Al parecer, la carrera del magnate sudafricano, Elon Musk, como asesor del presidente Donald Trump ha tenido una especie de “desmontaje rápido y no programado”.
En teoría, su campaña para el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) siempre fue promocionada como algo temporal, pero a menos de seis meses de iniciada la administración republicana, el empresario que llegó como un tipo de celebridad de rock de MAGA, que saltaba a los mítines de Trump, aparecía en las reuniones del Gabinete y habla ante la muchedumbre que lo aplaudían en la CPAC, pero ahora se está escabullendo por la puerta lateral de la Casa Blanca.
Desde cualquier punto de vista, la gestión del propietario de Tesla en el gobierno ha sido un fracaso rotundo. Solo en esencia, ha sido grandemente destructiva.
Muchos especialistas en puestos clave han sido despedidos de sus empleos. Importantes investigaciones médicas fueron retrasadas, posiblemente de manera indefinida. Las agencias gubernamentales están funcionando peor que antes.
Daño que será difícil de reparar
Asimismo, existen grandes ramificaciones para Sur Global, donde los recortes a la ayuda exterior provocarán sufrimiento innecesario. Bill Gates, colega multimillonario de Musk, alertó que los recortes a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), la dependencia que Musk presumía de haber sometido a una “trituradora de madera”, podrían costar millones de vidas en el mundo.
Los expertos coinciden también con Gates al advertir que decenas de miles de personas podrían morir como consecuencia de los recortes al programa de ayuda contra el sida PEPFAR.
Así que queda bastante claro que el líder de SpaceX causó un daño real y sustancial que será difícil de reparar, pero incluso de acuerdo a sus propios estándares, su programa de ahorro de costos y eficiencia no logró hacer lo que se había propuesto.
Uno de los hombres con más dinero en sus arcas, prometió recortar el gasto federal en $2 billones de dólares. Pero, de acuerdo a los cálculos para nada acertados de su propio sitio web, solo logró recortar $175 mil millones de dólares. Apenas logro rasguñar un poco de lo que tenía pensado. Incluso el libertario Instituto Cato, que ideológicamente respalda firmemente la misión de DOGE, escribió que Musk “ha prometido demasiado y no ha cumplido con los recortes de gastos verificables”.
El sudafricano asumió que el gobierno está lleno de burócratas vagos que podrían ser despedidos sin consecuencias significativas. Pero incluso uno de sus propios allegados a DOGE tuvo que admitir que eso no es cierto, informó MSNBC.
En una entrevista, el empresario tecnológico Sahil Lavingia, a quien Musk puso en el Departamento de Asuntos de Veteranos, declaró a Fast Company a inicios de mayo: “Diría que el choque cultural se debe principalmente a muchas reuniones, no a muchas decisiones… Pero, sinceramente, está bien, porque el gobierno funciona. No es tan ineficiente como esperaba, para ser sincero. Esperaba más victorias fáciles”.
Lavingia expresó que se halló a personas que “aman su trabajo”, que llegaron a ser parte del gobierno con un sentido de misión que impulsaba su trabajo, de acuerdo con Fast Company. Luego de la divulgación de la entrevista, Lavingia aseguró que le “revocaron el acceso sin previo aviso” y que sus “días en DOGE” habían concluido.
Ahora que está claro que a los ciudadanos de Estados Unidos no les gusta el comportamiento y la crueldad de DOGE. Con lo que le queda de una reputación hecha añicos, Musk está dando entrevistas a la prensa tratando de distanciarse de todo eso.
“Sabes, no es que esté de acuerdo con todo lo que hace la administración”, declaró Musk a CBS News. “Es decir, coincido con gran parte de lo que hace la administración, pero tenemos diferencias de opinión? Pero me resulta difícil plantearlo en una entrevista porque entonces se crea un punto de discordia. Así que me siento un poco atrapado en un aprieto y pienso: bueno, no quiero hablar en contra de la administración, pero tampoco quiero atribuirme el mérito de todo lo que hace”.
Es difícil que a una persona la asocien con esas políticas tóxicas de Trump, pero hay que recordar que Musk es el mismo hombre que estaba en el escenario con una motosierra, alardeando de todos los recortes que estaba haciendo al gobierno federal.
Meses después, el ahora exconsejero superior del presidente de los Estados Unidos se marcha en desgracia al ser rechazado por todos. Se han observado informes tras informes que apuntan que los integrantes de la administración Trump simplemente no lo aguantaban.
En el mes de marzo, The New York Times informó sobre una reunión de gabinete “explosiva”, donde el secretario de Estado, Marco Rubio, el secretario de Transporte, Sean Duffy, y el secretario de Asuntos de Veteranos, Doug Collins, criticaron duramente a Musk por sus recortes en sus respectivas agencias.
A inicios de este mes, The Atlantic dio a conocer sobre el intercambio de gritos y fuertes insultos entre Musk y el secretario del Tesoro, Scott Bessent, que se extendió desde la Oficina Oval a áreas más públicas del Ala Oeste.
En ese mismo artículo se cita al asesor general de la Federación Estadounidense de Empleados Gubernamentales, quien dijo: “Lo echamos de la ciudad… Si se hubiera mantenido en la sombra y hubiera hecho lo suyo, quién sabe lo mal que habría sido. Pero a nadie le cae bien”.
“A nadie le gusta este tipo” es tal vez el mejor resumen que se ha encontrado de la incursión de Musk en la política estadounidense.
Pero el momento de fracaso inminente del empresario llego en abril en Wisconsin, cuando voló desde otro estado, se puso su sombrero de copa y demostró su recién adquirida influencia política en la pugna estatal por la Corte Suprema.
Musk gastó una pequeña fortuna de su propio bolsillo para respaldar al candidato conservador Brad Schimel, pero no funcionó. Schimel perdió 10 puntos. Los electores Wisconsin lo denominaron de “multimillonario agresivo” que “lo estaba recortando todo” y dijeron: “Simplemente me enfurece”.
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