganda política y posando junto a familiares y amigos. A pesar de la atención mediática sobre sus antecedentes y actividad en línea, las agencias a cargo insisten en que no existe hasta ahora evidencia que asocie sus creencias políticas o su circunstancia personal con la ejecución del ataque.
El ataque generó un amplio despliegue en la zona, con la intervención de múltiples cuerpos de seguridad y unidades especializadas de explosivos. A la espera de los resultados forenses y la recopilación de testimonios, el recinto religioso permanece resguardado por las autoridades. El gobernador del estado y representantes de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días expresaron su pesar por lo sucedido. Investigadores también indagan si este acto guarda alguna relación con eventos recientes en la jerarquía nacional de la iglesia, luego del fallecimiento del líder de la denominación, Russell M. Nelson, aunque por el momento no existen pruebas al respecto.