
La segunda temporada de The Last of Us continúa profundizando en los dilemas morales que convirtieron a esta franquicia en un fenómeno cultural. Basada en el aclamado videojuego The Last of Us Parte II, la serie de HBO mantiene su enfoque en la complejidad emocional de sus personajes, al tiempo que introduce nuevos elementos narrativos que enriquecen su mundo postapocalíptico, según publicó Vanity Fair.
Desde los primeros episodios, la serie dejó en claro el motivo del brutal asesinato de Joel (Pedro Pascal) a manos de Abby (Kaitlyn Dever), una decisión narrativa que en el videojuego se desarrolla de forma más gradual, permitiendo que el espectador comparta la rabia y la confusión de Ellie (Bella Ramsey) antes de conocer la verdad. Esta elección de los showrunners, Craig Mazin y Neil Druckmann, refuerza el corazón temático de la historia: seres humanos imperfectos, guiados por emociones extremas en un mundo donde la información siempre es incompleta.

Un nuevo grupo irrumpe en la trama: los Serafitas, conocidos también como los Cicatrices. Esta secta religiosa, cuya profeta ya falleció, interpreta la infección por cordyceps como un castigo divino. Sus miembros reniegan de la tecnología y llevan una vida de austero nomadismo. Aunque en su breve aparición parecen más víctimas que amenazas, su enfrentamiento con el Frente de Liberación de Washington (WLF o “Lobos”) anticipa una guerra de desgaste que dominará los próximos episodios.
“El diseño de los Serafitas en pantalla, con sus ponchos tejidos a mano y las cicatrices faciales rituales, se mantiene fiel al material original.”
Neil Druckmann, coguionista y creador del videojuego, reconoció que parte de la inspiración para The Last of Us Parte II provino de su infancia en Cisjordania y de sus sentimientos complejos respecto al conflicto entre Israel y Palestina. Aunque insistió en que la historia no constituye una alegoría directa, el enfrentamiento entre los Serafitas y los Lobos resuena inevitablemente con esas tensiones tribales reales.
Druckmann y Halley Gross, su colaboradora en la escritura, quisieron explorar el ciclo interminable de la violencia, planteando un espejo incómodo al espectador: en este mundo, los enemigos también son víctimas de sus propias circunstancias.

HBO optó por dividir la adaptación de The Last of Us Parte II en varias temporadas. El videojuego sorprendió a sus jugadores con un cambio radical de perspectiva, obligándolos a experimentar la historia desde el punto de vista de Abby, la antagonista de Ellie. Esta decisión audaz buscaba humanizar todos los aspectos del conflicto, un desafío que Mazin, Druckmann y Gross deberán enfrentar ahora en la serie.
“Todavía es incierto si replicarán este giro narrativo o si optarán por un enfoque diferente para la televisión.”
Tres meses después del asesinato de Joel y del devastador ataque a Jackson, la serie muestra a una Ellie sumida en el dolor, pero también a una comunidad en proceso de reconstrucción. “Al proponer al consejo municipal una expedición de venganza, Ellie es rechazada, y su frustración crece al ver cómo el mundo intenta seguir adelante sin Joel.”

En este difícil proceso, Dina (Isabela Merced) se convierte en un pilar esencial para Ellie. La apoya emocionalmente, dedicando meses a investigar al WLF y a planificar su ruta hacia Seattle. La fuerza de Dina, su determinación y su amor incondicional dotan a la serie de un matiz de esperanza en medio del horror.
El episodio culmina con Ellie y Dina llegando a Seattle, subestimando el poder real del WLF, que no es un pequeño grupo liderado por Abby, sino un ejército bien organizado. Este nuevo escenario promete enfrentamientos aún más intensos, en los que Ellie tendrá que luchar contra enemigos visibles, y contra sus propios fantasmas internos.
Con su habitual maestría, The Last of Us sigue explorando los límites de la empatía y la moralidad en tiempos de desesperación, consolidándose como una de las adaptaciones más ambiciosas y profundas de la televisión contemporánea.