Miguel Bosé rompe la espera y vuelve a los escenarios de Estados Unidos con una presentación que promete dejar huellas

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Miguel, regresa a los escenarios de Estados Unidos con un público que lo ha acompañado por décadas, después de la pausa ocasionada por los contratiempos presentados que retrasaron el visado. ¿Cómo describiría la emoción de reencontrarte con tus seguidores?

En USA hemos hecho cuatro conciertos ya: El Paso, McAllen, Dallas y Houston. La verdad ha sido extraordinario porque, por un lado, la gente tiene mucha hambre de verme, hace muchos años que no hacía directo, y por otro, el espectáculo es magnífico. Va más allá de un concierto. Nos quedan otras ciudades importantes. El próximo miércoles 29 de octubre nos presentamos en el Madison Square Garden de Nueva York, viene Miami y le siguen San Diego, Los Ángeles, Chicago y San Antonio.

En el caso de la Ciudad del Sol, una localidad con tanto público latino y una conexión especial con usted, ¿Qué pueden esperar quienes asistan a su presentación?

Canciones que conocen, que han hecho parte de su vida. Un Miguel Bosé que no ven desde hace muchos años, una banda espléndida, unas luces espectaculares y una escenografía única. Es un concierto que va más allá de un concierto valga la redundancia. Estoy seguro de que cuando la gente salga del recinto en Miami dirá: esto no solo fue un concierto, esto fue un performance, un espectáculo entero en sí. La gente lo agradece mucho. Además, tiene programado todo un recorrido por canciones que las personas quieren escuchar. Me están esperando.

Después de tantos años de carrera, ¿qué significa hoy el acto de subirse a un escenario?

Es algo que me apasiona, es mi vida, y ahí es donde me lo paso mejor, donde estoy más seguro. Encuentro que es mi casa, estoy como en mi cocina. En un escenario se me van todos los males; es una terapia fantástica. Y luego, la posibilidad de darle a la gente lo que ellos han hecho posible que yo sea: ser parte de las bandas sonoras de sus vidas. Es algo grandioso.

Cada gira suya tiene una esencia muy particular. ¿Qué distingue esta de las anteriores y qué quisiera que los espectadores perciban de una manera especial?

Yo creo que el público lo tiene que ver y sacar, porque no es un concierto comun, es un espectáculo. Tiene una historia, un recorrido, tiene personajes. Es muy especial, difícil de describir. Es muy teatral, muy poderoso, con grandes momentos y elementos escenográficos que hacen que no sea un concierto al uso.

Sus seguidores en América Latina lo han acompañado con un cariño constante y profundo. ¿Qué representa ese afecto que atraviesa generaciones y fronteras?

Ellos me han hecho. Han hecho posible que yo esté donde estoy, han hecho posible mi carrera. Se han apropiado de mis canciones y las han hecho suyas, parte de su historia. Eso es un privilegio que no pasa con todo el mundo. En abril de 2027 cumplo 50 años en la música.

¿Hay algún recuerdo o anécdota especialmente significativa que guarde de sus conciertos o encuentros con el público latinoamericano?

Tenemos… ¿cuánto tiempo de entrevista? ¿Un mes? —me pregunta.

Le respondo, confundido, pensando que debía acabar.

Repite: ¿Cuánto tiempo tenemos para contestar esta pregunta que me acaba de hacer? y continúa:

Son tantas y tantas las anécdotas que tenemos del público latino que me haría falta una vida. No le puedo contestar en un minuto. Las anécdotas son infinitas y cada país tiene las suyas. Cada año, cada gira tiene las suyas. No hay una que sobresalga. Son tantas que configuran esta carrera y esta vida, que sería inagotable y me haría falta una entrevista de varios años.

Reímos.

América Latina, y en especial México, han ocupado un lugar importante en su vida. ¿De qué manera siente que esa conexión ha marcado su evolución artística y personal?

Mi relación con América Latina es lo que siempre he dicho: no hay un español que pueda entenderse al cien por cien sin antes visitar o conocer toda Latinoamérica, o buena parte de ella. Y lo mismo pasa con los latinoamericanos: no entenderán quiénes son en realidad si les falta el conocimiento de la madre patria, España. Es un todo, una unión. Y, por lo tanto, es un privilegio pertenecer a este mundo hispano que habla un mismo idioma, que se comunica con las mismas emociones, sensaciones y una cultura general compartida. Es grandioso. Ya hay muy pocas lenguas y culturas que tengan eso. La nuestra es especial.

Sus melodías forman parte del playlist de la historia de muchas generaciones. ¿Cómo logra mantener viva la esencia de su música y, al mismo tiempo, renovarse con el paso del tiempo?

Cuando ya he hecho unas canciones o un tipo de proyecto, paso a otro. Tengo la necesidad de renovarme. Lo hecho, hecho está. Necesito hacer algo nuevo, explorar, lanzarme a nuevas aventuras. Y eso hace que siempre tire el carro hacia adelante y tenga propuestas nuevas que se vayan abriendo por delante.

De todo su repertorio, ¿hay alguna canción que considere imprescindible en sus conciertos?

¿Usted tiene hijos? me pregunta.

Le respondo que no.

Yo sí. Continúa.

Y si me preguntan cuál de mis hijos es mi favorito, le contestaría lo mismo que le voy a decir con mis canciones. No hay una canción favorita, no hay una por encima de las demás. Todas son hijas mías, todas tienen su porqué y su momento. Fueron creadas, inspiradas, escritas y compuestas porque había una urgencia, una necesidad de que nacieran. No hay una sola. Hay unas más conocidas, más populares, que han tocado más a la gente que otras, pero todas son mis hijas predilectas indistintamente.

Si tuviera que definir su legado musical con una sola palabra, ¿cuál sería y por qué?

Bosé. Porque como Bosé…

A lo largo de su carrera ha sido un símbolo de libertad, autenticidad y arte. ¿Qué le inspira hoy, tanto en lo personal como en lo creativo?

Como le dije antes, cuando hago una cosa la exprimo al máximo. Cuando ya siento que no hay más que sacar, paso a otra historia, luego a otra y así siempre. El amor, la dependencia, el enganche que tengo por la música —porque es mi autoría, mi autoridad, mi lenguaje y mi espacio creativo— es tal que es inagotable.

Ha sido referente para muchos artistas que lo ven como un ejemplo de coherencia y reinvención. ¿Qué consejo o mensaje le gustaría dejarles?

Lo ha dicho usted. Que sean coherentes. La coherencia es una apuesta, y muchas veces uno está tentado a dejarse llevar por las promesas de las hoy desaparecidas discográficas y las hoy tan nefastas radios o plataformas como Spotify, Apple Music, etcétera, que intentan imponer sus gustos creativos. Deberían dedicarse a vender, que es lo que saben hacer —mal, pero lo saben hacer— y dejarnos a nosotros hacer lo nuestro. Cada artista es un mundo, cada artista tiene su lenguaje y tiene que ser coherente con él. Si no, jamás dormirá tranquilo; siempre será infeliz.

¿Cómo le gustaría que el público recuerde esta etapa de su vida y de su carrera artística?

Pues como me ha recordado siempre, con mucho cariño y haciendo las canciones suyas. Porque, si usted sabe, cuando hago una canción, una vez que ya la libero, no me pertenece: pertenece a cada persona que la escucha. Cada quien le da una interpretación completamente diferente, y eso es lo que tiene que suceder siempre. Que siempre guarden esa lista especial de canciones que, en algún momento, inspiraron o marcaron sus vidas.

Miguel, su participación en el concierto Paz sin Fronteras en La Habana dejó una huella profunda en el pueblo cubano. A más de una década de aquel día, ¿qué recuerdos conserva de esa experiencia y del público de la isla?

Un recuerdo maravilloso. El trabajo para montar lo que hicimos Juanes y yo fue un mano a mano lleno de esfuerzo. Me acuerdo de un día que nos miramos a la cara y Juanes me dice: “No me vas a abandonar jamás”, y yo le respondí: “Y tú tampoco, o te mato.” Entonces dijimos: “Vamos a hacerlo sí o sí.” Y se hizo, porque la palabra paz tiene que llegar a todos los rincones. No es una palabra opuesta solo a las guerras, sino también a los conflictos, a la desarmonía, a la falta de libertades. Donde hay paz, hay libertad, prosperidad y florecimiento.

Que nos dejaran la Plaza de la Revolución fue sorprendente, porque ya sabe usted a quién está dedicada. Fue espectacular.

Nos anunciaron que, en aquella época, había sido el concierto más multitudinario de la historia: un millón ochocientas mil personas, según cálculos por satélite.

El amor y lo que nos dio el pueblo de Cuba en ese momento fue maravilloso. Inolvidable. Un concierto histórico, atacado por muchos frentes, pero que se consiguió hacer porque la paz debe primar. De hecho, íbamos de blanco, porque dejamos nuestras creencias o tendencias políticas a un lado. Ahí fuimos absolutamente neutros, humanos grandes que apelan a su derecho universal: el derecho a la paz y a vivir en paz. Eso sigue siendo lo que trabaja Solidaridad sin Fronteras, la fundación que presido y con la que sigo haciendo cosas.

Si tuviera la oportunidad de volver a cantar en Cuba, ¿qué le gustaría transmitirle a un pueblo que, a pesar de las dificultades, sigue aferrado al arte y a la esperanza?

La gente cubana necesita tener una democracia absoluta y total, para que todas las tendencias o partidos políticos puedan coexistir. El sistema que tienen ahora es dictatorial, no válido. Crea mucha pobreza, no genera progreso y ha dejado a la isla estancada y distanciada del resto del mundo. Los cubanos, en su mayoría, no se merecen eso. Es un pueblo fértil, creativo, vivo, muy único.

Tengo muchísimos amigos cubanos —de la isla, fuera de ella, disidentes, residentes extranjeros— y con todos tengo el mismo discurso: ha llegado la hora de que Cuba se abra y se vuelva una democracia plena, con libertad de pensamiento y acción absoluta. No se merecen más castigo.

¿Qué mensaje le gustaría enviar a sus seguidores de toda Latinoamérica que, aunque no puedan verlo en esta gira por Estados Unidos, continúan acompañándolo con el mismo cariño de siempre?

Los que no puedan verme esta vez, queda la próxima. Todavía hay muchos conciertos por Latinoamérica. Empezamos en febrero en Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Colombia, Ecuador, Paraguay y toda Centroamérica, menos Belice y Guatemala. Quedan muchos conciertos, y la gente, si no está cercana, puede desplazarse a la ciudad más próxima, porque merece la pena ver este tour tan, tan bello y tan especial. Ahí los espero.

¿Cuáles proyectos futuros podemos esperar tras la gira por Estados Unidos?

La gira es hasta mayo de 2026, y ahí está centrada toda mi atención. Luego, preparar material nuevo y todo lo relacionado con la próxima gira para celebrar los 50 años de carrera, medio siglo que se cumple en 2027.

Antes de concluir, recordando su histórica gira 'Papito' de 2007, una serie de conciertos de duetos con varios artistas, ¿prevé que este tour incluya invitados?

“Esta gira es completamente en solitario, como ha sido siempre a lo largo de mi carrera. En su momento, he hechos giras donde han participado muchos artistas invitados, pero luego regresé a la maravillosa soledad de mis presentaciones individuales. Eso me permite conectar de manera más directa con el público y mantener la esencia de mi música.”

Con estas palabras, Bosé cierra la entrevista dejando claro que, aunque ha compartido escenario con otros en ocasiones especiales, su fuerza creativa y su vínculo con los seguidores se sostienen en la autenticidad de su recorrido artístico propio.

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