
Una mujer, identificada únicamente como “A”, vivió la mayor parte de su vida creyendo que era ciudadana de Estados Unidos. Sin embargo, esta percepción cambió drásticamente cuando intentó obtener su pasaporte.
A lo largo de los años, había realizado trámites como obtener su licencia de conducir, inscribirse en la universidad y presentar sus declaraciones de impuestos sin ningún inconveniente. Todo parecía indicar que su estatus legal estaba en regla.
El problema surgió cuando presentó una solicitud para obtener su pasaporte. Según detalló NPR, el documento que siempre había utilizado como prueba de su ciudadanía, una inscripción de nacimiento tardía, dejó de ser suficiente. Este tipo de registro es común entre personas adoptadas, pero en el caso de “A”, no cumplía con los requisitos necesarios para demostrar su ciudadanía. Fue entonces cuando descubrió que los documentos que acreditaban su estatus legal no solo eran insuficientes, sino que nunca habían existido.

“A”, quien pidió ser identificada únicamente por la inicial de su apellido debido al miedo a una posible deportación, describió la experiencia como inquietante. “Simplemente sentí que algo estaba mal y me dio miedo”, expresó al medio.
Este descubrimiento no solo puso en duda su identidad legal, sino que también la enfrentó a la posibilidad de perder el acceso a derechos y beneficios que había dado por sentados durante toda su vida.
Luego de este inconveniente, “A” descubrió que sus padres adoptivos jamás completaron el proceso de naturalización, algo que le prohibió acceder a cosas que había dado por seguras a lo largo de toda su vida, como la ayuda financiera para la universidad.
Con ahora más de 40 años de edad, “A” podría ser deportada a su país de origen: Corea del Sur, un lugar que nunca ha visitado, donde no habla el idioma o conoce a algún familiar.
Con la aprobación de la Ley de Ciudadanía Infantil en el año 2000, las personas adoptadas fuera de EEUU recibían la ciudadanía de forma automática, no obstante, solo cubría a los futuros adoptados y menores de 18 años al momento de que entró en vigor, o únicamente a quienes nacieron después de febrero de 1983, según reportó NPR.
“Definitivamente no creía que fuera posible que una persona adoptada estuviera en mi limbo. Ahora sé que no solo es posible, sino común”, explicó “A” durante su entrevista con el medio estadounidense.

NPR reportó que determinar con exactitud cuántas personas que fueron adoptadas no cuentan con ciudadanía estadounidense, ya que muchos desconocen su situación hasta que alcanzan la edad adulta y, al igual que “A”, intentan conseguir un pasaporte, su Real ID o, en el peor de los casos, son condenados por un delito, convirtiéndose así en un objetivo clave para la deportación.
Arissa Oh, profesora de historia en Boston College, explicó durante una entrevista con NPR que bien los padres pudieron no saber que la naturalización era un proceso separado de la migración y adopción, o “no pudieron hacerlo por alguna razón”.
En algunos casos, incluso, las adopciones pudieron no ser del todo legales. A finales de marzo, según reportó The Associated Press (AP), la comisión de la verdad de Corea del Sur, país de donde proviene “A”, admitió que el gobierno era responsable de facilitar un programa de adopción “plagado de fraudes y abusos”.
El informe fue la culminación de una investigación de casi tres años que siguió las quejas de 367 adoptados en Europa, Estados Unidos y Australia, tal y como reportó AP.