Varios centenares de personas se concentraron este jueves en Anchorage, Alaska, para protestar contra la llegada del presidente ruso, Vladímir Putin, que este viernes se reunirá con el mandatario estadounidense, Donald Trump, en la primera cumbre entre ambos desde 2019. Según los organizadores, alrededor de 500 manifestantes participaron en la movilización, que tuvo lugar en el centro de la ciudad.
“Putin es un criminal de guerra y no le deberíamos estar dando bienvenida a nuestro país y mucho menos a Alaska”, declaró Rachel Coney. El mandatario ruso enfrenta una orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra en Ucrania.
Los manifestantes portaron banderas de Ucrania, girasoles y carteles con mensajes como “No queremos criminales de guerra en Alaska, ni felones en la Casa Blanca”. Otros lemas, como “Alaska está con Ucrania”, reflejaron la solidaridad de la comunidad con el país invadido por Rusia desde 2022.
Marie Allen Lambert, residente local, afirmó que “llevamos protestando desde que Trump comenzó a comportarse como un monarca, pero esta es la concentración más grande que hemos visto hasta ahora”. Añadió que, para los habitantes de Alaska, la llegada de Putin no es motivo de celebración: “Somos muy orgullosos de nuestra tierra y no celebramos la llegada de un presidente ruso con antecedentes de crímenes de guerra”.
Esta es la primera vez que un presidente ruso visita Alaska, territorio que fue colonia de la Rusia imperial hasta 1867, cuando fue vendido a Estados Unidos por 7,2 millones de dólares, equivalentes hoy a unos 100 millones. El estado fue admitido en la Unión en 1959, en plena Guerra Fría.
Anchorage, con una población aproximada de 300.000 habitantes, vive actualmente su temporada alta de turismo bajo el sol casi permanente del verano ártico. Aunque la cumbre ha atraído a periodistas y personal diplomático ruso, gran parte de la ciudad sigue su rutina habitual, ajena a la intensa actividad en torno a la base militar donde se desarrollará el encuentro.
La reunión entre Trump y Putin se llevará a cabo en la base aérea de Elmendorf-Richardson, uno de los principales puestos militares de Estados Unidos para vigilar y contrarrestar la actividad rusa en el Ártico. Este será el primer cara a cara entre ambos líderes desde hace cinco años y el primero desde que Trump regresó a la Casa Blanca en enero.
El presidente estadounidense ha moderado el tono sobre las expectativas de la cumbre, reconociendo que “obtener la paz en Ucrania es más difícil de lo que pensaba”, pese a haber prometido previamente que podría lograrla “en 24 horas”.
Siete meses después de su regreso a la presidencia, Trump se enfrenta a una guerra que continúa: las fuerzas rusas siguen bombardeando ciudades ucranianas, provocando desplazamientos masivos y avances limitados en la región del Donbás, en el este del país.
El mandatario estadounidense ha señalado que buscará conseguir, al menos, un alto el fuego que abra el camino a un acuerdo de paz con participación del presidente ucraniano, Volodimir Zelensky. Sin embargo, muchos manifestantes en Anchorage dudan de sus intenciones.
“Trump no se merece ningún premio Nobel de la Paz. No tiene el interés de los ucranianos en mente y, de hecho, es responsable de muchas muertes de niños, empezando por las muertes de muchos estadounidenses durante la pandemia de covid”, expresó Coney.
Lambert, quien planea regresar a las calles este viernes para continuar la protesta, sostiene que “Trump lleva tiempo haciéndonos creer que está enfadado con Putin, pero es todo un show, sabemos que piensa como él”.
La cumbre de Anchorage se desarrolla bajo un fuerte dispositivo de seguridad y con un clima político marcado por la desconfianza de una parte de la población local, que rechaza tanto la presencia de Putin en suelo estadounidense como la gestión de Trump en el conflicto ucraniano.
(Con información de EFE)