El fútbol está de luto. El dolor masivo por la muerte de Miguel Ángel Russo se instaló en la Argentina y trascendió las fronteras por las huellas que ha dejado el entrenador de Boca en clubes del extranjero como Millonarios de Bogotá, Cerro Porteño de Paraguay, Alianza Lima de Perú, Salamanca de España, Universidad de Chile, Morelia de México y Al-Nassr de Arabia Saudita.
Los ascensos con Lanús, Estudiantes y Rosario Central, el título con Vélez o las consagraciones con el Xeneize (incluida la última Copa Libertadores que logró el club de la Ribera) formaron parte de una trayectoria notable, que también tuvo su reconocimiento en equipos como Racing, San Lorenzo y Colón de Santa Fe. Sea donde fuere, Miguel dejó un grato recuerdo. Y fiel a su estilo moderado, para evitar las polémicas y las provocaciones mediáticas, el estratega supo adoptar un perfil bajo en los medios de comunicación.
Su célebre expresión “son momentos, son decisiones” que lo acompañó durante toda su trayectoria tuvo un origen que el propio DT había revelado en una de las últimas entrevistas que le dio al canal oficial de Boca Juniors. En ese diálogo, el técnico tuvo un contacto directo con los hinchas, dado que se animó a contestar las preguntas que le enviaban los espectadores, quienes manifestaron su curiosidad por conocer el trasfondo de esa frase que se ha vuelto característica en su carrera.
Al remontarse al año 2007, Russo relató que la frase surgió en un contexto de insistentes consultas periodísticas sobre sus elecciones tácticas y la falta de cambios en la formación titular. Según explicó, en aquel momento los periodistas le preguntaban reiteradamente por qué no modificaba el equipo o por qué tomaba determinadas decisiones. Así fue el recuerdo de Miguel: “Cuando el periodismo me hacía las preguntas por qué esto, por qué lo otro, por qué no cambiaba el equipo. Yo jugaba siempre con el mismo equipo y no había una explicación. Era una sensación que tenía yo como entrenador. Aparte ese equipo quería jugar siempre y permanentemente. Entonces les respondía ‘son decisiones’”.
La reflexión del técnico campeón de la Copa Libertadores con el Xeneize fue más allá de la anécdota puntual. En la misma entrevista, profundizó sobre la naturaleza de su trabajo y la constante necesidad de elegir en un entorno tan dinámico como el fútbol. “Uno vive permanentemente tomando decisiones. El fútbol es una actividad cambiante y siempre hay que tomar una elección. Vivo tomando decisiones porque soy entrenador”, argumentó.
De este modo, la frase que comenzó como una respuesta espontánea a la prensa terminó por sintetizar la filosofía de Miguel Ángel Russo respecto a la conducción de equipos y la gestión de los desafíos propios de su profesión.
El diagnóstico de cáncer de vejiga y la detección de un tumor en la próstata en 2017 marcaron un antes y un después en la vida de Russo. Durante su tratamiento, mientras dirigía a Millonarios de Colombia, también enfrentó una infección bacteriana resistente, lo que complicó aún más su estado. A pesar de estos desafíos, condujo al club colombiano a la obtención del Torneo Finalización 2017 y la Superliga 2018, demostrando su compromiso con el fútbol.
En septiembre, tras regresar a Boca Juniors en su tercera etapa, Russo fue hospitalizado durante tres días por una infección urinaria causada por una baja en sus defensas. La situación requirió medicación endovenosa y observación médica estricta. Posteriormente, una deshidratación lo obligó a una nueva internación, aunque logró reincorporarse brevemente a los entrenamientos antes de que su estado empeorara.
El lunes 6 de octubre, el club comunicó que el técnico se encontraba con “pronóstico reservado”. Desde entonces, su delicado cuadro le impidió volver a dirigir al equipo. Su asistente, Claudio Úbeda, asumió la conducción técnica, y tras la victoria 5-0 sobre Newell’s, expresó: “Queremos dedicarle el triunfo a Miguel (Russo) que seguramente nos estuvo mirando por televisión... lo queremos mucho, queremos que se ponga bien y le deseamos lo mejor”.
La carrera de Russo abarcó más de 1.000 partidos dirigidos y 12 títulos en clubes de Argentina, España, Chile, México, Colombia, Perú, Paraguay y Arabia Saudita. Como futbolista, disputó 420 partidos y ganó dos títulos con Estudiantes de La Plata. Su hijo, Ignacio Russo, debutó profesionalmente en Rosario Central en 2020 y actualmente juega en Tigre.
En su última etapa, volvió a Boca Juniors para dirigir el Mundial de Clubes, donde el equipo tuvo destacadas actuaciones ante Benfica y Bayern Múnich, aunque quedó eliminado tras empatar con Auckland City. Su legado en el fútbol argentino y sudamericano queda marcado por su profesionalismo y pasión por el deporte.