
La relación entre los seres humanos y sus perros se caracteriza por un vínculo emocional profundo que, con el tiempo, transformó a los caninos en miembros importantes de la familia y compañeros leales. Esta evolución en su rol dentro del hogar plantea preguntas sobre su lugar en las interacciones sociales y el impacto que tienen en las dinámicas personales.
Un estudio reciente de la Universidad Eötvös Loránd explora cómo los perros encajan en las conexiones humanas, y compara los vínculos humano-perro con los que se mantienen con otras personas. Publicado en Scientific Reports, este trabajo ofrece un enfoque innovador para comprender el lugar único que ocupan.
En lugar de clasificar el lazo con los perros en términos rígidos como “mascotas” o “miembros de la familia”, se adoptó un enfoque multidimensional para evaluar las interacciones entre los animales y sus tutores. A través de 13 escalas de relación, los investigadores examinaron cómo los individuos perciben a sus caninos en comparación con sus nexos humanos.
Estas escalas, que sirvieron para obtener una medición específica, incluyen: compañía, ayuda instrumental (asistencia en la realización de tareas), intimidad, nutrición, afecto (hacia el participante), tu afecto (hacia otros), reafirmación del valor, alianza confiable, conflicto, antagonismo (hacia el participante), tu antagonismo (hacia otros), satisfacción y poder relativo (equilibrio de poder).

Los participantes calificaron cada ítem en una escala Likert que variaba entre 1 y 5 o 1 y 4, según la versión del cuestionario. En la de 5 puntos, el 1 representaba, por ejemplo, “nunca” o “nada de acuerdo, y el 5 “siempre” o “totalmente de acuerdo”. La versión de 4 puntos contaba con el mismo sistema, pero un rango más acotado. Cada una de las 13 características evaluadas tenía tres preguntas asociadas, y los encuestados asignaban una puntuación a cada una según su percepción de la relación con su mascota y con otros individuos.
Los resultados revelaron que, si bien los perros son percibidos como una mezcla de vínculos con niños y mejores amigos, la diferencia clave radica en el desequilibrio de poder: “A diferencia de las relaciones humanas, los dueños de perros mantienen un control total sobre sus mascotas, ya que toman la mayoría de las decisiones, lo que contribuye a la alta satisfacción que reportan”, explicó la autora principal, Enikő Kubinyi, en un artículo de la universidad.
Además, se destacó que los perros proporcionan una compañía inigualable, a la vez que presentan niveles mínimos de antagonismo y conflicto, similares a los lazos de amistad más cercanos, y una gran capacidad de nutrición emocional.
Una de las principales hipótesis era que los tutores de perros con nexos humanos insuficientes usarían a sus mascotas como una forma de compensar la falta de apoyo en sus interacciones sociales. Sin embargo, los resultados mostraron lo contrario, según la coautora Dorottya Ujfalussy: “Esperábamos que las personas con relaciones humanas débiles dependieran más de sus perros para obtener apoyo, pero nuestros resultados contradicen esto”.

En realidad, los tutores que calificaron sus relaciones humanas como fuertes también evaluaron positivamente su lazo con sus animales, lo que sugiere que complementan los vínculos con personas, pero no las sustituyen.
A pesar de que el análisis no abordó completamente las experiencias de los propietarios más vulnerables, muestra que, en general, los perros ofrecen diferentes formas de apoyo emocional según las necesidades de cada uno.
Además, destacó que algunos buscan en sus perros compañía y diversión, otros estabilidad y confianza, y algunos simplemente disfrutan de tener a alguien a quien cuidar, similar a lo que sucede con un niño. Estas dinámicas, combinadas con el control que los tutores tienen sobre sus mascotas, hacen que la relación con estos animales sea especialmente gratificante.
El trabajo también presenta un marco teórico alternativo a la teoría del apego, que tradicionalmente ha sido utilizada para entender los lazos entre humanos y animales. Al adoptar un enfoque basado en las “provisiones sociales” que los caninos ofrecen a sus tutores, proporciona una herramienta más precisa para comparar las distintas relaciones.

“Los resultados destacan que los perros ocupan un lugar único en nuestro mundo social: ofrecen la cercanía emocional de un niño, la tranquilidad de un mejor amigo y la previsibilidad de una relación moldeada por el control humano, lo que revela por qué nuestros vínculos con ellos suelen ser tan profundamente gratificantes”, señaló Kubinyi.
Este nuevo marco no solo ayuda a entender mejor el lugar de los perros, sino que también abre la puerta a futuras investigaciones sobre cómo y por qué las personas recurren a ellos para satisfacer necesidades emocionales dentro de sus redes sociales humanas. De esta forma, subraya la profunda conexión que existe entre estos animales y sus tutores, basada tanto en el afecto mutuo como en la estabilidad proporcionada por la relación de poder que caracteriza a este vínculo.