(Imagen Ilustrativa Inbfobae)Lavar las frutas antes de consumirlas es una costumbre que la mayoría de las personas tienen muy interiorizada. Sin embargo, hay una excepción que muchos pasan por alto, y este es el kiwi.
A simple vista, su piel peluda y resistente parece actuar como una barrera protectora natural, lo que nos lleva a pensar que no necesita una limpieza tan cuidadosa, sin embargo, esto no es cierto y se necesita la misma limpieza que las demás frutas.
El kiwi se encuentra entre las frutas más manipuladas durante su cadena de distribución. Desde su cultivo hasta que llega a las manos del consumidor, pasa por distintos procesos en los que entra en contacto con pesticidas, polvo, tierra y residuos.
Su piel con vello puede parecer una protección frente a los agentes externos, pero en realidad acumula mucha suciedad y microorganismos con facilidad.
Por eso, aunque no vayamos a comer la cáscara, lavar el kiwi antes de cortarlo es muy importante. De lo contrario, al pasar el cuchillo por la superficie, se arrastran los residuos y bacterias de la piel hacia la pulpa, contaminando la parte que sí vamos a ingerir.
kiwi (Adobe Stock)Los expertos en seguridad alimentaria advierten que esta contaminación cruzada puede causar infecciones digestivas leves o malestar estomacal, especialmente en personas con un sistema inmunitario más sensible, como niños o ancianos. Al cortar el kiwi, el filo del cuchillo arrastra estos residuos desde la piel hacia la pulpa limpia, contaminando la parte que vamos a consumir.
Además, los kiwis suelen tratarse con productos químicos para conservar su aspecto y prolongar su vida útil durante el transporte, por lo que un lavado superficial no siempre es suficiente.
Para limpiar el kiwi de forma segura, no basta con solo enjuagarlo bajo el grifo.
Los nutricionistas recomiendan frotar suavemente la superficie con un cepillo de cerdas suaves mientras se enjuaga con agua corriente. Este gesto elimina los restos de tierra, polvo y posibles infecciones que quedan atrapados entre los pequeños vellos de la piel. Después, se debe secar bien con papel absorbente o un paño limpio.
Además, cada vez más personas optan por comer el kiwi entero, incluida su piel, ya que es muy rica en fibra, antioxidantes y vitamina E. En ese caso, la higiene se vuelve aún más importante, porque se consume directamente la parte que está más expuesta a contaminantes.
El cepillado y lavado cuidadoso nos permiten disfrutar de todos los beneficios nutricionales sin riesgos para la salud. Lavar el kiwi correctamente apenas nos lleva unos segundos, pero marca una gran diferencia en la seguridad alimentaria.
La falsa sensación de que pelar una fruta elimina todos los peligros puede llevarnos a cometer errores cotidianos con consecuencias indeseadas.
En definitiva, aunque la piel del kiwi parezca una barrera natural, la higiene sigue siendo muy importante. Frotar, enjuagar y secar son los tres pasos que nos aseguran que esta fruta tan nutritiva sea también completamente segura para nuestro consumo.
hace 1 hora
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