
El recuerdo de los años de juventud y fama en Hollywood ha llevado a Melissa Gilbert a reflexionar sobre los efectos que tuvo su relación con Rob Lowe, protagonista de películas emblemáticas de los años ochenta como “Class” y “St. Elmo’s Fire”. En una conversación reciente, Gilbert expresó cómo el intenso escrutinio y la admiración masiva hacia su pareja repercutieron en su bienestar emocional y moldearon su visión sobre los límites en las relaciones sentimentales.
Durante una entrevista en el pódcast “I Choose Me With Jennie Garth”, la exestrella infantil describió su vínculo con Lowe como “muy tumultuoso”, rememorando: “Yo tenía 17 años y rompimos por última vez cuando teníamos 23, y fue muy tumultuoso”. Ambos, nacidos en 1964, compartieron una relación intermitente entre 1981 y 1987, coincidiendo con el ascenso de Lowe como ídolo juvenil. Gilbert relató que en ese entonces ya contaba con amplia experiencia en la industria gracias a su papel como Laura Ingalls en “Little House On The Prairie”, mientras el actor apenas comenzaba a consolidarse. “Era capaz de sentarme y observar cómo ocurría ese ascenso meteórico”, relató, refiriéndose al crecimiento de la popularidad de Lowe.

Gilbert detalló que nunca estuvo totalmente preparada para las implicaciones de estar al lado de una figura tan codiciada: “Pensé que estaba preparada para ir a estrenos y premiaciones, pero no para el fenómeno de las fans, y francamente, para las chicas”, confesó. Según relató, la atención de los admiradores hacia Lowe la hizo sentirse invisible: “No existía. Simplemente me apartaban y le metían sus números de teléfono en los bolsillos y esas cosas”. Para la actriz, este tipo de situaciones fue especialmente doloroso: “Decir que fue desconcertante es quedarse corto. Fue duro y horrible”, compartió durante la entrevista.
A pesar de esos momentos de dificultad, Gilbert asegura que esos años resultaron decisivos en su evolución personal. “Creo que aprendí mucho sobre lo que no funcionaba para mí y lo que no toleraría más adelante”, reflexionó, subrayando cómo las decepciones pueden dejar lecciones valiosas para el futuro. La actriz reconoce que, aunque hubo periodos de diversión, su vida se sentía tensa, esperando constantemente que ocurriera algo negativo: “Miro mi vida actual, que es tan sencilla, y la comparo con esa época, y siento que siempre tenía los hombros encogidos, esperando que pasara algo malo o desagradable”.

La honestidad de Gilbert sobre su trayectoria personal se refleja también en otros aspectos de su vida. En 2022, durante otra entrevista, la actriz confesó que tras su separación en 2011 de su segundo esposo, Bruce Boxleitner, vivió un período de inestabilidad: “Me volví loca, me puse botox y compré un Mustang”, reveló sobre aquellos meses turbulentos. Aquella etapa incluyó también un romance con un hombre más joven y decisiones impulsivas que más tarde la llevaron a priorizar la autenticidad y la tranquilidad.

Gilbert ha contado cómo finalmente optó por dejar atrás los estándares de Hollywood y buscar una existencia más apacible en los Catskills junto a su actual marido, Timothy Busfield, capítulo que documenta en su libro “Back to the Prairie”. Además, ha hablado abiertamente de su lucha pasada contra las adicciones y las cirugías estéticas, así como de su historial de relaciones con figuras destacadas del espectáculo, incluyendo a Tom Cruise. Para Gilbert, el recorrido personal ha implicado buscar una vida más genuina, lejos de las expectativas públicas y bajo sus propias reglas.