
Embeth Davidtz, conocida por sus papeles en La lista de Schindler y como la entrañable Miss Honey en Matilda, inicia una nueva etapa con su debut como directora en No nos dejes caer esta noche.
La película, que se estrenará en cines el 3 de octubre de 2025, adapta las memorias de Alexandra Fuller y retrata la infancia blanca en la Rhodesia de 1980, meses antes de la independencia de Zimbabue. Este proyecto, que marca un punto de inflexión en la carrera de Davidtz, refleja su búsqueda de identidad y resiliencia, explicó en una entrevista a The Guardian.
La trama transcurre en una granja de la antigua Rhodesia, donde Bobo, una niña blanca de ocho años interpretada por Lexi Venter, convive con su hermana mayor y unos padres dominados por el miedo y el racismo.

La mirada de Bobo introduce al público en una época caracterizada por la tensión y la violencia, en la que los prejuicios de los adultos se filtran en la percepción infantil. Los recuerdos de Fuller condensan esos meses previos a la independencia de Zimbabue y muestran cómo la infancia incorpora temores y creencias del entorno.
La adaptación y dirección supusieron para Davidtz un reto tanto artístico como personal. Originalmente, la actriz pensó en interpretar a la madre de Bobo, una figura inestable y marcada por el sufrimiento, pero comprendió que la voz de la niña ofrecía una perspectiva más reveladora.
“Adapté el libro en parte porque quería interpretar a la madre y tener la oportunidad de lucirme en pantalla”, afirmó a The Guardian. Al centrarse en Bobo, redujo su presencia en el filme y permitió que Lexi Venter destacara con espontaneidad.

“Lexi es curiosa, divertida y libre. Si le pedía que actuara o memorizara diálogos, no funcionaba. Tenía que improvisar, lanzarle frases, buscar reacciones genuinas. Fue como observar a un cachorro de león en la naturaleza”, señaló la directora.
La relación entre la historia de Fuller y la biografía de Davidtz fue fundamental en la gestación del film. Nacida en Estados Unidos y criada en Sudáfrica durante el apartheid, la cineasta reconoció en las memorias de Fuller resonancias de su propia infancia.
“Siempre sentí que no encajo del todo”, admitió. Al leer el libro, supo que podía relatar esa historia desde una identificación genuina, a pesar de que la vida de Fuller fuera aún más extrema. “Recuerdo decirle a Alexandra: ‘Creo que sé cómo contar esta historia’”, explicó.

La película expone de forma directa la dureza del contexto histórico. Davidtz evocó su llegada a Johannesburgo a los ocho años, tras el regreso de sus padres sudafricanos desde Estados Unidos.
“No me prepararon para nada. Me criaron como si fuera entre lobos”, recordó. La agresividad, la inseguridad en las calles y la violencia cotidiana resultaban habituales.
“Veías a gente trasladada en furgones policiales, a dos blancos ebrios golpeando a un hombre negro indefenso. Persistía la idea —algo menos acentuada que en Zimbabue, pero aún presente— de que las multitudes se rebelarían contra los blancos. Ese era el mito que circulaba”, relató a The Guardian.
El film, pese a estar ambientado en 1980, transmite una advertencia sobre el impacto de los discursos de miedo y exclusión que siguen vigentes en la actualidad.

La decisión de dirigir llegó en un periodo de crisis personal y profesional. Tras años de éxitos en Hollywood, Davidtz empezó a sentirse cada vez más insatisfecha con los roles que le ofrecían y la rutina actoral.
“Si apareciera un gran director o un papel excelente, lo haría. Pero no quiero aceptar cualquier papel con jornadas interminables y diálogos mediocres. Ya lo hice y no fui feliz”, reconoció. La salud también fue determinante: en 2013, mientras filmaba las cintas de Spider-Man, recibió un diagnóstico de cáncer de mama en estadio tres.
Tras quimioterapia, inmunoterapia, cirugía y una doble mastectomía, la experiencia la llevó a reconsiderar sus prioridades. “Después de estar tan enferma, sentí que solo hay un camino y una oportunidad para vivir la vida”, compartió en The Guardian.
A los 60 años, Davidtz celebra su debut como directora de largometrajes con la intención de avanzar hacia nuevos proyectos.
“Mis 50 estuvieron dedicados a sacar adelante este proyecto. Ahora quiero que la primera mitad de mis 60 se centre en construir el siguiente”, afirmó. La cineasta considera que la adversidad y la capacidad de reinventarse moldearon su carácter, lejos de la imagen dulce asociada a sus papeles más célebres.
La realización de No nos dejes caer esta noche se convirtió para Davidtz en una prioridad vital, tan relevante como el proceso de superación de la enfermedad. La directora canalizó en esta película su deseo de narrar una historia compleja y, al mismo tiempo, de reafirmar su fortaleza y propósito personal.