Las altas temperaturas dejaron un balance de 1,060 fallecidos durante el mes de julio en España, un 57% más que en el mismo periodo del año pasado, según señaló el Ministerio de Sanidad en redes sociales a partir de datos del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo).
"Consideramos que (el calor) es uno de los factores de riesgo que más impactan en esta época en el aumento de la mortalidad y en el aumento de los golpes de calor y de la agudización de algunas de las patologías", advirtió la ministra de Sanidad, Mónica García, en una entrevista en RNE recogida por Europa Press.
En este sentido, apuntó que su departamento lleva trabajando "desde el principio" en campañas para sensibilizar a la población sobre las olas de calor y la importancia de protegerse, proteger a los más vulnerables e hidratarse.
Como medida de prevención, aconsejó a la población que revise los mapas que elabora Sanidad para ver cuál es el riesgo por calor que tiene en función de las temperaturas de su territorio.
El riesgo de las duchas frías
Cuando el calor aprieta, muchas personas recurren a una ducha de agua helada como solución rápida para refrescarse. Sin embargo, esa sensación de alivio puede ser un espejismo. El farmacéutico y divulgador Álvaro Fernández ha advertido en redes que ducharse con agua muy fría no es la mejor idea, y que incluso puede acabar provocando el efecto contrario al que se busca.
"Al principio sí, enfrías tu cuerpo con el agua y tienes 10 minutos de gustito, pero después, sofocón. Estarás todavía peor", explica. Según cuenta, al exponer el cuerpo a una temperatura tan baja, este reacciona activando sus mecanismos de defensa, entre ellos, la producción de calor para compensar el enfriamiento.
El cuerpo genera más calor
Aunque no lo percibamos a simple vista, cuando nos duchamos con agua muy fría los vasos sanguíneos de la piel se contraen. Este fenómeno, conocido como vasoconstricción, reduce la pérdida de calor a través de la superficie del cuerpo. Como resultado, el organismo retiene el calor en lugar de liberarlo.
Además, al engañar al cuerpo haciéndole creer que la temperatura exterior es muy baja, se bloquean dos mecanismos naturales de refrigeración: la sudoración y el flujo sanguíneo hacia la piel. Es decir, aunque al salir de la ducha sintamos un alivio inmediato, al poco tiempo el cuerpo se recalienta más fácilmente y la sensación de bochorno puede ser incluso mayor.
¿La mejor forma de ducharse?
La solución más eficaz, según los expertos consultados por la revista Saber Vivir, es optar por una ducha templada o tibia. Esta temperatura ayuda a regular mejor el calor corporal sin provocar un choque térmico que desactive los mecanismos naturales de refrigeración.
Otra recomendación práctica es reducir progresivamente la temperatura del agua hacia el final de la ducha, dejando unos segundos de transición entre cada cambio, para que el cuerpo se aclimate sin estrés. Y al terminar, evitar frotarse enérgicamente con la toalla, ya que la fricción también puede aumentar la temperatura corporal.
En definitiva, ducharse con agua muy fría puede ser tentador cuando hace calor, pero no siempre es la mejor opción. Aunque el frescor inicial resulta agradable, el efecto rebote puede jugar en contra. Una ducha templada, en cambio, ayuda al cuerpo a refrescarse de forma más sostenida y eficaz.
FUENTE: Con información de Europa Press