(Desde Ereván) Ni la lluvia ni el frío detuvieron a los jóvenes armenios que salieron a la calle al grito de “¡Lucha, lucha!” en un momento histórico en el que su país enfrenta, una vez más, un desafío geopolítico que lo obliga a pelear por su territorio con todas las armas a su alcance.
Aunque el clima marcó el día en Ereván, la Plaza de la República de la capital de Armenia volvió a llenarse de manifestantes para recordar a los caídos durante el período 2015 a 2023, cuando el gobierno liderado por los Jóvenes Turcos ideó, programó y ejecutó el genocidio de más de un millón de armenios que vivían en su mayoría al oeste del actual territorio del país, una región que más de un siglo después sigue bajo control del gobierno de Ankara.
El lugar de concentración fue el centro del poder armenio, donde se encuentran el palacio de Gobierno y el ministerio de Hacienda. A partir de allí la marcha se dirigió colina arriba hasta tomar la avenida Mashtots, que rinde honor al creador del alfabeto armenio.
El lema de esta edición marca tanto la denuncia contra la matanza del siglo pasado como la necesidad de renovarla hoy, cuando el país se encuentra a punto de sellar la paz con Azerbaiyán -está acordada, pero no firmada-, tras un conflicto que en los últimos años generó la emigración forzosa de miles de armenios de la región de Nagorno-Karabaj y la persecución y encarcelamiento de las autoridades que respondían a Ereván en esa región.
Muchos de ellos se encuentran aún hoy en cárceles azeríes, por lo que uno de los reclamos que se hicieron escuchar tanto desde los discursos como en las pantallas que hicieron referencia a ese tema.
Desde temprano se repartieron candelabros rojos para que además de las antorchas, que marcan la columna central del evento, el resto de los participantes pudiera aportar su cuota de luz.
En la cabeza, una pancarta con la leyenda “Lucha si estás a punto de ser cazado”, abría el paso seguida de la bandera armenia y las de los países que reconocen el genocidio. Estuvieron la de Uruguay -el primero en hacerlo- y las de Argentina, Paraguay, México, Brasil, Chile y Venezuela, además de Estados Unidos y Canadá en el continente americano.
En el contexto de la Primera Guerra Mundial, el Imperio Otomano, bajo el liderazgo del partido Unión y Progreso, implementó un plan sistemático de deportación y exterminio de la población armenia. Según la Fundación del Museo-Instituto del Genocidio Armenio (AGMI por sus siglas en inglés), el proceso dejó un saldo devastador de un millón y medio de muertos y desplazados con comunidades completamente destruidas. El episodio marcó la historia del siglo XX y tuvo sus raíces en décadas de tensiones políticas, conflictos internacionales y políticas nacionalistas dentro del gobierno turco.
El genocidio se desarrolló en varias fases, comenzando con la desmovilización y ejecución de soldados armenios en el ejército otomano, seguida de la deportación masiva de civiles hacia los desiertos de Siria y la Mesopotamia.
Estas deportaciones estuvieron acompañadas de masacres sistemáticas, violaciones y saqueos, ejecutados por fuerzas militares y grupos paramilitares bajo la dirección de la llamada Teshkilat Mahsusa (Organización Especial).
Este grupo fue creado específicamente para llevar a cabo las atrocidades contra los armenios, que los líderes de Unión y Progreso no ocultaban: su objetivo era “exterminar completamente a la nación armenia”, según los archivos conservados por el AGMI.
Este jueves 24 de abril se realizarán en Ereván y otras ciudades armenias los actos oficiales del homenaje a las víctimas y el reclamo renovado para que más países reconozcan el hecho como un intento de perpetrar un genocidio contra los armenios, triste preludio de lo que años más tarde intentaría Adolf Hitler con la población judía en Alemania y en los países que luego ocuparía con su Ejército nazi.
Video y fotos: Infobae