
Con un movimiento de cabeza tan preciso como el de un reloj, Ronan, un león marino de la especie Zalophus californianus, ha vuelto a demostrar sus extraordinarias habilidades rítmicas en un nuevo experimento desarrollado en la Universidad de California, Santa Cruz.
Según el estudio, publicado en Scientific Reports, este mamífero marino es capaz de seguir ritmos musicales con una sincronización tan buena, o incluso mejor, que la de los humanos, destacándose dentro del campo emergente de la biomusicalidad.
El experimento más reciente tenía como objetivo determinar si Ronan aún era capaz de mantener el ritmo, considerando que han pasado más de 10 años desde que su habilidad para responder al ritmo musical fue descubierta y celebrada.
Los investigadores diseñaron pruebas con diferentes tempos de percusión: 112, 120 y 128 pulsaciones por minuto (ppm). Lo innovador del diseño fue que Ronan no había sido expuesto previamente a dos de estos ritmos, lo que permitió evaluar su capacidad de adaptación a patrones desconocidos.

“Ronan sigue en pie. Ha vuelto y está mejor que nunca”, afirmó Peter Cook, neurocientífico del comportamiento del New College of Florida y autor principal del estudio, según Associated Press.
El rendimiento de Ronan fue comparado con el de 10 estudiantes universitarios a quienes se les pidió que imitaran el movimiento rítmico de este mamífero, moviendo un brazo al ritmo de la música.
En cada caso, el león marino superó a los estudiantes en precisión y consistencia, colocándose incluso en el percentil 99 respecto a un modelo que simulaba a 10.000 humanos realizando la misma tarea. Según Cook: “Ningún ser humano fue mejor que Ronan en todas las diferentes formas en que evaluamos la calidad del ritmo. Ella es mucho mejor que cuando era niña, lo que indica un aprendizaje de por vida”.

Ronan, quien actualmente pesa alrededor de 77 kilos y tiene 16 años, no llegó a la universidad por casualidad. Fue rescatada en 2010 tras varios episodios de desnutrición que la dejaron varada en las costas de California.
Declarada no apta para ser liberada al medio silvestre, se convirtió en un miembro permanente del Laboratorio Marino Long, donde ha participado en una amplia gama de proyectos relacionados con la cognición y el comportamiento animal.
Desde que tenía tres años, fue entrenada específicamente en la percepción del ritmo, acumulando experiencia en más de 2.000 ejercicios rítmicos a lo largo de su vida.
El impacto de Ronan en la comunidad científica ha sido significativo, ya que sus habilidades desafiaban la idea, previamente aceptada, de que únicamente los animales dotados de aprendizaje vocal —como los humanos y algunas aves— poseen la capacidad de interpretar y sincronizarse con el ritmo musical.

Hugo Merchant, investigador del Instituto de Neurobiología de México, quien no participó en el estudio, explicó que “los científicos alguna vez creyeron que solo los animales que aprendían vocalmente podían aprender a encontrar el ritmo”. Sin embargo, el caso de Ronan amplía la visión sobre cómo los animales, incluidos los mamíferos marinos, pueden procesar patrones temporales complejos.
Un aspecto notable de este mamífero marino es su precisión técnica, descrita por los científicos como inusualmente alta. Durante el estudio, el león marino logró mantener el ritmo con una variabilidad promedio de solo 15 milisegundos, lo que equivale a una décima parte del tiempo que toma un parpadeo humano. “Es increíblemente precisa, con una variabilidad de tan solo una décima de parpadeo entre ciclos”, destacó Cook. Además, los datos del experimento sugieren que Ronan posee un control cognitivo y físico cómodo para adaptarse a ritmos cambiantes.
En la actualidad, el laboratorio planea expandir su investigación hacia otros leones marinos para determinar si estas habilidades son exclusivas del león marino o comunes a su especie. Henkjan Honing, investigador de cognición musical de la Universidad de Ámsterdam, afirmó que este nuevo estudio confirma a Ronan como “uno de los principales embajadores de la musicalidad animal”, una figura clave en el creciente interés por explorar cómo especies no humanas perciben y producen ritmo.

El caso de Ronan también ha llevado a los científicos a reflexionar sobre la relación evolutiva entre la percepción del ritmo y la capacidad de sincronización en distintos contextos naturales.
Según Cook, el ritmo puede ser una ventaja en diversas situaciones prácticas, como adaptar movimientos para nadar contra las olas, coordinarse con otros animales durante la comunicación vocal o reconocer patrones en el entorno. “El ritmo es un patrón en el tiempo, y el entorno natural está lleno de esos patrones”, comentó el especialista.
Los investigadores trabajan para determinar si podrían realizar tareas aún más complejas, como coordinarse con música en vivo o explorar patrones rítmicos irregulares propios de géneros musicales como el jazz. Aunque hay limitaciones físicas inevitables —los leones marinos no poseen la precisión motriz para tocar instrumentos musicales—, los logros de Ronan ya han redefinido lo que se creía posible dentro del reino animal.
“Uno de los resultados más importantes del estudio es el hecho de que la maduración y la experiencia importan. Su habilidad refleja su capacidad cognitiva para recordar y perfeccionar comportamientos a lo largo del tiempo”, concluyó Colleen Reichmuth, directora del Laboratorio Marino Long.