
Lo que durante años terminó en la basura o en el compost hoy se convierte en el centro de investigaciones científicas.
Restos de remolacha azucarera, hojas de rábano y fibras de coco dejaron de ser descartes para transformarse en materia prima de estudios que prometieron nuevas soluciones para la agricultura y la salud.
Una serie de investigaciones publicadas por la American Chemical Society (ACS) mostró el potencial de los restos vegetales comúnmente descartados para beneficio de la agricultura y la salud humana. Estos estudios señalaron que los subproductos del procesamiento de alimentos permiten el desarrollo de nuevos materiales para el campo y la nutrición.

El equipo detrás de uno de los artículos que se publicó en la revista, Journal of Agricultural and Food Chemistry, señaló que la pulpa de remolacha azucarera, que constituye “aproximadamente el 80% del peso original de la remolacha”, sirvió como “una alternativa natural a los pesticidas sintéticos”.
Los científicos lograron transformar las fibras ricas en pectina de la pulpa en carbohidratos y probaron su efecto en el cultivo de trigo. Durante los ensayos, el material ayudó al trigo a resistir el mildiú polvoroso, una de las enfermedades más habituales en cereales a nivel mundial y foco de preocupación agrícola permanente.
Los responsables de la investigación afirmaron que este método permitiría reducir la necesidad de aerosoles sintéticos en los cultivos, reduciendo así la exposición a productos químicos de síntesis. Este método natural podría reducir la necesidad de aerosoles sintéticos”.

El segundo avance corresponde al uso de residuos de coco, transformados mediante la acción de milpiés.
Los científicos detallaron que las fibras compostadas sustituyeron al musgo de turba, elemento que suele usarse para iniciar el crecimiento de plántulas en agricultura, pero cuya extracción afecta ecosistemas delicados. En la revista ACS Omega se describió el desempeño del novedoso “milicompost” durante la siembra de plántulas de pimiento morrón.
Los testes revelaron que el material tuvo el mismo rendimiento que la turba en el cultivo de plántulas de pimiento morrón. El reemplazo permitiría contribuir a una producción de semillas más sostenible al reducir la necesidad de turba, que desempeña un papel fundamental en la conservación de las aguas subterráneas.

Otra revisión destacó que las hojas verdes del rábano superaron en propiedades a su raíz, la parte comestible más habitual. Las hojas, muy ricas en fibra, antioxidantes y compuestos bioactivos, “contribuyeron a la salud de las bacterias intestinales en estudios de laboratorio y con animales”, aseguraron en el trabajo original del Journal of Agricultural and Food Chemistry.
Los resultados sugirieron que “las hojas de rábano podrían utilizarse algún día para desarrollar alimentos o suplementos que promuevan la salud intestinal”. De esta forma, restos que hasta ahora se descartaron en su mayoría por la industria y el consumo doméstico pueden considerarse una futura materia prima relevante para la nutrición.

Otra investigación publicada en ACS Engineering Au tuvo grandes resultados sobre las hojas de remolacha, material que también suele considerarse residuo. Los expertos emplearon “un proceso de secado especial para encapsular el extracto de hojas de remolacha en pequeñas micropartículas, haciéndolas más estables y efectivas para su uso en cosméticos, alimentos o medicamentos”.
El recubrimiento creado por los científicos “tuvo más actividad antioxidante que el propio extracto, por lo que el recubrimiento puede prevenir la degradación”. De esta manera, se abren rutas para el reaprovechamiento de partes de la remolacha que no tenían destino comercial hasta ahora, y su uso en industrias alimentarias, cosméticas y farmacéuticas.
Todos los estudios señalan que los subproductos y residuos vegetales tienen potencial real en la producción agrícola y el desarrollo de suplementos funcionales. Según la Sociedad Química Estadounidense, técnicas como el uso de fibras de coco con milpiés o el encapsulado de nutrientes pueden transformar radicalmente la gestión de residuos de plantas.
La Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos recomendó el compostaje domiciliario para fomentar prácticas más sostenibles. Según datos difundidos por los organismos de divulgación científica, estas acciones se aplicarán progresivamente en ámbitos industriales, agrícolas y domésticos, ampliando los márgenes para una producción sostenible.