
“Cada mañana veo Cheers, El rey del barrio, Todos quieren a Raymond y Frasier. Me encanta”, reveló Olivia Colman en una entrevista para el pódcast Good Hang —junto a su colega Amy Poehler—, sobre el comienzo de sus rutinas matutinas con sitcoms estadounidenses.
La actriz británica, reconocida por su versatilidad en la comedia y el drama, destacó la influencia que estas producciones tuvieron en su vida y en su sentido del humor. Esta pasión por la televisión clásica no solo le aporta nostalgia, sino que también le sirve como refugio y fuente de alegría cotidiana.
Durante la conversación para Good Hang, explicó cómo la comedia televisiva, y en particular Cheers, se convirtió en un pilar emocional y cultural para ella. La intérprete describió con entusiasmo la estructura de sus mañanas, en las que Channel 4 emite una secuencia de programas que la acompañan antes de iniciar su jornada.
Además, la también actriz y guionista Poehler, coincidió en la calidad de la serie y en la universalidad de su atractivo, destacando la química entre los protagonistas y la perfección del guion piloto. Ambas reflexionaron sobre cómo, a pesar de las diferencias culturales entre Reino Unido y Estados Unidos, el humor de Cheers y otras producciones logró trascender fronteras y generaciones.

El diálogo entre Colman y Poehler derivó hacia una reflexión generacional sobre la ética laboral de la generación X. Colman reconoció que su visión del trabajo está marcada por una autoexigencia casi inquebrantable, una característica que, según ella, define a su generación. “Nunca falté al trabajo, ni siquiera con neumonía. Es muy de nuestra generación”, afirmó.
La actriz recordó cómo, en sus inicios, la idea de ausentarse por enfermedad era impensable, y compartió anécdotas sobre rodajes en los que, a pesar de estar gravemente enferma, jamás consideró faltar. Poehler se identificó con esa mentalidad y ambas reconocieron que, aunque la ética del “no faltar nunca” puede ser admirable, también puede resultar contraproducente para el bienestar personal.
Asimismo, contrastaron esta actitud con la de generaciones más jóvenes, a quienes perciben como más dispuestas a priorizar el autocuidado y a rechazar el mito de la productividad a toda costa. “Quizá hemos sobrecorregido”, reflexionó Colman, sugiriendo que el equilibrio ideal se encuentra en un punto intermedio entre la abnegación y la flexibilidad.
La actriz también destacó la importancia de la amabilidad y el profesionalismo en el ambiente laboral, recordando experiencias junto a colegas como David Tennant, Meryl Streep y Anthony Hopkins, quienes, según ella, encarnan la excelencia sin perder la humanidad. La buena disposición y el respeto por el trabajo en equipo fueron centrales en su carrera y señaló: “Siempre he pensado que los más talentosos suelen ser los más fáciles de tratar”.

Entre los temas abordados en Good Hang, la entrevistada abrió una ventana a su vida personal, especialmente a la relación con su esposo, el guionista y productor Ed Sinclair. La actriz relató con humor y ternura cómo se conocieron durante un ensayo teatral en Cambridge, y cómo supo de inmediato que él sería el hombre con quien compartiría su vida.
“Ed es mi mejor amigo y lo supe desde el primer momento que lo vi”, confesó en el pódcast. La pareja, que se prepara para celebrar su 25º aniversario de bodas, construyó una relación basada en la complicidad, el respeto y el humor cotidiano.
Colman explicó que, a diferencia de lo que sugieren algunos estudios sobre la importancia de discutir en pareja, ella y Sinclair prefieren resolver los desacuerdos con calma y diálogo, evitando las confrontaciones abiertas. Con respecto a esto, explicó: “No somos de discutir mucho, preferimos hablar las cosas en frío”.
Además compartió una anécdota sobre cómo, en ocasiones, pueden pasar veinte minutos conversando sobre un tema sin llegar a una conclusión explícita, en lo que describió como una dinámica “muy británica”. Para ella, el secreto de la longevidad de su matrimonio reside en la amistad, la paciencia y la capacidad de reír juntos, incluso en los momentos más insólitos.

Al cierre de la entrevista en el pódcast Good Hang, reveló que pocas cosas le provocan tanta risa como ver a su esposo tropezar o golpearse accidentalmente. Esa risa espontánea y compartida es, para Olivia Colman, uno de los placeres más simples y genuinos de la convivencia, planteando que la felicidad suele encontrarse en los pequeños momentos cotidianos.