
El director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, ha realizado cinco visitas a la central nuclear de Zaporiyia en Ucrania, enfrentando fuego cruzado y amenazas directas, en un esfuerzo por evitar un desastre similar al de Chernóbil.
Según detalló el Financial Times, Grossi lidera un equipo rotativo de la OIEA que permanece en la planta desde 2022, con el objetivo de reducir el riesgo de una catástrofe nuclear en medio de la ocupación rusa y los constantes bombardeos en la zona. La central, que antes de la guerra generaba una quinta parte de la electricidad ucraniana, se ha convertido en uno de los primeros complejos nucleares civiles atacados en un conflicto armado.
De acuerdo con el Financial Times, la invasión rusa a gran escala ha situado a las instalaciones nucleares civiles en el centro del conflicto, mientras el presidente ruso Vladimir Putin ha reiterado amenazas sobre el posible uso de armas nucleares. Grossi advierte que este tipo de declaraciones contribuyen a normalizar el discurso nuclear, algo que en el pasado era considerado tabú. “Ahora la gente habla de armas nucleares tácticas como si fueran algo que se puede contener o permitir”, afirma Grossi, citado por el medio británico.
El contexto internacional que enfrenta Grossi es especialmente complejo. Además de la situación en Ucrania, el jefe de la OIEA debe lidiar con la amenaza nuclear de Corea del Norte, la escalada de tensiones entre India y Pakistán, y lo que él mismo describe como su “mayor preocupación”: Irán.
Un informe confidencial reciente de la OIEA indica que el régimen teocrático ha incrementado de manera significativa su reserva de uranio enriquecido cerca del nivel apto para armas, mientras que Israel ha lanzado amenazas de ataques preventivos. El Boletín de Científicos Atómicos ha situado el “Reloj del Juicio Final” a solo 89 segundos de la medianoche, reflejando la gravedad de la situación global.
En medio de estos riesgos, Grossi observa un renovado interés mundial por la energía nuclear como fuente “verde” para alimentar la tecnología digital. La energía nuclear se percibe cada vez más como una alternativa viable para la descarbonización, lo que ha impulsado el entusiasmo de gobiernos y empresas tecnológicas.
Este auge coincide con el desarrollo de reactores modulares pequeños (SMR, por sus siglas en inglés) y avances tecnológicos que abordan el problema de los residuos nucleares. Empresas como Microsoft, xAI de Elon Musk y OpenAI de Sam Altman buscan asegurar grandes cantidades de electricidad para sus centros de datos, y la energía nuclear ofrece una escala y fiabilidad que las renovables aún no igualan.
Grossi, de 64 años, nació en Argentina en una familia de origen italiano y ha forjado una carrera diplomática que lo llevó a representar a su país en diversas misiones, incluyendo cargos en la OIEA y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas. Desde 2019, dirige la OIEA, supervisando a unos 2.500 empleados.
El Financial Times reportó que Grossi aspira a convertirse en secretario general de la ONU cuando el puesto quede vacante el próximo año, aunque aclara: “No voy a hacer campaña; mi trabajo es mi campaña”. Grossi sostiene que la ONU atraviesa una crisis de relevancia y eficiencia, y considera que la organización se ha vuelto demasiado burocrática y distante de la resolución de crisis internacionales.
Durante una entrevista en Viena, Grossi compartió detalles sobre su vida personal y profesional. Es un apasionado del fútbol, viste con elegancia y conserva pulseras del Mundial de la FIFA 2022 en Qatar, donde presenció la victoria de Argentina. Habla seis idiomas y mantiene una rutina estricta de ejercicio, evitando el alcohol durante la semana. El Financial Times describe cómo Grossi equilibra su herencia argentina e italiana, aunque en el fútbol su lealtad principal es hacia la selección de Lionel Messi.

En su labor diplomática, ha mantenido contacto directo tanto con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski como con Putin, y ha realizado gestiones para que el equipo de la OIEA acceda a Zaporiyia a través de territorio ucraniano, subrayando la soberanía de Ucrania sobre la planta.
El trayecto implica cruzar líneas de combate y sortear riesgos extremos. Grossi relata que los rusos han advertido que podrían matarlo si intenta ingresar, aunque nunca queda claro quién dispara en la zona. Según explicó al medio británico, la planta actualmente se encuentra “fría”, es decir, inactiva, lo que reduce el riesgo de una dispersión masiva de contaminación en caso de ataque, aunque persisten materiales peligrosos en el sitio que podrían afectar la región local.
La situación con Irán representa otro foco de tensión. Durante la administración de Barack Obama, Irán permitió inspecciones de la OIEA y aceptó restricciones a cambio del levantamiento de sanciones estadounidenses.
Sin embargo, en 2018, bajo el mandato de Donald Trump, el acuerdo se desmanteló y, desde entonces, Irán ha restringido el acceso de los inspectores y acumulado uranio enriquecido al 60% de pureza.
Grossi advierte que, aunque el régimen de los ayatolás no posee actualmente un arma nuclear, dispone del material necesario para fabricarla rápidamente. El enviado especial de Trump, Steve Witkoff, ha reabierto negociaciones, pero las amenazas israelíes y la posibilidad de una acción militar mantienen la tensión elevada. Grossi subraya que las instalaciones nucleares más sensibles de Irán se encuentran a casi un kilómetro (media milla) bajo tierra, lo que dificulta cualquier ataque quirúrgico.

Grossi considera que las conversaciones entre Estados Unidos e Irán son serias y rechaza las críticas sobre la falta de experiencia de Witkoff, destacando que “es una persona extremadamente seria”. El Financial Times indica que, a pesar de los intentos de la administración Trump de debilitar o recortar fondos a agencias de la ONU, la OIEA ha sido una excepción, posiblemente por la prioridad que el expresidente otorga a la amenaza nuclear o por su interés en promover la energía nuclear civil.
En el caso de Corea del Norte, Grossi lamenta que el régimen de Kim Jong Un expulsó a los inspectores de la OIEA en 2009, aunque la agencia tiene conocimiento de que el país posee entre 60 y 70 ojivas nucleares. Grossi expresa preocupación por los riesgos de seguridad, ya que la dictadura norcoreana opera sin interacción internacional, lo que aumenta la posibilidad de un accidente o una acción deliberada con consecuencias globales.
Grossi atribuye su capacidad diplomática a su experiencia personal y profesional, incluyendo su vida familiar: tiene siete hijas y un hijo de dos matrimonios. Reconoce que su dedicación al trabajo ha tenido un costo personal, como un divorcio, pero considera que la diplomacia ha sido efectiva para evitar la proliferación nuclear. Recuerda cómo, tras la caída de la dictadura argentina en los años ochenta, la revelación de un programa nuclear secreto en la Patagonia y la posterior cooperación con Brasil evitaron una carrera armamentista en Sudamérica.

En cuanto a la promoción de la energía nuclear civil, Grossi enfrenta el desafío de superar la oposición histórica de grupos ambientalistas y países como Alemania y Austria. Sin embargo, cree que las nuevas generaciones muestran mayor conciencia ambiental y una actitud más favorable hacia la tecnología nuclear. La OIEA ha comenzado a colaborar con influencers en redes sociales, como la modelo brasileña Isabelle Boemeke, para difundir los beneficios de la energía nuclear.
El auge del sector privado, especialmente de las grandes tecnológicas, ha impulsado la demanda de energía nuclear. Grossi observa que estas empresas buscan independencia de las redes eléctricas convencionales y desean operar sus propias plantas. El Financial Times destaca que la OIEA planea organizar este año su primer diálogo con las principales compañías privadas para abordar el vínculo entre energía nuclear e inteligencia artificial, inspirándose en el modelo de las “Siete Hermanas” del petróleo.
Grossi sostiene que la influencia de la OIEA radica en su papel como árbitro imparcial: ningún compromiso internacional tiene credibilidad sin un informe de la agencia. Esta función lo obliga a viajar constantemente y a mantener contacto con todos los actores, incluso aquellos que lo critican o lo ven como una figura controvertida, como ocurre en Corea del Sur y China.
En 2023, la disputa por el vertido de agua tratada de Fukushima se alivió parcialmente gracias a la inclusión de inspectores chinos en el proceso de supervisión.

Aunque la energía nuclear civil ha causado pocas muertes en comparación con pandemias o el cambio climático, Grossi reconoce que los argumentos estadísticos no bastan para disipar el temor público.
Por ello, apuesta por la innovación y el diálogo con el sector privado para gestionar los riesgos y aprovechar el potencial de la energía nuclear en la transición energética global. Grossi, que aspira a liderar la ONU, confía en que la racionalidad y la diplomacia seguirán siendo herramientas clave para evitar una escalada nuclear, aunque admite que cualquier avance es sumamente frágil.