
Desde Tel Aviv.- En febrero pasado Arbel Yehoud tuvo que caminar 100 metros entre una muchedumbre anardecida que le gritaba y parecía que iba a lincharla. Omer Shem Tov tuvo que besar en la cabeza a un terrorista armado para cumplir con las exigencias mediáticas que el encargado de relaciones públicas de Hamas le había puesto como condición previa a su liberación... ¿El objetovo? Amedrentar -y a veces- humillar a los rehenes instantes antes de recuperar la libertad.
Hoy, cuando Hamas entregó a los 20 secuestrados con vida que mantenía en Gaza desde hace 738 días no pudo hacer ninguna ceremonia. El acuerdo mediado por Trump lo prohibía explicitamente pero, con ingenio, lograron su show: en la mañana, mientras la expectativa aumentaba en la base militar de Re’im, las familias israelíes recibieron inesperadas videollamadas de sus seres queridos aún en Gaza.

El grupo forzó conexiones virtuales entre los rehenes y sus familiares. Las llamadas se hicieron de teléfonos de Hamas, un terrorista de Hamas sostenía los dispositivos y hasta se mostraba en pantalla con la cara cubierta y la vincha verde característica. Hamas sabía que las conversaciones iban a viralizarse rápidamente.
Las videolladas sorpendieron a todos. Silvia Cunio rechazó el primer intento porque no conocia el número, hasta que la aceptó y apareció David en pantalla.
En esta llamadas los rehenes etaban vestidos en uniformes como si fueran militares. La tecnica de disfrazar secuestrados para intentar mostrar que se trataba de prisioneros militares es la misma que usaron en las otros treguas.
La dinámica de las llamadas variaba: a veces el teléfono pasaba de un rehén a otro, permitiendo breves intercambios con diferentes familiares; en otros casos, la comunicación se vio limitada por problemas técnicos o por la presencia de los propios terroristas.
Julie Kuperstein, madre de Bar Kuperstein, relató cómo, tras ver una llamada perdida identificada como “Brigadas Al Aqsa”, la devolvió y pudo ver a su hijo, quien le repitió para ranquilizarla: “¡Mamá, todo está bien! ¡Mamá, todo está bien!”.

En otra llamada, Einav Zangauker habló con su hijo Matan, aún retenido en Gaza, y fue ella quien tuvo que tranquilizarlo: “Vuelves a casa, todos vuelven a casa. Ya no hay más guerra, se acabó”, en un intento de infundir esperanza y calma.
En al menos una llamada, un terrorista enmascarado se dirigió directamente a la familia de un rehén, aunque sus palabras no pudieron escucharse en la grabación. Esta escenografía, sumada a la brevedad y control de las comunicaciones, añadió una capa de tensión a los ya difíciles reencuentros virtuales... Es que las comunicaciones se hicieron cuando aún estaban en cautiverio y la jugada, además de alegría por verlos, también produjo temor de que algo pudiera salir mal.
No todas las familias aceptaron participar en las videollamadas. Al menos una rechazó la comunicación propuesta por Hamas. Y en la llamada de Maxim Herkin, su familia, visiblemente emocionada, le pidió que contactara también a su madre, quien no se encontraba en la misma sala; Herkin respondió que lo intentarían, en referencia a él y al miembro de Hamas que lo acompañaba.
El estado físico y emocional de los rehenes fue motivo de especial atención para sus familiares. Rom Braslavski, quien había aparecido previamente en un video de propaganda de Hamas con aspecto debilitado, se mostró sonriente y de pie durante la videollamada, lo que tranquilizó a su madre.

La familia de Evyatar David, que también había sido visto en condiciones preocupantes, pudo hablar con él antes de su liberación. Otros rehenes, como Omri Miran-Lavi, Elkana Bohbot y Yosef-Haim Ohana, transmitieron mensajes de tranquilidad a sus seres queridos. “Todo está bien, puedes relajarte, todo está bien”, tranquilizó Bohbot a su madre. Avi Ohana, padre de Yosef-Haim, le expresó: “Te amamos, todo Israel te espera, Dios está contigo, te cuida, te protege, y hoy te saca de ahí”.
Finalmente, los miedos que pudieron haber surgido se disiparon: a pesar del show, todos ellos fueron liberados hoy.