Miami se despide del Seaquarium tras 70 años: cierre definitivo de un ícono turístico y foco de polémica

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Daisy, Blueberry y Tinker fueronDaisy, Blueberry y Tinker fueron los últimos pingüinos de patas negras exhibidos en el Miami Seaquarium. (EFE/Emilio López)

El Miami Seaquarium, uno de los atractivos turísticos más emblemáticos del sur de Florida durante siete décadas, bajó el telón de manera definitiva el pasado domingo 12 de octubre. Docenas de visitantes acudieron para presenciar el último “desfile” de sus pingüinos y decir adiós a un destino que marcó generaciones, mientras en las afueras activistas celebraban el cierre como una victoria de los derechos animales.

En su última jornada, la atención se centró en Daisy, Blueberry y Tinker, tres pingüinos de patas negras que caminaron frente a una multitud de asistentes. Muchos de ellos buscaban revivir recuerdos de infancia asociados a espectáculos de delfines y leones marinos, entre ellos el show inspirado en “Flipper”, la serie televisiva filmada allí en los años sesenta.

“Es triste, como una última ovación,” comentó Sue Chatlos, de 76 años, quien volvió al parque junto a su familia tras dos décadas de ausencia. A su lado, su esposo Mark reflexionó sobre el cambio social respecto al cautiverio animal: “Antes se aceptaba mantener mamíferos marinos en parques, pero ya no es así”, dijo a The Associated Press (AP).

Visitantes acudieron al Miami SeaquariumVisitantes acudieron al Miami Seaquarium en su jornada final tras 70 años de historia. (Instagram/@miamiseaquarium_)

Durante la jornada final, mientras familias recorrían por última vez las 14 hectáreas del parque en Virginia Key, activistas por los derechos animales descorcharon botellas para celebrar lo que consideraron el fin de la crueldad animal en ese recinto. “Hoy es otro clavo en el ataúd de la industria de prisiones para animales,” afirmó Susan Hargreaves, activista que protestó frente al parque durante casi cuatro décadas.

El Seaquarium abrió sus puertas en 1955 y pronto se consolidó como punto de referencia local y set de varias producciones audiovisuales. Por años fue destino habitual de residentes y turistas. “Cada vez que venía alguien de visita, los llevabas allí”, recordó Raquel Regalado, comisionada de Miami-Dade.

Regalado relató que tanto ella como su hijo participaron en campamentos de verano organizados por el parque, pero reconoció que ahora, como adulta, la experiencia de los mamíferos marinos le resulta dolorosa: “esa parte es triste”.

El cierre se produce trasEl cierre se produce tras la muerte de la orca Lolita y años de denuncias por parte de organizaciones animalistas. (REUTERS/Andrew Innerarity)

Las críticas por el trato a los animales fueron una constante en las últimas dos décadas. Organizaciones como People for the Ethical Treatment of Animals (PETA) protestaron, especialmente por las condiciones en que se encontraba la orca Lolita (conocida también como Tokitae o Toki), quien murió en 2023 tras permanecer décadas en cautiverio.

Una investigación del Departamento de Agricultura de Estados Unidos señaló en 2022 que nueve delfines fueron sometidos a alimentación restringida para asegurar que realizaran espectáculos ante el público.

La situación llevó a que, en 2024, la autoridad local rescindiera el contrato de arrendamiento con la compañía a cargo, citando “violaciones continuas como hábitats en decadencia para los animales y falta de personal veterinario”. La administración municipal contrató una consultoría veterinaria para reubicar a los ejemplares sobrevivientes en los próximos meses.

Protestas y celebraciones marcaron elProtestas y celebraciones marcaron el cierre del Seaquarium, bajo críticas por el trato a los mamíferos marinos. (EFE/EPA/Cristobal Herrera-Ulashkevich)

La empresa matriz, The Dolphin Company, con sede en Cancún, México, se declaró en bancarrota en marzo y no ofreció declaraciones sobre el cierre. Mientras tanto, un desarrollador local, Terra Group, busca adquirir el terreno por 22,5 millones de dólares para transformarlo.

David Martin, su director ejecutivo, confirmó a The New York Times la intención de renovar el sitio, preservar la distintiva cúpula geodésica y dar un giro hacia “actividades educativas sin mamíferos marinos”. “Es un patrimonio lleno de recuerdos para muchas familias”, sostuvo Martin, quien visitó el parque por primera vez a los tres años. “Queremos honrar eso y, a la vez, modernizar el lugar”.

El parque, que costó 40 dólares de entrada para adultos y 20 por estacionamiento hasta su último día, mostraba señales de deterioro. Varios pabellones ya habían sido cerrados, al igual que exhibiciones y espectáculos tradicionales. Aún así, para algunos visitantes, el estado físico no empañaba el valor nostálgico. “No está en ruinas”, defendió Beth Weisman, de 67 años. A su lado, Andrew, su hijo de 39, fue tajante: “Luce exactamente igual”.

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