El tráfico internacional de fentanilo involucra redes criminales que distribuyen el opioide a través de rutas desde Asia y México hasta múltiples ciudades estadounidenses (REUTERS/Andrew Kelly/Archivo)Jamás pensé que escribiría este artículo. Jamás imaginé que me presentaría ante mi país no como analista, no como director de un centro de estudios, no como estratega de políticas públicas, sino como un padre que acaba de perder a su único hijo biológico a manos del azote más letal de la América moderna.
Una pastilla. Un instante. Un arma química fabricada y traficada con absoluta impunidad.
Y mi mundo se derrumbó.
Mi hijo no murió simplemente por un error o una falla moral. Murió porque las redes criminales vinculadas al Partido Comunista Chino (PCCh) siguen abasteciendo de precursores de fentanilo a los cárteles mexicanos que están inundando nuestras comunidades con veneno. Murió porque la estrategia de guerra irrestricta del PCCh ya no es teórica: está matando a nuestros hijos en tiempo real.
No escribo esto para pedir lástima. Lo escribo porque Estados Unidos debe despertar.
No es un problema de drogas, sino una emergencia de seguridad nacional
Durante años, he advertido a audiencias en todo el país: la crisis del fentanilo es un arma geopolítica de destrucción masiva disfrazada de problema de salud pública.
Las redes criminales vinculadas al Partido Comunista Chino siguen abasteciendo de precursores de este opioide sintético a los cárteles mexicanos (EFE)
Desde mi puesto en MSI² y como autor geopolítico, he estudiado cómo el PCCh utiliza la coerción económica, los ciberataques, la infiltración de inteligencia y ahora los precursores químicos para debilitar a Estados Unidos desde adentro. Para Beijing, desestabilizar el territorio estadounidense no es un accidente; es un elemento central de su estrategia de largo plazo.
Y el fentanilo encaja perfectamente en esa estrategia.
- Más de 54.000 estadounidenses murieron el año pasado por opioides sintéticos.
- En la última década (de 2014 a 2024), Estados Unidos ha registrado más de 782.000 muertes por sobredosis de drogas, según datos finales de los CDC.
- Los precursores del fentanilo provienen abrumadoramente de empresas radicadas en la República Popular China, operando bajo la mirada (y a veces la protección) del PCCh.
- Los cárteles mezclan esos precursores con otros químicos ilícitos y los bombean hacia las arterias del hemisferio occidental.
Esto es guerra asimétrica, no comercio. Esto es sabotaje químico, no coincidencia. Esto es matanza masiva auspiciada por un Estado, no fuerzas del mercado.
Beijing sabe exactamente lo que hace.
Y nosotros también.
El fentanilo es un opioide sintético mucho más potente que la heroína y uno de los principales responsables de la crisis de sobredosis en Estados Unidos (Créditos: DEA)Mi hijo se convirtió en una víctima de una guerra que la mayoría de los estadounidenses nunca eligió
Pasé décadas advirtiendo a los responsables de formular políticas públicas sobre las estrategias de China, desde su dominio de las cadenas de suministro hasta sus operaciones en la zona gris.
Pero nada te prepara para el momento en que un médico forense te mira a los ojos y te dice que tu hijo, tu orgullo, tu sangre, ahora es una estadística de una guerra silenciosa que nadie quiere nombrar.
Hay un silencio particular en un hogar tras la muerte de un hijo, sea niño, adolescente o adulto.
Un silencio que grita.
No pido condolencias. Pido coraje.
Coraje para confrontar el rol del PCCh sin eufemismos.
Coraje para exigir responsabilidad a quienes facilitan este asalto químico. Coraje para proteger a nuestros hijos con la urgencia que tendríamos si esto fuera una invasión. Porque lo es.
Esta no es una apelación partidista. Es un llamado estadounidense, de un padre, de un patriota, de un hombre que se niega a que la muerte de su hijo sea en vano.
Esto es lo que debe ocurrir:
- Nombrar explícitamente el rol del PCCh: basta de hablar en abstracciones. Los precursores se originan en China. Las redes están protegidas en China. El PCCh tiene el poder de detener esto, pero se niega.
- Fortalecer a las fuerzas del orden y la seguridad fronteriza: los cárteles operan una máquina de matar multimillonaria. Debemos tratarlos como las redes terroristas transnacionales que son.
- Lanzar una campaña nacional de concienciación: los padres deben hablar con sus hijos temprano, más temprano de lo que parece necesario. No son “solo drogas”. Es una ruleta rusa con el tambor cargado.
- Exigir responsabilidad a Beijing mediante presión y política exterior: herramientas comerciales, sanciones, aislamiento diplomático y exposición internacional deben estar sobre la mesa. Un arma química, de cualquier nombre, sigue siendo un arma.
- Construir un escudo comunitario: iglesias, escuelas, PTAs, ligas deportivas, pequeñas empresas, alguaciles, todos tenemos un papel. La defensa de Estados Unidos comienza en el nivel comunitario.
Esta no es una batalla que el gobierno federal pueda ganar solo. Es una batalla por el alma de la nación.
Utilizado originalmente como analgésico en medicina, el fentanilo ilícito es manufacturado principalmente en laboratorios clandestinos y mezclado con otras drogas (Anayeli Tapia/Infobae)Llevaré este dolor el resto de mi vida. Pero me niego a permitir que se convierta en amargura. Decido convertirlo en propósito, un propósito arraigado en el amor a mi patria, a mi familia y a las generaciones que vienen detrás.
Si la muerte de mi hijo puede despertar a un padre…Si puede salvar a un niño…Si puede fortalecer las defensas de una comunidad…
Entonces su sacrificio se convierte en parte de la lucha de Estados Unidos por su supervivencia.
Les pido, vecino a vecino, patriota a patriota, que se unan a mí.
Porque la epidemia de fentanilo no se detendrá sola. Porque el PCCh no se detendrá solo. Porque nuestros hijos merecen algo mejor que silencio, negación y condolencias vacías.
Manténganse firmes. Levanten la voz. Actúen temprano. Protejan con fuerza.
Por ellos. Por nosotros. Por amor a la patria.
Y cierro con las únicas palabras que aún tengo
He dedicado mi vida a enfrentar las amenazas contra Estados Unidos. He asesorado instituciones, orientado a responsables políticos y formado líderes. Pero ningún enemigo, interno o externo, me ha herido como este.
Hoy, la lucha ya no es académica. Ya no es estratégica. Ya no es intelectual.
Hoy, la guerra contra los opioides y contra el PCCh se volvió personal. Muy personal. Porque he perdido a mi único hijo en esta guerra.
El autor de este artículo es presidente y fundador del Miami Strategic Intelligence Institute (MSI²)
hace 38 minutos
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