
En un entorno académico tan exigente como el de la Universidad de Harvard, el bienestar emocional de los estudiantes se ha convertido en una prioridad institucional. Desde 2022, esta tarea cuenta con el apoyo eficaz de Sasha, una labradora negra entrenada no para tareas de seguridad, sino para brindar consuelo, compañía y apoyo emocional a la comunidad universitaria.
Integrada al Departamento de Policía de la universidad cuando tenía 18 meses, Sasha fue presentada oficialmente por la Gaceta de Harvard, medio que destaca su papel como puente entre la policía del campus y los estudiantes, profesores y personal administrativo, pues lejos de los protocolos tradicionales, su presencia transformó la forma en que se construye comunidad en Harvard.
Acompañada por el oficial Steven Fumicello, su guía y compañero de trabajo, Sasha recorre a diario los patios, pasillos y aulas de la universidad, ofreciendo cercanía, afecto y una pausa emocional en medio del rigor académico. “Esta es Sasha. La usamos para la participación comunitaria y el bienestar. No huele armas, bombas ni drogas, solo sonríe”, resume Fumicello a quienes se acercan a conocerla.
Durante sus recorridos por el campus, no es raro que Sasha sea reconocida por estudiantes que se detienen a saludarla, acariciarla o simplemente buscar en ella un momento de alivio.
Su impacto en la vida universitaria es palpable, como lo ilustra una ocasión documentada por la Gaceta de Harvard, en el que un estudiante, tras una jornada particularmente difícil, se acercó y preguntó: “¿Puedo tener un momento con Sasha?”. La respuesta, como siempre, fue un sí silencioso y una cola que se agitaba con entusiasmo.

El impacto de Sasha no se limita a los estudiantes, pues su influencia también introdujo una dimensión emocional poco habitual en el Departamento de Policía de la Universidad de Harvard. “Le he dado más abrazos y besos que a mi esposa en 28 años”, comenta con humor Steven Catalano, oficial de información pública del departamento.
Catalano afirma que Sasha “está marcando la diferencia” entre sus colegas, por ejemplo, recuerda un momento particular en el que un agente, visiblemente frustrado por un problema informático, recibió un gesto inesperado: “Sasha se levantó de la cama, se acercó y apoyó la cabeza en su pierna. Fue perfecto. Es difícil no estar tranquilo... Captó el tono, la onda, la sensación en el ambiente. Así de perspicaz es”.
Dicha sensibilidad se debe a que Sasha fue entrenada durante dos años por Puppies Behind Bars, una organización sin fines de lucro que capacita a personas privadas de libertad para criar perros de servicio destinados a asistir a veteranos y personal de primera respuesta.
Antes de asumir su rol en Harvard, Fumicello convivió dos semanas en una prisión con quienes habían cuidado de Sasha desde que era una cachorra. “Aunque Sasha forma parte del Departamento de Policía de Harvard, su función es hacer feliz a la gente. La usamos como un perro de terapia itinerante”, explica Fumicello.
Como perro de participación comunitaria, Sasha realiza visitas periódicas a dormitorios, oficinas y espacios comunes del campus, ayudando a los estudiantes a gestionar el estrés, la ansiedad, el duelo y otros desafíos emocionales. Su labor ha cobrado aún más sentido tras los efectos psicológicos de la pandemia de COVID-19. “La pandemia añadió un nivel de estrés significativo a la vida de todos”, reflexiona Fumicello. “Y este es el momento perfecto para que Sasha esté aquí”.

Además de responder a más de 50 comandos como “choca esos cinco” o “saluda”, Sasha distingue claramente cuándo está en modo de trabajo, pues su actitud cambia si lleva puesto el chaleco o si está lejos de sus juguetes favoritos.
Aunque su labor principal se desarrolla en el campus de Harvard, Sasha también ha llevado su apoyo emocional más allá de los límites universitarios. En octubre de 2023, tras el tiroteo masivo en Lewiston, Maine, ella y el oficial Fumicello viajaron para ofrecer asistencia en el Centro de Apoyo Familiar de la Policía Estatal de Maine.
Cuando Sasha fue incorporada oficialmente al equipo en agosto de 2022, Harvard Magazine destacó que se convirtió en la primera “persona no humana” en recibir una credencial universitaria, un gesto simbólico que refleja su integración plena en la vida académica.
Para el oficial Fumicello, sin embargo, Sasha ha ido mucho más allá de su función original. Su capacidad para generar vínculos espontáneos y acercar a las personas ha ampliado su impacto dentro y fuera del campus. “Cuando caminamos por algún lugar, no pasa mucho tiempo antes de que alguien nos llame o se acerque”, cuenta. Esas interacciones informales, asegura, han contribuido a crear conexiones entre estudiantes, docentes y personal administrativo que, de otro modo, tal vez nunca se habrían dado.
Sumado a ello, Fumicello subraya que la labor de Sasha no solo es resultado del adiestramiento, sino de una sensibilidad innata. “Cuando miras a Sasha a los ojos”, afirma con emoción, “puedes ver que realmente nació para hacer este trabajo”.