
Este 18 de junio, Paul McCartney llega a sus 83 años con una vida repleta de hitos en la historia de la música y cultura popular. No solo fue el “integrante de los Beatles”: además acumula anécdotas memorables.
El encuentro entre Paul McCartney y John Lennon está oficialmente datado el 6 de julio de 1957 y es citado como uno de los momentos fundacionales del rock moderno.
Según NPR, la reunión se dio en una fiesta parroquial bajo una ola de calor en Liverpool. Lennon, entonces con 16 años, tocaba en el grupo The Quarrymen ofreciendo una versión de “Come Go With Me” a la que improvisó letras blues por desconocer la original. McCartney, de solo 15 años, lucía una chaqueta blanca y clavel rosa, y observaba atento el carisma de Lennon.
Una vez terminado el show, Paul pasó entre bambalinas y se presentó. Se acercó a una guitarra y ejecutó impecablemente “Twenty Flight Rock” de Eddie Cochran, demostrando no solo destreza como músico, sino un conocimiento exhaustivo de las letras y acordes.
Este detalle impresionó a Lennon, según Far Out Magazine, porque hasta entonces los miembros de su banda tenían escasas habilidades musicales.
En palabras de Lennon, tras ese primer encuentro, “me di la vuelta y pregunté: ‘¿Quieres unirte al grupo?’”. McCartney aceptó enseguida, y así se consolidó un vínculo que revolucionaría la música.

La química surgió desde el inicio con largas sesiones de composición “cara a cara”, según relató Lennon años después. Su amistad creativa resultó en el núcleo compositivo Lennon–McCartney, símbolo de unidad y talento, que perduró incluso tras la disolución de la banda.
Pese a la imagen de correctos y educados que cultivaban en la primera época, hay una cara menos conocida, y más al límite, en la historia temprana de The Beatles, y especialmente de McCartney. Far Out Magazine reconstruye la etapa en la que, entre 1960 y 1962, el grupo residió en Hamburgo, Alemania, para pulir su oficio musical. El ambiente era áspero: tocaban noches enteras en clubes, aprendiendo a marchas forzadas.
Durante este periodo, los problemas legales los alcanzaron varias veces. George Harrison fue el primer deportado, tras descubrir las autoridades que tenía solo 17 años y no poseía visa apropiada para actuar.
McCartney y Pete Best, por su parte, protagonizaron un episodio más extravagante y peligroso: en una mudanza nocturna, buscaron iluminar una habitación clavando un condón a la pared y prendiéndolo fuego. El dueño del local, enojado y temeroso de un incendio, llamó a la policía. Ambos fueron arrestados brevemente y posteriormente deportados por intento de incendio.

La experiencia en Hamburgo fue decisiva para el grupo: endureció su carácter, les dio rodaje y, al volver al Reino Unido tras la deportación, estaban mucho mejor preparados, tanto musical como personalmente, para conquistar los escenarios británicos.
Uno de los episodios más amargos del pos-Beatles involucra a McCartney y Michael Jackson. Según una crónica de Far Out Magazine, su vínculo comenzó cuando Jackson, después de grabar una versión de “Girlfriend” (tema compuesto por McCartney), contactó al ex Beatle con la famosa frase: “¿Querés hacer algunos hits?”. Fruto de esta colaboración surgieron canciones como “The Girl Is Mine”, “Say Say Say” y “The Man”, que catapultaron a Jackson ante audiencias blancas de Estados Unidos.
Durante las grabaciones compartidas, McCartney le explicó a Jackson la importancia de invertir en derechos musicales como fuente de ingresos y preservación artística.

McCartney ya poseía derechos de autores legendarios y luchaba desde hacía años por recuperar los del catálogo Lennon-McCartney, controlado entonces por ATV. Sin embargo, cuando el catálogo salió a la venta en 1985, Jackson aprovechó la oportunidad y lo compró por 47 millones de dólares, según especifica la revista. McCartney trató de renegociar sus condiciones, esperando un “trato justo” entre amigos. Jackson, pragmático, le respondió: “Eso es solo negocios, Paul”.
Para McCartney, este suceso representó una traición irreparable: “Ser amigo de alguien y después comprarle la alfombra sobre la que está parado” dijo después, según Express UK. Intentó recuperar los derechos judicialmente, pero la batalla duró décadas.
Finalmente, en 2017, alcanzó un acuerdo confidencial con Sony/ATV gracias a nuevas legislaciones de copyright. La relación con Jackson nunca volvió a restaurarse, cerrando una de las historias más tensas del pop mundial.
El 11 de septiembre de 2001, McCartney fue testigo directo de los ataques terroristas. Según contó The Hollywood Reporter, el músico estaba a bordo de un avión en la pista del aeropuerto JFK listo para despegar, cuando vio cómo el humo surgía de las Torres Gemelas.

Creyó inicialmente que era una pequeña emergencia, hasta que el personal de vuelo le informó la gravedad de la situación. The Guardian amplió que McCartney quedó varado en Nueva York, ya que el espacio aéreo fue cerrado, frustrando el viaje planeado para celebrar el cumpleaños de su hija Stella en Londres.
Atrapado en la ciudad, se refugió en un hotel y meditó sobre cómo ayudar. Inspirado por su infancia marcada por la posguerra en Liverpool, donde la música y el humor eran refugios en tiempos difíciles, decidió organizar un megaevento solidario.
Así nació el “Concert for New York City”, realizado el 20 de octubre en el Madison Square Garden, según The Guardian y The Hollywood Reporter.
El show reunió a leyendas como Elton John, David Bowie, Eric Clapton, Mick Jagger y Pete Townshend, entre otros, y se convirtió en símbolo de resiliencia y homenaje a los trabajadores de emergencia.
La experiencia quedó documentada por el cineasta Albert Maysles en “The Love We Make”, rodada en blanco y negro a pedido de McCartney.