
Sentarse frente al escritorio durante horas y observar que los objetivos parecen distanciarse puede resultar frustrante. Aunque la práctica de “multitarea” suele interpretarse como un camino hacia una mayor productividad, especialistas de GQ y médicos de Harvard advierten que este hábito puede dañar la salud mental y reducir la eficiencia.
La idea de que realizar varias actividades a la vez equivale a avanzar se ha generalizado, pero los expertos consultados por GQ y por la Universidad de Harvard sostienen que el efecto es opuesto: se produce una sensación engañosa de progreso acompañada de un desgaste emocional progresivo.
La multitarea, o multitasking, se ha vuelto común tanto en el ámbito laboral como en el personal. Muchas personas asumen que ocupar cada momento con diversas actividades permite lograr más en menos tiempo. Sin embargo, especialistas de GQ y médicos de Harvard señalan que el cerebro humano no está preparado para administrar varias tareas simultáneamente. “Nuestros cerebros no están diseñados para trabajar de esta manera, sino para hacer una cosa tras otra”, explican.
El esfuerzo por abordar numerosas actividades a la vez sobreestimula el cerebro, incrementa el estrés y dificulta la concentración.

El exceso de estímulos produce no solo agotamiento: puede alterar los tiempos de entrega, favorecer errores y fragmentar la atención, impidiendo que la mente se enfoque completamente en ninguna tarea. A largo plazo, esto provoca saturación y un aumento de la tensión emocional.
Según los especialistas, la multitarea no afecta únicamente la productividad, sino que puede deteriorar la salud mental y desencadenar un ciclo de estrés y frustración que se retroalimenta.
Existen señales claras que advierten sobre el impacto negativo de la multitarea. Entre las más frecuentes se cuentan la dificultad para mantener la atención, distracciones constantes, errores repetidos y sensación de saturación durante la jornada.

Además, se vuelve habitual olvidar cuestiones importantes cuando la mente se divide en varias tareas. Reconocer estos signos permite actuar y evitar que este hábito continúe afectando el bienestar.
Para romper este ciclo, los especialistas de GQ y los médicos de Harvard proponen recuperar la capacidad de concentrarse en una sola actividad. Esto requiere resistir la tentación de comenzar múltiples tareas al mismo tiempo y priorizar la finalización de una antes de abordar la siguiente.
Adoptar este método implica constancia y paciencia, sobre todo para quienes han hecho de la multitarea una costumbre diaria. El proceso demanda tiempo y disposición para modificar hábitos arraigados.
Entre las estrategias aconsejadas para fortalecer la concentración se destacan acciones simples como alejar el teléfono móvil del entorno de trabajo, silenciar notificaciones o colocar el dispositivo en modo avión.
También resulta efectivo desactivar las alertas del correo electrónico y fijar momentos específicos para revisarlo. Organizar la jornada en bloques de tareas, con pausas regulares, facilita evitar la saturación. El método Pomodoro —trabajo en intervalos definidos— es una de las técnicas recomendadas. Identificar las principales fuentes de distracción y buscar soluciones personalizadas representa otro paso crucial.

Además, prácticas como el yoga, la meditación, el mindfulness y el ejercicio físico pueden colaborar para desarrollar la concentración y promover una productividad más saludable. Los especialistas de GQ y los médicos de Harvard destacan la importancia de la constancia y la firmeza ante las distracciones que interfieren con el enfoque en el presente.
Los expertos consultados por GQ y Harvard concluyen que la verdadera productividad no radica en la cantidad de tareas cumplidas, sino en la eficiencia, claridad y propósito con que se realizan. “A veces, hacer menos cosas con mayor atención genera mejores resultados que intentar abarcar demasiado”, señalaron.
Mantener el equilibrio entre trabajo, descanso y ocio, además de atender las señales del cuerpo y la mente, resulta fundamental para evitar el agotamiento y sostener el rendimiento a largo plazo.