
La carne de bisonte creció en popularidad gracias a su perfil nutricional, que aporta beneficios concretos frente a la tradicional carne de res.
Las diferencias no solo se perciben en el sabor y la textura, sino en valores objetivos que pueden hacerla preferida por quienes buscan una dieta más saludable o enfocada en objetivos puntuales.
El principal atractivo de la carne de bisonte es su composición. De acuerdo con expertos en nutrición, contiene menos calorías y grasa total, además de niveles sensiblemente más bajos de grasa saturada en comparación con la res.
Esta baja proporción de grasa saturada resulta clave para quienes desean mantener la salud cardiovascular y reducir el riesgo de enfermedades asociadas al consumo excesivo de grasas animales.

Por cada 100 gramos, la carne de bisonte aporta 159 calorías, 20 gramos de proteína, 9 gramos de grasa total, solo 1,5 gramos de grasa saturada y 65 miligramos de colesterol, según el Servicio de Inspección y Seguridad Alimentaria del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA FSIS).
Además, brinda niveles equivalentes o superiores de nutrientes esenciales como vitamina B12, hierro, zinc y selenio, todos fundamentales para el sistema inmunológico, la producción de energía y la función muscular.
Según un artículo publicado en Animal Frontiers, el bisonte destaca por su alta densidad de micronutrientes y su favorable perfil de ácidos grasos, con menor proporción de grasa saturada y una presencia significativa de grasas poliinsaturadas beneficiosas para la salud cardiovascular.
La mejor elección depende del organismo y del objetivo. El contenido reducido de calorías y grasa puede beneficiar especialmente a personas con resistencia a la insulina, prediabetes o que priorizan el control del peso.

La carne de bisonte también contiene una cantidad ligeramente superior de proteínas respecto a la res, lo que puede ayudar a quienes buscan aumentar su consumo proteico. Además, investigaciones como la publicada en Journal of Animal Science and Biotechnology sostienen que el reemplazo de carnes rojas convencionales por alternativas más magras como el bisonte podría favorecer parámetros metabólicos sin comprometer la ingesta de nutrientes esenciales.
Mientras que la res sigue siendo fuente de proteína de alta calidad, su perfil graso es considerablemente más alto.
Por ejemplo, 100 gramos de carne de res magra al 90 % contienen 185 calorías y 13 gramos de grasa total, de los cuales 5 gramos corresponden a grasa saturada. Las versiones menos magras pueden superar los 19 gramos de grasa total y los 7 gramos de grasa saturada por cada 100 gramos. Esta diferencia es significativa para quienes buscan reducir el consumo de grasas en su dieta.

Sin embargo, la carne de res sigue ofreciendo ventajas en contextos específicos. Este alimento es apropiado para quienes requieren una mayor densidad calórica, como niños o atletas, o personas que buscan favorecer el aumento de peso de forma controlada. Además, contiene los mismos minerales esenciales que el bisonte, aunque en cantidades variables.
Según la publicación de Harvard Health Publishing, si bien el consumo excesivo de carne roja se asocia con mayor riesgo de enfermedades crónicas, optar por versiones magras y limitar la frecuencia puede formar parte de una dieta saludable bien balanceada.
Más allá de las cifras nutricionales, el bisonte destaca por su sabor limpio y ligeramente dulce, sin matices excesivamente fuertes, y una textura más tierna si se cocina correctamente.
No desarrolla ese llamado “sabor de caza” característico de otras carnes magras, lo que lo hace una opción amigable para quienes desean una experiencia similar a la res pero con un perfil distinto.

La carne de bisonte, debido a su bajo contenido graso, requiere una cocción precisa para mantener su jugosidad. Conviene prepararla a fuego medio, retirarla del calor antes de lo habitual y dejarla reposar para que conserve su ternura.
Sazonar la carne desde el principio, sellarla a alta temperatura y añadir un toque ácido al final pueden realzar su sabor y textura. La carne molida de bisonte, en tanto, puede reemplazar directamente a la de res en todo tipo de recetas, facilitando la transición hacia esta alternativa.
Ambas carnes, bisonte y res, son fuentes valiosas de nutrientes. No obstante, la carne de bisonte sobresale para quienes buscan controlar su peso, cuidar la salud del corazón o limitar la ingesta de calorías y grasas saturadas. La carne de res, por otra parte, puede ser más conveniente para quienes requieren un aporte energético superior.
En definitiva, la mejor carne es la que se ajusta a las necesidades y prioridades de cada persona, pero el bisonte ofrece, en términos nutricionales y sensoriales, una alternativa más magra, con menos calorías y un sabor distintivo que la pone en ventaja frente a la res tradicional.