Medidas anti-migratorias de Trump no detienen planes de cubanos para escapar de la dictadura

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Yamila, abogada, residente en las inmediaciones que se gana la vida rellenando el formulario DS-160 a futuros inmigrantes por 20 dólares y también asesorándolos, en la última semana no ha tenido trabajo. Los negocios gastronómicos y bares de la zona están vacíos. “En los últimos nueve años, los emprendimientos ubicados por los alrededores de la embajada estadounidense cayeron en picada. Primero por los supuestos ataques acústicos en 2017 y después por la pandemia cuando el consulado estuvo cerrado hasta fines de 2021. Al no tener clientela, los negocios quebraron o sfueron traspasados a otras personas”, dice un ex cantinero que trabajó en La Flauta Mágica, bar-restaurante en Calzada entre L y M, Vedado.

Eran otros tiempos. El mojito más optimista de La Habana se podía beber con calma en la terraza de ese bar, situado en el último piso de un edificio a un costado de la Embajada de Estados Unidos, a tiro de piedra del Océano Atlántico, el mar que baña el malecón. Su dueño era Rembert Egües, hijo de Richard Egües, flautista de la mítica Orquesta Aragón, quien después de residir 25 años en Francia decidió invertir sus ahorros en un pequeño negocio familiar. Rembert abrió su negocio el 19 de diciembre, dos días después que de manera simultánea Barack Obama y Raúl Castro sorprendieron al mundo con la noticia de que ambas naciones, agazapadas en sus anacrónicas trincheras de la Guerra Fría, izaban bandera blanca.

El 14 de agosto, mientras el Secretario de Estado John Kerry ofrecía su discurso en el patio de la embajada, el canal televisivo NBC tomaba vistas espectaculares desde el negocio del hijo de Richard Egües. Ese día, el emprendedor habanero no tuvo que estar doce horas detrás de una calculadora para contabilizar sus ganancias. La NBC le pagó 3 mil dólares por ubicar un plató y sus cámaras en la terraza de su bar-restaurante.

“Eran tiempos de vacas gordas. En una noche floja me buscaba 100 o 150 dólares. Cuando terminaba el turno de trabajo me ponía a tomar cervezas con mis amigos y después un taxi me recogí y me llevaba a mi casa. Era rico y no lo sabía. Parece que ha pasado un siglo”, rememora el antiguo barman que ahora trabaja rallando cocos secos en un agromercado estatal. Las cosas han cambiado en los últimos diez años.

Cuba sufre una feroz crisis multisistémica y una inflación progresiva. Los cubanos cada vez son más pobres. El 89% vive en la extrema pobreza. Quienes tienen planes de emigrar recuerdan con nostalgia el pasado reciente. “Cualquiera se podía comer un pan con tortilla y tomar un vaso de limonada. Ahora eso es un lujo”, dice Silvia. Ella y una docena de personas fueron citadas a las dos de la tarde al Consulado de Estados Unidos para solicitar visas. Algunas salen llorando.

“Parece que han recibido órdenes de Washington de denegarles a todos las visas. Los que te entrevistan te miran de forma rara, como si fuéramos segurosos o enchufados del gobierno. A mí me dieron el bate porque trabajé en una gasolinera del Estado. ¿No se dan cuentan que en Cuba el 80 por ciento de las personas trabajan para el gobierno?”, se pregunta Rodney, reclamado por su madre que vive en Miami.

En los grupos de WhatsApp donde se intercambia información y se trazan protocolos para futuros destinos migratorios, la gente intercambia furiosos chats cargado de palabrotas. El principal tiro al blanco es Donald Trump. A los que intentan explicar que cada país, por soberanía, tiene el derecho a elegir de forma selectiva y ordenada la emigración, los internautas arremeten contra ellos.

“¿De qué vas tú?, ¿acaso eres asesor de la Casa Blanca? Seguro tienes a tu familia afuera que te envía 400 o 500 dólares mensuales y vives de panza en este infierno. Por esos apoya a Trump”, le contesta alguien. Una persona con el seudónimo de Bicho Libre insta a los cubanos a no salir corriendo y enfrentar al gobierno, “que es el culpablesde dela separación familiar y la miseria. Trump no es el culpable. Es Fidel Castro, Raúl y Díaz-Canel, por ese orden”. Varios chats le responden con agresividad y la típica paranoia de muchos cubanos cuando se trata de enfrentar a la dictadura. “Usted debe ser de la Seguridad del Estado. Quizás esté infiltrado en el grupo para chivatear a los que hablen mal de gobierno. No voy a caer en su provocación. Si usted es un héroe, adelante. Yo me voy aunque sea para Somalia”, uno le riposta.

Tanto en las calles como en las redes sociales los cubanos de la Isla están muy molestos. Los motivos son diversos: por las carencias que sufren debido a gobernantes incapaces y porque están hartos de promesas y mentiras.

Ashanti, 21 años, estudiante universitaria, asegura estar cansada del “socialismo miserable para el pueblo mientras ellos viven como marajás. Nueve de cada diez cubanos, si pudieran, emigrarían. El destino preferido es Estados Unidos. Era sabido que Trump iba a decretar medidas anti-migratorias, él no engañó a nadie. La gente aquí está culpando a Marco Rubio y los congresistas cubanoamericanos, que si de verdad les interesan los cubanos de la isla, debieran hacer presión en el Congreso para que no deporten a sus compatriotas que entraron por el parole. Veo bien que deporten a los represores, chivatos, ex funcionarios. Y, por supuesto, a los que han cometido delitos en Estados Unidos o entraron ilegamente. Pero los del parole fueron procesados en la embajada, llegaron en avión por un permiso firmado por Biden, que será un viejo chocho, pero era el presidente”.

Diario Las Américas hizo una pequeña encuesta entre 21 amigos y conocidos en edades comprendidas entre 17 y 74 años. Diecinueve coincidieron que se debiera encontrar un mecanismo para impedir que deporten a los más de 110.000 cubanos aprobados por el parole humanitario a partir de 2022.

Ramsés, uno de los encuestados, opina que “hubo fraude y poco control en el proceso del parole. Por falta de información a los oficiales consulares de la embajada de Estados Unidos en La Habana, procesaron a cubanos que estuvieron afiliados al partido o pertenecieron a instituciones militares. El parole, se dijo desde el inicio, era un permiso de trabajo por dos años. Los de la Isla jugábamos con ventaja, podíamos utilizar la Ley de Ajuste Cubano como escudo y quedarse de forma definitiva en el país. Y eso puede crear un mal referente jurídico para los venezolanos y nicaragüenses, que no cuentan con esa herramienta y también viven dictadura. Creo que se debe mantener reunificación familiar. Pero somos nosotros, los cubanos, los que hemos intoxicado la Ley de Ajuste: todos la solicitan alegando ser perseguidos políticos y a los dos meses están de vuelta en Cuba”.

A María Carla, otra entrevistada, lo que más le molesta son esos cubanos "que votaron por Trump y están de acuerdo que tumben la reunificación familiar, la posibilidad que cubanos puedan viajar a Estados Unidos y que deroguen la Ley de Ajuste. Es un desprecio hacia quienes en la Isla soportamos esta pesadilla que no me puedo explicar. Un montón de ellos se fueron en balsa o cruzando fronteras. Pero cuando se acomodan, se toman la Coca Cola del olvido. Entiendo que Trump haga lo que la mayoría del pueblo americano quiere, pero que haya cubanos aplaudiendo y alegrándose, demuestra que somos un pueblo enfermo de odio y rencor. Fidel Castro destruyó los valores cívicos de nuestra sociedad y muchos cubanos heredaron su personalidad enfermiza y autoritaria”.

Carlos, sociólogo, considera que “las políticas de fronteras cerradas no se aplica solamente en Estados Unidos. La estrategia contra la inmigración masiva, ilegal y desordenada es general en naciones del Primer Mundo. Existe una tendencia inexplicable: cuando están en la Isla se declaran demócratas, pero cuando emigran a los Estados Unidos, dan un vuelco y apuestan por los republicanos más conservadores. Y empiezan a juzgar a los cubanos de acá de cobardes por no enfrentar al régimen que los oprime. Olvidan que cuando vivieron en Cuba fueron pioneros, de los CDR, la FMC, votaron en las 'elecciones' del Poder Popular y no alzaron la voz, a no ser los que eran opositores, activistas de derechos humanos, periodistas independientes o fueron presos políticos. Es una especie de Síndrome de Münchhausen, que te hace creer una realidad diferente”.

Expertos afirman que los últimos diez años entre un millón y medio y un millón 800 mil cubanos han emigrado, la mayor parte a Estados Unidos. La población cubana ha descendido de más de 11 millones de habitantes a 8,62 millones de pobladores, asegura el demógrafo Juan Carlos Albizu-Campos. Y promete seguir descendiendo. Mientras a la Embajada de Estados Unidos apenas acuden cubanos a realizar trámites migratorios, a la Embajada de España, en Cárcel y Zulueta, a un costado del antiguo Palacio Presidencial, las colas son enormes. En los últimos dos años, más de 53 mil cubanos han emigrado a la Madre Patria. Y miles se encuentran haciendo gestiones, cientos para trabajar o estudiar y algunos con la esperanza de ser aprobados, con sus familias, en programas de repoblación en regiones rurales.

Según el diario 14ymedio, el precio de un certificado falso que acredite el origen español y poder solicitar la nacionalidad de acuerdo a la Ley de Memoria Democrática, fluctúa entre dos mil y tres mil euros. Guillermo, profesor de historia, espera debajo de un flamboyán muy cerca de la embajada española, piensa que es “España, y no Estados Unidos, el país que debiera otorgarle visado automático a los cubanos residentes en la Isla. Ellos fueron los que nos colonizaron, exterminaron a casi todos los indios y después trajeron esclavos de África. El 90 por ciento de los cubanos somos descendientes de españoles, ya sea por lazos sanguíneos o porque esos esclavos eran propiedad de españoles dueños de ingenios”.

“Cuba fue muy generosa cuando terminó la guerra de independencia en 1898. A la Isla emigraron miles de españoles de los territorios más pobres. Los recibimos con las puertas abiertas. Muchos hicieron grandes fortunas. Nunca exigimos que fuera juzgado el general Valeriano Weyler, quien en 1896 encerró a buena parte de la población en campos de concentración, con el fin de aislar a los mambises. La reconcentración, como es conocido aquel genocidio, provocó la muerte por hambre y epidemias del 30 por ciento de los habitantes de entonces. A la otrora provincia de Oriente llegó desde Galicia el padre de Fidel y Raúl Castro, los principales culpables de la destrucción del país. Solo por eso debieran otorgarle visas a los cubanos”.

Aunque las fronteras de Estados Unidos se cierran, los planes para emigrar de Cuba no se detienen.

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