
El reciente despliegue de bombardeos selectivos y operaciones encubiertas en el Caribe, ordenado por Donald Trump durante su presidencia, ha transformado la lucha contra el narcotráfico en una confrontación de dimensiones estratégicas, con implicaciones directas para Colombia, Venezuela y la seguridad regional.
Según una investigación de Semana, la ofensiva estadounidense no solo busca desmantelar rutas ilegales, sino que apunta a debilitar las estructuras financieras del régimen de Nicolás Maduro, en un contexto donde la frontera entre la acción antinarcóticos y la presión política se ha vuelto difusa.
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Documentos de inteligencia y testimonios de fuentes militares, recogidos por dicho medio, revelan que muchas de las narcolanchas destruidas por las fuerzas estadounidenses no parten exclusivamente de Venezuela, como sostiene el discurso oficial, sino que tienen su origen en territorio colombiano.
Estas embarcaciones, cargadas de cocaína, operan con respaldo logístico desde Venezuela y cuentan con la protección de redes criminales como el cartel de los Soles.
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