“La oxitocina es la hormona de la felicidad, de la empatía y del amor”, aseguró la médica psiquiatra Liliana Hepner (MN 117.337) en el programa de la tarde de Infobae en vivo. Según explicó, se trata de una sustancia “que se libera naturalmente en el cerebro y permite conectar, vincularse y encontrar placer en las cosas cotidianas”.
En este contexto, Hepner precisó: “La oxitocina se libera principalmente durante el embarazo, el parto y la lactancia, pero en realidad todos, chicos y adultos, la producimos, y es vital para el bienestar, la intimidad y la creación de vínculos sanos”.
Al ser consultada por el funcionamiento de esta hormona, la experta que se desempeña en el Borda recalcó: “La producimos en una parte muy chiquitita del cerebro, llamada hipotálamo, y se libera al torrente sanguíneo a través de la neurohipófisis. Sus funciones más conocidas son en el trabajo de parto y en la lactancia, esencial para el nacimiento y la alimentación del bebé, pero se trata realmente de la ‘hormona del amor’”.
La psiquiatra dedicó una parte central de su intervención a explicar el efecto de la oxitocina en la conexión interpersonal: “Durante la lactancia, la oxitocina permite que la madre y el bebé se miren, se abracen y se sientan conectados de una manera única, generando alegría, amor e intimidad. Pero lo más importante es que todos producimos oxitocina, más allá de los momentos vitales: se libera también cuando abrazamos, cuando compartimos con amigos o incluso cuando damos o recibimos un buen consejo. Es la base de la empatía”.

Además, diferenció a la oxitocina de otros neurotransmisores: “No es como la serotonina, que también genera bienestar, pero es más un neurotransmisor. La oxitocina es una hormona y, como pasa con otras hormonas, tiene la capacidad de ‘producir conductas’. Si una persona tiene bajo nivel de serotonina puede presentar ansiedad, depresión o irritabilidad. La falta de oxitocina afecta la empatía, la vinculación y hasta la motivación”.
Durante la entrevista, Hepner hizo hincapié en la importancia de los hábitos de autocuidado: “Es fundamental que la gente sepa que puede y debe generar momentos de bienestar. No es solo ir al gimnasio o hacer alguna actividad; es hacer lo que verdaderamente nos genera placer y hacerlo a conciencia. Desconectarse, disfrutar, abrazar, reírse, compartir un café, acariciar una mascota: todo esto ayuda a segregar oxitocina, que es un antídoto natural contra el estrés”.
Sobre el estrés, fue tajante: “Cuando nos estresamos, el cuerpo libera cortisol. Si el cortisol predomina sobre la oxitocina, la inmunidad baja, aparecen otras enfermedades y el bienestar se aleja”. Según la psiquiatra, uno de los grandes desafíos es encontrar equilibrio: “Hay que aprender a equilibrar ese cortisol con momentos saludables, hábitos agradables y vínculos significativos. Los psiquiatras estamos intentando que nuestros pacientes adopten actitudes y rutinas que generen más oxitocina. Hasta se están probando antidepresivos con fórmulas similares”.
Consultada por algunos mecanismos para detectar cuándo una persona necesita ayuda profesional, subrayó: “Todos podemos tener días malos, pero cuando el desánimo, la apatía o la pérdida de placer en la vida diaria se vuelven constantes y afectan las actividades cotidianas, ahí es momento de pedir ayuda”.

La experta también destacó la importancia de la planificación en la salud mental: “Sobre todo en personas que no tienen ánimos de hacer algo, planificar aunque sea pequeñas actividades placenteras o saludables ayuda mucho. Al principio cuesta, a veces hay que ‘obligarse’ a salir a caminar media hora todos los días, a buscar un vínculo, a hacer contacto con otros. Es un trabajo que muchas veces requiere acompañamiento profesional”.
La médica reforzó la idea de que la felicidad también se construye desde lo cotidiano: “Regalarse un gusto, recibir un regalo inesperado, compartir una charla sincera o mirar al otro son acciones que elevan la oxitocina y mejoran el ánimo. Además, la sexualidad, vivida con placer y consciencia, con uno mismo o con otra persona, produce mucha oxitocina. La clave está en reconocer y buscar espacios de bienestar, cada uno de acuerdo a su realidad”.
“En la vida hay que buscar un balance. Si alguien solo produce, trabaja y no disfruta ni socializa, puede terminar desbalanceado”, sumó.
“No se trata solo de recibir ayuda, sino también de dar. Cuando uno da un buen consejo, mira al otro, comparte y se solidariza, también produce oxitocina. El lema es claro: la salida siempre es de a dos”, cerró Hepner.
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