
Por Luis De Jesús
25 Mayo 2025, 16:30 PM EDT
El rey Carlos III y la reina Camila iniciarán el lunes una visita oficial de dos días a Canadá, en un momento político inusual marcado por las declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre una posible anexión del país vecino.
La visita, coordinada por el gobierno canadiense, tiene como eje central la lectura del Discurso del Trono por parte del monarca en el Parlamento canadiense, un hecho excepcional que ocurre por tercera vez en la historia del país. Este discurso, que inaugura formalmente una nueva sesión legislativa, expone los objetivos del gobierno federal para el nuevo periodo parlamentario.
Carlos III, quien mantiene el rol simbólico de jefe de Estado de Canadá, asumirá esa función normalmente reservada al gobernador general —actualmente la líder indígena Mary Simon— como gesto de unidad institucional y soberanía, en medio de lo que el primer ministro Mark Carney ha calificado como una “coyuntura trascendental”.
“Canadá cuenta con un defensor firme en nuestro soberano”, expresó Carney al anunciar la visita a principios de mes. La gobernadora general Simon añadió que “esta visita resalta la profunda y duradera relación entre Canadá y la Corona”.
El contexto es delicado
Desde finales de 2024, Trump ha manifestado su interés en anexar Canadá, llegando a declarar que convertiría al país en el estado número 51 de la Unión Americana.
En enero pasado, ante una pregunta sobre si usaría la fuerza militar para lograrlo, respondió: “No, la fuerza económica”.
Trump también ha cuestionado la frontera entre ambos países, calificándola como una “línea artificial” y sugiriendo que Canadá depende económicamente de Estados Unidos.
Lo que comenzó como una aparente provocación al entonces primer ministro Justin Trudeau ha ido escalando en tono e impacto, generando inquietud en la sociedad canadiense. Ante este panorama, la presencia del rey ha sido interpretada como una reafirmación simbólica y constitucional de la soberanía canadiense.
“El presidente de Estados Unidos ha cuestionado la existencia de Canadá”, advirtió Philippe Lagassé, experto en relaciones constitucionales. “La visita del soberano, encarnación del Estado canadiense, es una respuesta directa: Canadá es un país con instituciones propias, heredadas y transformadas a lo largo de siglos”.
El Discurso del Trono que pronunciará Carlos III se convierte así en un acto político de alto perfil, no solo por su rareza histórica —las únicas dos ocasiones anteriores fueron en 1957 y 1977, ambas protagonizadas por la reina Isabel II— sino también por el mensaje que envía en un momento de tensión continental.
A pesar de su diagnóstico reciente de cáncer, el rey aceptó la invitación de Ottawa, reforzando el vínculo simbólico entre la monarquía británica y el Estado canadiense en un momento que muchos consideran decisivo para la identidad nacional.
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